Contraloría de Santander: una pelea entre casas políticas

Con un presupuesto de $9.000 millones y la responsabilidad de hacerles seguimiento a los funcionarios del departamento, los diputados definirán el nombre del próximo contralor.

Alfredo Molano / @AlfredoMolanoJi
15 de enero de 2020 - 11:00 a. m.
Los 16 diputados de Santander están citados hoy a las 3:00 p.m. para definir el próximo contralor. / Liliana Rincón
Los 16 diputados de Santander están citados hoy a las 3:00 p.m. para definir el próximo contralor. / Liliana Rincón

La elección del próximo contralor de Santander, un pulso donde han tomado parte las fuerzas vivas de la política regional, tiene su cita decisoria hoy en la Asamblea. Los 16 diputados tomarán parte en una contienda donde las casas políticas más poderosas del departamento se están jugando el pellejo: la del actual gobernador, Mauricio Aguilar, y la del exgobernador Didier Tavera, hoy bajo medida de aseguramiento. Un contexto en el que, a pesar de los 62 aspirantes que se presentaron a concurso, solo tres tienen juego y, según los más conocedores, el cargo se lo disputan dos figuras del entorno de la casa Aguilar: Carlos Fernando Pérez Gélvez y Édgar Higinio Villabona. El tercer candidato, Hernando Medina, tiene —como suele pasar en este tipo de concursos— una intachable hoja de vida y pocos reparos, pero no cuenta con el apoyo político. Salvo que un milagro ocurra de la mano de las fuerzas de oposición.

Milagro que no puede descartarse, pues la experiencia reciente dicta que cualquier cosa puede ocurrir. Hace 15 días el panorama de elección del próximo contralor de Santander era radicalmente distinto. Encabezaba las apuestas Pablo César Díaz Barrera, quien tenía el puntaje más alto en el concurso de méritos realizado por la Universidad Autónoma de Bucaramanga. Su elección se daba como un hecho, puesto que es un conocido dirigente del Partido Conservador, familiar del presidente de la Asamblea, Luis Eduardo Díaz —así como hermano del exalcalde de Floridablanca y del exsecretario de Infraestructura departamental, Carlos Díaz—, y hombre de la entraña del exgobernador Tavera, hoy en prisión domiciliaria por cuenta de que se le sigue la pista por presuntas irregularidades en una serie de contratos. Díaz Barrera era visto como el virtual contralor, tenía el apoyo de las casas políticas, la simpatía de los diputados y encabezaba el listado de elegibles.

Sorpresivamente, cuando el país se encontraba en el clímax de las fiestas navideñas, Díaz Barrera vivía una encrucijada en el alma que se resolvió en la mañana del 30 de diciembre de 2019, último día de sesiones de la Asamblea Departamental. Muy temprano, y de manera súbita, renunció a su aspiración al cargo de contralor. “Debo expresar que me han surgido nuevas oportunidades laborales en la ciudad de Bogotá y, a la par, aspectos familiares me inclinan hoy día a sopesar y reflexionar sobre el debate público al que me he sometido, por lo cual considero que la decisión de dar un paso al costado me permite razonar entre diferentes aspectos personales y laborales”, escribió en su carta de renuncia. La dimisión produjo un movimiento insospechado en la lista de elegibles: entró Pérez Gélvez y le quitó el apoyo del gobernador Aguilar a Villabona.

Contexto: Las estructuras del poder en Santander

“La dimisión de Díaz hizo parte de un arreglo político bien calculado. Tenía que haberla presentado ese último día de sesiones, puesto que, si no lo hacía, la decisión la tendría que tomar la nueva Asamblea Departamental, en la cual no tienen las mayorías tan fácilmente”, aseguró un integrante de la corporación, integrada por 16 diputados, de los cuales seis son de oposición: dos del movimiento del exalcalde Rodolfo Hernández, dos de la Alianza Verde y dos del Polo, incluyendo a Leonidas Gómez, quien integró la Asamblea por cuenta de ser el segundo en las elecciones a gobernador. En este escenario hubiera sido más difícil que la Asamblea aceptara la renuncia de Díaz y probablemente se estaría en un debate jurídico sobre si eso le abría la puerta a Pérez u obligaba a elegir entre los tres de la lista de elegibles. Debate que parece diluirse en la premura de la elección.

Así las cosas, quien tiene la ventaja es Pérez Gélvez, un político curtido en la arena santandereana, que cuenta con la valiosa bendición del coronel Hugo Aguilar, condenado por parapolítica y recientemente capturado por presunto lavado de activos, además de padre del senador Richard Aguilar y del actual gobernador. Entorno que lo puso de secretario general de la Contraloría durante la administración de Richard y recientemente participó de la campaña del mandatario de turno y hasta hizo parte del equipo de empalme. Dicen los medios regionales (él lo desmiente) que estaba presente el día que recapturaron al coronel Aguilar, el pasado 11 de diciembre. De igual manera se le cuestiona un asunto familiar: su hermano, Mario Pérez Gélvez, quien figura en una sentencia de la Corte Constitucional como un comandante paramilitar en Aguachica (César).

Consultado sobre los cuestionamientos, Pérez se defendió argumentando que su hoja de vida y conocimientos lo ubicaron de cuarto en el escalafón de elegibles, que su trayectoria política es intachable y no lo avergüenza, y que “su hermano fue desaparecido hace más de 20 años, dejando una herida familiar que no ha tenido sepultura”. “Realmente, lo de mi hermano es un ataque muy bajo en contra de la honra familiar. Él no pudo defenderse de las acusaciones y nosotros nunca conocimos de que tuviera vínculos con la criminalidad”. Pérez acusa a Édgar Higinio Villabona de ser el promotor de la campaña negra en su contra y asegura que lo hace porque se ve perdido. El perfil de Villabona tampoco es el de un hombre ajeno a los círculos del poder. Ha sido candidato a distintos cargos de elección popular, cercano al Centro Democrático y al Partido Conservador. Apoyó la candidatura de Fredy Anaya a la Alcaldía de Bucaramanga y la de Mauricio Aguilar a la Gobernación. Villabona también defiende sus posturas y asegura que lo critican por ser “frentero y tomar posiciones”.

Y finalmente, en el tercer lugar y para muchos sin ninguna posibilidad de ser elegido, está Hernando Medina, un funcionario de carrera de la Contraloría que lleva diez años en la entidad. Sostiene que no milita en ninguna colectividad política, pero tampoco cuenta con el apoyo de las casas políticas. Se ubicó de segundo en la lista de elegibles que entregó la UNAB y se presenta como un técnico dedicado al control fiscal. “Tuve la esperanza de que, dado que el 80 % de la Asamblea se renovó y la oposición tiene seis votos importantes, tenía alguna opción. No tengo el apoyo de las mayorías, pero hay un sector de opinión que espero me acompañe. Muchos diputados dicen que, como no tengo opción, mejor no votar por mí, pero tengo la ilusión de que al final quienes tienen un discurso anticorrupción respeten sus banderas y me acompañen”, concluyó Medina. En este escenario, con el exgobernador investigado y detenido, con el padre del gobernador condenado y también con medida de aseguramiento, la puja por la Contraloría de Santander está al rojo vivo, en una tierra donde la corrupción parece haber hecho metástasis.

Por Alfredo Molano / @AlfredoMolanoJi

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar