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"Bourdieu está aún entre nosotros"

Loïc Wacquant, destacado discípulo del único sociólogo de la segunda mitad del siglo XX en unirse a Karl Marx, Émile Durkheim y Max Weber como un clásico de las ciencias sociales, analiza en esta entrevista su legado intelectual.

Especial para El Espectador París
04 de marzo de 2012 - 02:00 a. m.

¿Cómo conoció a Pierre Bourdieu?

Loïc Wacquant (profesor de sociología de la Universidad de California-Berkeley e investigador en el Centre Européen de Sociologie et de Science Politique. Su trabajo de investigación se ocupa de la relegación urbana, la dominación etno-racial, el Estado penal, la teoría social y la política de la razón):

–Lo conocí en una conferencia suya sobre “Cuestiones de política” una noche de noviembre de 1980 en el École Polytechnique, a las afueras de París. Luego la discusión continuó hasta la madrugada con un grupo de estudiantes. Allí Bourdieu escudriñó las conexiones subterráneas entre la política y la sociedad francesa en vísperas de las elecciones. Esta conversación fue una iluminación. “Si esto es la sociología, es lo que yo quiero hacer”, pensé. Comencé sociología en la Universidad de París en Nanterre y a faltar a mis clases en el Ecole des HEC para asistir a sus conferencias. Al final de cada una de sus clases lo esperaba y lo bombardeaba con preguntas hasta dejarlo exhausto. Desarrollamos la costumbre de regresar a su casa caminando.

¿Qué representó para usted y cómo lo percibía en relación con otras luminarias del pensamiento como Claude Lévi-Strauss o Jacques Derrida?

Él ya era famoso por su libro Esbozo de una teoría de la práctica, que cuestionaba el “estructuralismo mentalista” (una teoría de Lévi-Strauss) con su preocupación por capturar las actividades más ordinarias de la gente en situaciones concretas. También por ser el autor de La Distinción: criterios y bases sociales del gusto, que refutaba la visión filosófica del gusto de Derridá, al revelar que nuestras preferencias más íntimas están condicionadas por nuestra posición en la sociedad.

Pero en ese momento no relacionaba a Bourdieu con otros grandes pensadores, porque yo no tenía ambición intelectual alguna y porque él era un hombre accesible. Yo lo veía como el editor de la revista Actes de la recherche en sciences sociales. Para toda una generación de investigadores, la mejor manera de aprender de él fue leer esa revista que fundó y editó durante 25 años.

¿Qué adjetivos utilizaría para caracterizar la sociología de Bourdieu?

Bourdieu es un sociólogo enciclopédico. Publicó 30 libros y alrededor de 400 artículos que tratan diversos temas, desde relaciones de parentesco en comunidades rurales hasta la educación, clase social, cultura, derecho, entre otros. Pero debajo de esta variedad uno puede encontrar un reducido número de principios que dan a su obra una coherencia impresionante.

¿Qué debemos pensar del compromiso político de Bourdieu, especialmente sus intervenciones después de la agitación social de 1995 (cuando millones de franceses salieron a protestar contra los planes para reducir el Estado bienestar)?

En realidad su “compromiso” político se remonta a los trabajos de juventud durante la crisis argelina, que se desató con el levantamiento nacionalista contra el dominio francés entre 1955 y 1962. Como recién graduado de la École Normale Supérieure, se pasó de la filosofía a la antropología, para desplegar una mirada clínica sobre la descolonización, que finalmente derrocó a la Cuarta República. Para Bourdieu hacer sociología fue siempre una forma de contribuir al debate cívico.

Lo que cambió con el tiempo fue la manera en que su compromiso cívico se manifestó. Al principio, estaba completamente implícito en su trabajo científico. Luego, este compromiso lo llevó a acciones más visibles para el público general. Este cambio se dio por dos razones. Primero, él cambió: envejeció y comprendió mejor el funcionamiento de los universos político y periodístico. Pero el mundo también cambió: durante los noventa la dictadura del mercado amenazó de forma directa los logros obtenidos a través de las luchas democráticas, por lo que intervenir en el debate público se hizo necesario.

¿En qué se diferencia la recepción de su trabajo en Francia de la que tuvo en EE. UU.?

