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¿Debe regularse el uso de celulares y de redes por parte de niños y adolescentes? (análisis)

Pensando en su posible impacto en la salud mental, la soledad y los comportamientos antisociales, diversos estudios han analizado cómo usan las redes sociales los niños y adolescentes en América Latina.

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Mateo Giraldo B.*
11 de abril de 2025 - 08:47 p. m.
Estas tecnologías han entrado en los entornos escolares, laborales, y despiertan incógnitas en cuanto al buen uso por parte de toda la población de todos los Estados.
Estas tecnologías han entrado en los entornos escolares, laborales, y despiertan incógnitas en cuanto al buen uso por parte de toda la población de todos los Estados.
Foto: Ron Lach
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El uso de redes sociales entre niños y adolescentes ha aumentado significativamente en América Latina y en el mundo. Hay preocupación sobre su impacto en los procesos de enseñanza y aprendizaje, en la socialización y en la salud mental en general. La soledad, el estrés, la ansiedad, la depresión y los comportamientos antisociales a edades tempranas son temas de reflexión y conversación en este período histórico en el que se ha creado una vida paralela digital.

A lo largo de la historia las innovaciones tecnológicas y las prácticas culturales asociadas siempre vienen acompañadas de conversaciones sobre el buen uso, los riesgos y los impactos en la vida de los ciudadanos. Piénsese no más en el impacto de la innovación de Gutenberg.

Un ejemplo actual son las inmersiones digitales prolongadas y sin filtro alguno que se encuentran entre lo humano, lo no humano y la máquina. El acceso a dispositivos móviles ha dado cuenta de las mil caras de la internet. Emerge la necesidad de entender sus oportunidades, sus desafíos y sus limitaciones. El uso exponencial de las tecnologías digitales que hacen las ciudadanías globales ha causado preguntas sobre cómo incluirlas dentro de nuestros tiempos en el día a día y de cómo integrarlas a nuestras actividades de socialización (ej. educación, trabajo, deporte, bienestar, artes).

Estas tecnologías han entrado en los entornos escolares, laborales, y despiertan incógnitas en cuanto al buen uso por parte de toda la población de todos los Estados, especialmente por parte de niños y adolescentes, quienes se encuentran probando el mundo y pueden interiorizar ideas, comprensiones y comportamientos perjudiciales para su bienestar futuro.

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¿Debe limitarse o regularse el uso de dispositivos móviles y de las redes sociales a niños y adolescentes? ¿Cuáles podrían ser los efectos contraproducentes en comportamiento y cognición del uso desbordado de las tecnologías digitales? Y también, ¿cuáles son los beneficios que conlleva integrar estas herramientas digitales y de relaciones virtuales a los ambientes familiares, escolares y laborales?

El tema ha aparecido en los últimos años en universidades y centros de estudio del norte global.

A continuación se recogen las conclusiones de tres de las investigaciones. Aunque no están situadas en Latinoamérica, dejan ver una la manera de abordar el problema y dan guías para orientar la conversación sobre él.

El uso excesivo de dispositivos móviles está correlacionado con mayores niveles de ansiedad, estrés y síntomas depresivos entre los adolescentes, según los siguientes estudios:

  1. Cómo las redes sociales afectan la salud mental de los adolescentes: una guía para padres (How Social Media Affects Your Teen’s Mental Health: A Parent’s Guide); Facultad de Medicina de la Universidad de Yale. 
  2. Redes sociales y salud mental en niños y adolescentes (Social Media and Mental Health in Children and Teens), Johns Hopkins Medicine, 2024. 
  3. Adicción a las redes sociales y salud mental: la creciente preocupación por el bienestar de los jóvenes (Social Media Addiction and Mental Health: The Growing Concern for Youth Well-Being), Faculdad de Derecho de la Universidad de Stanford.  

