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Beatriz Quintero es una mujer de convicciones profundas. El pasado 4 de noviembre, cuando el Congreso hundió el proyecto de reforma política y con él la oportunidad de hacer paritaria la participación de hombres y mujeres en el cuerpo colegiado, ella no se desesperó, aunque lograr ese cambio sea uno de los propósitos de su vida. La derrota se sumó a las de años anteriores en los que también los legisladores le dieron la espalda a esa búsqueda, pero no definió el rumbo del asunto. Días después, los parlamentarios lo aprobaron en la discusión de la reforma electoral. Quintero lo aplaudió como un avance que ella, como directora de la Red Nacional de Mujeres, junto con otras organizaciones, han hecho posible en nombre de las que les precedieron y las del futuro.
(Lea: ¿Quién le teme a la paridad?)
Hace siete años ocupa el cargo que le ha dado un micrófono con más resonancia a su voz feminista. Desde ahí ha liderado la lucha por la autonomía física, económica y política del género, asuntos que el Estado no termina de resolver. Sin desconocer ese trabajo, es incisiva al recordar que fueron las sufragistas de los años 50 las que dieron el primer paso. Ellas les abrieron la puerta a las demás para ser ciudadanas y, de ahí en adelante, exigir que sus derechos no aparezcan solo en la Constitución, sino que tengan un efecto manifiesto. “Les agradezco a esas mujeres que lucharon para que pudiera ir a la universidad, tener propiedad, ser independiente. Me paro en sus hombros para continuar la labor”, dice orgullosa.
Nació en 1952 en Medellín y a los 16 años se encontró de frente con los prejuicios contra la mujer que hervían en la época y dictaban, casi como una brújula, el camino que debían seguir las señoritas: saltar del colegio al altar. No fue su caso. En medio de un ambiente emocionante que abrazaba a las primeras colombianas en votar, ingresó a la Universidad Nacional a estudiar ingeniería. Allí se topó con expresiones decepcionantes: un profesor que las recibió preguntándoles si atendían al aula para “conseguir marido” y la falta de baños para mujeres porque las directivas pensaron que “nunca iban a ingresar”, relató a Cartel Urbano. Su paso por el claustro fue, entre otras experiencias, el caldo de cultivo en el que floreció un activismo fervoroso del feminismo en favor de los derechos políticos.
Gracias al brío de sus ideas, los últimos cinco años la Red Nacional de Mujeres se ha acercado a las congresistas que dan su voto para equilibrar la participación en el Congreso que, en este período, cuenta con apenas el 19,7 % de representación. Este 2020, en especial, esa organización, de la mano de Fescol, el Instituto Holandés para la Democracia Multipartidaria, la Casa de la Mujer, la Fundación Avina, la Red Nacional de Incidencia Política Nosotras Ahora, la Unión de Ciudadanas y la Fundación Empoderarte impulsaron la campaña ¡Paridad Ya!, un llamado para que el Legislativo esté a la altura de la historia y de lo que claman, desde décadas atrás, miles de mujeres en Colombia: que esa proporción pase a un 50 % y que cumpla los principios de alternancia (a través de listas cremalleras) y universalidad (que esta regla se aplique en todos los territorios del país, así sean concejos municipales o asambleas muy pequeños).
“Este año decidimos que teníamos que trabajar de cara a la opinión pública y hacer incidencia en ese espacio de decisión que es el Congreso de la República. Casi todas las legisladoras son aliadas: Nora Burgos, Adriana Matiz, Angélica Lozano, Juanita Goebertus y las que forman parte de la Comisión de la Mujer. También hombres como José Daniel López”, agrega. Quintero destaca que es un avance lo que ha pasado con la discusión sobre la paridad, pero le da tristeza ver que el cambio sea tan lento y que haya mujeres que hablen de ello como un “privilegio” y no como la garantía de un derecho.
“La igualdad y la no discriminación deben ser básicas para construir una sociedad. Una en la que quepamos todos y tengamos una participación proporcional. Las mujeres somos algo más del 50 % de la población y el Congreso debe representar al pueblo. A veces me angustia la demora en algo que es necesario, pero también es agradable ver a los congresistas con argumentos sólidos, profundos y analíticos defendiendo la paridad”, cuenta, mientras recuerda la insistencia que han tenido por defender una verdadera democracia participativa.
(Lea también: El camino para hablar de paridad en política)
Con sentimientos encontrados, Quintero es consciente de que la discusión del 50-50 en las plenarias de Senado y Cámara serán difíciles, porque en esos espacios “prima el interés político personal”. Sin embargo, sostiene que la paridad es un camino progresivo y que si esta vez el Legislativo no lo aprueba, ellas seguirán en las calles, también en el Capitolio y con los micrófonos bien abiertos para continuar pidiendo lo evidente. “Para que haya paridad tienen que salir 30 hombres congresistas. Así de sencillo. Eso requiere visión y generosidad, y un entendimiento más universal de la política. Votar la pérdida de su curul requiere grandeza, y eso es complejo”, declara.
¿Qué hará si 2020 no resulta el año de la paridad? “Esta batalla le da sentido a la vida. Me gusta sentir que he contribuido a que la sociedad sea un poquito mejor. Quizá no es suficiente, pero es un aporte para las mujeres que vienen y para una misma. Si lo hunden, haremos campaña mediática mostrando que los congresistas no estuvieron a la altura del momento histórico y anunciaremos que seguimos detrás de la paridad. Vamos a ganar”.