En el extranjero se lee a Bourdieu como un autor clásico, sin interferencias políticas y sin el prisma creado por su imagen mediática. Se ve como alguien que creó herramientas innovadoras para reflexionar sobre las sociedades contemporáneas. En el nido de víboras que es París, los prejuicios son difíciles de superar y algunos han continuado con las guerras mezquinas entre clanes académicos que enturbiaron la recepción de su obra.

En su propio trabajo de investigación, ¿qué toma de él y qué hace con esto?

He extendido sus enseñanzas en tres frentes: el cuerpo, el gueto y el Estado penal. En Entre las cuerdas. Cuadernos etnográficos de un aprendiz de boxeador, realizo un test doble sobre el concepto de habitus que desarrolló el pensador. Primero, como objeto de estudio empírico: desentraño cómo se estructuran los esquemas mentales, las competencias motrices y los deseos carnales que, unidos, constituyen al boxeador. Segundo, como un método de investigación: adquirí el ‘habitus pugilístico’ a través de un entrenamiento de tres años en un gimnasio de boxeo del gueto negro de Chicago para abrir el camino hacia una sociología carnal, que trata al cuerpo como un factor para la producción de conocimiento.

En cuanto a las inequidades urbanas, mi libro Parias Urbanos (2008) desarrolla los modelos de Bourdieu para mostrar cómo, a través de su estructura, el Estado da forma a la marginalidad urbana en el cambio de siglo. Esto lleva al surgimiento del “hiper-gueto” en los EE. UU., y de los “antiguetos” de Europa occidental.

Finalmente, mi investigación sobre los temas de “seguridad ciudadana” y “tolerancia cero”, que recojo en Las Cárceles de la Miseria, revela que hay una unión de la “mano invisible” del mercado con el “puño de hierro” del aparato penal. El neoliberalismo no solo trae consigo un “pequeño gobierno”, sino también un cambio de énfasis en la política social: del bienestar social al trabajo precario, que va de la mano con la expansión masiva de un “Estado carcelario”.

De otra parte, ¿qué encuentra menos útil en Bourdieu?

El marco nacional a partir del cual Bourdieu construyó sus análisis debe ser ampliado por un análisis de los fenómenos transnacionales. Como con todos los científicos, debemos tomar sus postulados y llevarlos hasta el límite.

Sus cursos en el Colegio de Francia de 1989 a 1992 acaban de publicarse en un libro cuyo título es ‘Sobre el Estado’ (2012). ¿Qué le agrega este voluminoso tomo a la sociología de Bourdieu y a la sociología política en general?

En cuanto a su forma, este libro póstumo nos permite ver al profesor en acción, clarificando por qué plantea los problemas del modo que lo hace (aproximándose al Estado a partir de actos mundanos, como llenar un formulario burocrático), al señalar las trampas que elude, al revelar sus propios errores, nos invita a su laboratorio sociológico.

En cuanto a sus contenidos, revitaliza la teoría del Estado al caracterizarlo como “el banco central del capital simbólico”: la agencia que monopoliza el uso legítimo, no solamente de la violencia a través de la fuerza pública (como propuso Max Weber) sino también de la violencia simbólica; esto es, la capacidad de asignar identidades y el poder de establecer qué es verdadero y qué no.

¿Qué pensaría Bourdieu de la actual crisis económica europea y de la amenaza que ésta supone para la concepción europea del Estado?

Con su perspectiva de largo plazo, Sobre el Estado nos recuerda que son los Estados quienes construyen los mercados, y por lo tanto quienes pueden reinar sobre ellos, siempre y cuando quienes los dirigen tengan la suficiente voluntad política. El análisis sugiere que las opiniones aparentemente científicas (como las de las agencias calificadoras de deuda) en las que el orden económico se sustenta, no son más que una serie de golpes de Estado simbólicos que simplemente descansan en la creencia colectiva de quienes se someten a ellas (comenzando por los medios de comunicación).

¿Qué es lo que más extraña de Bourdieu desde su muerte y qué deberíamos recordar de él?

Personalmente, sus llamadas de teléfono a las dos de la mañana que me brindaban una energía eléctrica. Los desayunos en su cocina, en los que se mezclaba de todo. Aunque lo negase en La sociología es un arte marcial, la película que Pierre Carles hizo sobre él, Bourdieu nunca se quitó sus lentes sociológicos.