Las tesis se asemejan en afirmar que la exposición prolongada a pantallas, especialmente móviles y de bolsillo, deteriora la calidad del sueño y reduce las interacciones sociales. Las redes sociales exacerban estos efectos al mantener a los adolescentes en un estado de continua interacción y autocomparación. ​

Los resultados de las tres investigaciones

Las principales tesis y los argumentos de cada uno son:​

1. Destaca que, aunque las redes sociales pueden ofrecer beneficios como conexión social y acceso a información, su uso excesivo está asociado con riesgos significativos: exposición al ciberacoso, disminución de autoestima debido a comparaciones sociales, e interferencia con el sueño. Estos factores pueden contribuir al desarrollo de ansiedad y depresión a temprana edad. El artículo subraya la importancia de que los padres supervisen y regulen el uso que hacen sus hijos de las redes sociales, al fomentar hábitos digitales saludables y promover actividades fuera de línea.​

2. Reconoce que las plataformas proporcionan apoyo social y cierta sensación de pertenencia, especialmente para aquellos que buscan comunidades afines. Pero, por otro lado, señala que su uso excesivo está vinculado a depresión, ansiedad y alteración del sueño. El artículo subraya la necesidad de un equilibrio en el uso de estas plataformas y recomienda que los padres mantengan una comunicación abierta con sus hijos sobre su actividad en línea, al establecer límites adecuados y fomentar interacciones en el mundo real.​

3. Destaca que el uso intensivo de estas plataformas está asociado con un aumento en los casos de depresión, ansiedad y angustia psicológica entre los adolescentes. Además, menciona acciones legales recientes, como la demanda presentada por la ciudad de Nueva York contra empresas de redes sociales, acusándolas de contribuir a la crisis de salud mental juvenil. Sugiere la necesidad de una regulación más estricta y de políticas que den prioridad al bienestar de los usuarios, así como una mayor responsabilidad por parte de las empresas tecnológicas.​

Los artículos pueden trazar un itinerario de enfoques y abordajes para comenzar a tratar este tema particular en Colombia.

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Una aproximación a Latinoamérica y la cercanía del fenómeno con Estados Unidos

A continuación presento los principales hallazgos de dos investigaciones, una realizada con población latinoamericana y la otra con población estadounidense, donde se destacan las similitudes y conexiones de este fenómeno particular de la relación entre niños y adolescentes con las nuevas tecnologías, especialmente el uso de redes sociales.

El estudio Soledad y falta de amigos entre adolescentes de 25 países de América Latina y el Caribe, del año 2020, analizó datos de veinticinco países de ingresos bajos y medios de América Latina y el Caribe. Reveló que aproximadamente el 18,1% de los adolescentes reportaron sentirse solos la mayor parte del tiempo o todo el tiempo, o no tener amigos cercanos. Las niñas eran más propensas que los niños a reportar soledad, mientras los niños eran más propensos a reportar no tener amigos cercanos.

Y otro estudio publicado en el U. S. Public Health Service, que abarca el mismo período de tiempo, analizó datos estadísticos de más de un millón de adolescentes del país norteamericano. Encontró que los sentimientos de soledad entre los adolescentes aumentaron significativamente entre 2012 y 2018. Este aumento de la soledad se correlaciona con la proliferación del acceso a teléfonos inteligentes y el uso de redes sociales por parte de estas poblaciones jóvenes.

Los resultados de estos dos estudios coinciden en: (i) Hay una prevalencia del uso de las redes sociales como actividad eje de la vida cotidiana, pues el 95% de los jóvenes de entre 13 y 17 años afirmaron usarlas y más de un tercio indicaron que su uso era casi constante, unos minutos cada hora del día. (ii) Hay posibles riesgos para la salud mental, ya que psicólogos y psiquiatras han relacionado esto con trastornos como ansiedad, depresión y sentimientos de soledad entre los adolescentes. (iii) Hay una influencia determinante en el comportamiento social, ya que las redes sociales pueden no solo estimular formas muy concretas de relaciones sociales estereotipadas, sino también contribuir a comportamientos antisociales como el ciberacoso y la disminución de las interacciones presenciales, lo que puede agravar aún más los problemas de salud mental.