Pero el autor de El sentido práctico está aún presente entre nosotros, a través de la miríada de trabajos que su pensamiento estimula en todo el planeta. Es el nombre de una empresa colectiva de investigación que atraviesa todas las barreras entre disciplinas y países, estimulando una ciencia social crítica del orden establecido.

Sus conceptos a partir del fútbol

Bourdieu escribió sobre muchos temas. A pesar de su diversidad, tenía un conjunto de elementos teóricos básicos, con los cuales leía una realidad social particular. Los conceptos más clásicos son ‘campo’, ‘hábitus’ y ‘capitales’, que se refieren tanto a características individuales como a regularidades sociales.

Básicamente, un campo es un espacio (puede ser físico como un parque o más ‘virtual’ como el trabajo), en el cual hay unos actores (es decir, individuos o instituciones) que tienen un hábitus, o comportamientos ‘específicos’ que están relacionados a la vez con unos capitales, o sea la cantidad de dinero, de amigos, de títulos educativos y de credibilidad que tenga.

La comparación que se hace usualmente es con una cancha de fútbol: la cancha es el campo; los jugadores, técnicos, el público y los medios de comunicación son los agentes; y es de esperar que los jugadores usen un uniforme y sigan las reglas del juego, es decir, tienen un hábitus (sería inusual que un cronista deportivo entre a jugar a la cancha); y cada uno de estos agentes tiene características específicas para cada uno, es decir, el técnico lo es porque lo nombraron como tal, llegó a ocupar esa posición por sus habilidades y contactos, y tiene experiencia en el juego (sus capitales).

Todo lo que ocurre en la cancha son las relaciones entre agentes. La forma en la que interactúan técnicos con jugadores, jugadores entre sí, etc., son su objeto de estudio. Pero no se queda en simplemente el qué hacen, sino también qué significa que hagan eso y no otra cosa y por qué.

La utilidad de Bourdieu en Colombia

La sociología de Bourdieu ofrece poderosas categorías analíticas para estudiar las relaciones sociales. Por ejemplo, el concepto de capital ayuda a mostrar que la profunda inequidad de la sociedad colombiana —una de las más desiguales del mundo— está basada no sólo en diferencias de capital económico entre ricos y pobres, sino también en otras que refuerzan esa asimetría: las conexiones sociales y las “palancas” familiares que tienen “los de arriba” (capital social), los obstáculos que enfrentan “los de abajo” para acceder a la educación de calidad (capital cultural) y las muchas formas que tenemos los colombianos para distinguirnos y clasificarnos por rasgos de clase, raza, género, orígenes regionales (la “pinta” o el acento) que dan mayor o menor credibilidad a quienes los llevan (capital simbólico). Con esas y otras herramientas se podrían analizar muchos campos sociales, desde las familias y las empresas, hasta los colegios y los centros comerciales.

* César Rodríguez Garavito, Ph.D. en
Sociología y columnista de El Espectador.

Cumbre de discípulos en Bucaramanga y Bogotá

La Embajada de Francia en Colombia y la Alianza Francesa realizarán en Bucaramanga, el 12 y 13 de marzo, y en Bogotá, entre el 14 y el 16 de marzo, en el Aula Máxima de la Universidad Militar, el “Coloquio Internacional Pierre Bourdieu 10 años después”. Tiene como propósito convocar a investigadores, profesionales y científicos sociales, colombianos y extranjeros, para realizar un balance de la proyección en estos espacios de la sociología de Bourdieu a 10 años de su fallecimiento. Se analizarán la importancia del pensamiento relacional de Bourdieu aplicado a la actual coyuntura de crisis económica, social, cultural y política, a las tensiones en el arte y los medios masivos de comunicación, a la irrupción de luchas sociales, entre otros.

Se hablará de sus estudios sobre Argelia, Francia, Japón y el orden global emergente. También de los estudios culturales, la estética, la antropología, la ciencia política, la teoría jurídica, la comunicación, etc. Habrá cuatro ejes : Sociología de la cultura y la educación, Transformaciones del campo político, Estudios en la comunicación y las artes y Economía y relaciones globalizadas.

* Esta entrevista, realizada con ocasión de la publicación del nuevo libro de Pierre Bourdieu ‘Sobre el Estado’ es publicada de manera simultánea en diversas lenguas y países. Traducción: Javier Auyero, Manuel Iturralde e Ignacio Pardo. Edición para El Espectador: Andrés Páramo Izquierdo.

Por Especial para El Espectador París

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