Posibles acciones estatales e institucionales

De la anterior situación fáctica surge la pregunta sobre si los Estados o las instituciones sociales deben entrar a regular el uso de dispositivos electrónicos en espacios y tiempos específicos. Un ejemplo reciente es Brasil, donde más del 60% de las escuelas públicas ya aplican medidas para prohibir el uso de celulares, incluso durante los recreos. La prohibición responde a la idea de que esta prohibición fomenta la socialización. La cultura brasileña, que tiene una fuerte inclinación a la comunicación, ha facilitado la adicción a las redes sociales, lo que ahora preocupa a los funcionarios del Ministerio de Educación de Brasil.

En España se ha abierto el debate sobre la limitación del uso de pantallas y redes sociales de manera no filtrada por parte de niños y adolescentes. Esto lo reitera, para distintos medios españoles, la psicóloga Merche Cimas, especializada en adolescencia y dependencia de las nuevas tecnologías. Según ella, es importante que las familias y las instituciones educativas establezcan límites claros en el uso del teléfono móvil y otras pantallas por parte de sus hijos en momentos en que priman otras necesidades de socialización, atención, interacción y participación en la vida común. Cimas argumenta que muchos padres, docentes y rectores carecen de la información necesaria sobre contenidos saludables y cómo gestionarlos, lo que dificulta su capacidad para guiar adecuadamente a sus hijos. Ella apoya medidas como la limitación de móviles en las aulas y en los entornos escolares o íntimos familiares, lo que reduciría el ciberacoso, la baja autoestima, la comparación incesante, la imposibilidad de filtrar contenidos veraces y realistas que hacia el futuro perjudicarán la salud mental de los jóvenes. Recomienda a los padres empezar la formación sobre el uso de móviles desde los 11 o 12 años y sugiere que no se debe regalar u proporcionar un dispositivo móvil propio antes de los 14 o 15 años.

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Para la reflexión

Los anteriores hallazgos resaltan la necesidad de una supervisión adecuada y la implementación de políticas que promuevan un uso saludable de las redes sociales entre los jóvenes en América Latina. Habría que seguir pensando en cuáles son las acciones más eficaces para maximizar beneficios y disminuir riesgos del uso extremado de redes sociales. Es necesario hacer estudios como estos en nuestro país.

Un término interesante utilizado por la UNESCO es el de ICT literacy o educación TIC (tecnologías de la información y la comunicación). Se trata de enseñar a las nuevas generaciones principalmente –aunque es deseable extenderlo a toda la ciudadanía– cómo funcionan las tecnologías digitales, qué es y cómo se desarrolló la informática, cuáles son las bases y los principales atributos de estos sistemas tecnológicos, para que las poblaciones estudiantiles encuentren un discernimiento más completo y crítico sobre las bondades y las limitaciones de toda tecnología y más de las aplicadas a las relaciones sociales e interpersonales. El término ICT literacy también se extiende a comprender las implicaciones éticas, sociales y legales de las redes sociales.

Así, en lugar de mecanismos de regulación se estaría abordando el problema con acciones de formación. Sería provechoso para la comunidad cercana y la sociedad en general.

Es esencial que padres, educadores y responsables de políticas implementen estrategias para mitigar los riesgos y promover un uso equilibrado y consciente de las plataformas digitales.

*También leer otros artículos periodísticos interesantes sobre esta temática de creciente interés:

The New Yorker: Has Social Media Fuelled a Teen-Suicide Crisis?

Financial Times: Young people are hanging out less - it may be harming their mental health

The Times: How dangerous are smartphones for children - and should we ban them?

*Investigador de la cultura con énfasis en acontecimientos emblemáticos de la historia y en la relación entre estética, ética y política.

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Por Mateo Giraldo B.*

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