Aunque es claro que la democracia colombiana ha dado muestras de firmeza y de tener unos cimientos fuertes y consolidados, lo sucedido hace unos días en Brasil, cuando cientos de seguidores del derechista expresidente Jair Bolsonaro intentaron tomarse por la fuerza varios edificios institucionales reclamando la intervención de los militares para derrocar al recién posesionado Luiz Inácio Lula da Silva, ha generado una serie de reacciones de todo tipo e incluso hay quienes ven en uno u otro comentario una supuesta incitación a un golpe de Estado en contra de Gustavo Petro, el primer presidente de izquierda que llega al poder en nuestra nación.
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Se sabe de una convocatoria a un “gran paro nacional” en contra del Gobierno el próximo 14 de febrero, que algunos relacionan con querer “tumbar” al primer mandatario, y hasta circulan en internet los audios de unos supuestos exmilitares postulándose para “hacer caer a Petro a las buenas o a las malas”. Asimismo, dentro de esas teorías de conspiración que pululan se habla de una invitación a la “desobediencia civil” a través de una presunta estrategia coordinada desde Miami, que tendría como eje las ciudades de Medellín, Cali y Bogotá, y que comenzaría a ser implementada en los próximos dos meses.
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Y es que en un país tan polarizado, cualquier palabra o cualquier frase dicha sirve para caldear los ánimos en las redes sociales, donde casi siempre los insultos se imponen a los argumentos. Para la muestra un botón: fue solo hasta que la senadora María Fernanda Cabal, del Centro Democrático, planteara en su cuenta de Twitter la movilización en contra del gobierno Petro, para que de inmediato muchos de los seguidores del presidente prendieran las alarmas. “¿Cuántos firmes para un paro nacional ante este gobierno guerrillero?”, escribió la congresista. “¿Cuántos firmes para respaldar a este gobierno ante un golpe de Estado”, le contestó Wilson Suaza, director del Movimiento Social Vamos que Vamos de Cali.
Por cierto, Suaza también vio en unas declaraciones del general (r) Eduardo Zapateiro, excomandante del Ejército, una develada amenaza al mandato progresista del Pacto Histórico. “Primero hubo Ejército que República”, le dijo el exoficial a la revista Semana, algo que para el líder social es una incitación a “tumbar” a Petro: “¿Nueva amenaza de golpe de Estado? Ni lo piense Zapateiro. Estamos dispuestos a defender el gobierno progresista a toda costa”, recalcó Suaza.
Pero el asunto tiene otras aristas, más allá de declaraciones de lado y lado prendiendo el debate, muchas de las cuales tienen detrás intenciones políticas de sus protagonistas, teniendo en cuenta que estamos en un año electoral y se viene el pulso por el poder regional y local. Se trata de las alusiones y comparaciones de lo sucedido en Brasil con el llamado “estallido social” de 2021 que afectó al antecesor de Petro, Iván Duque.
La senadora Paloma Valencia, también del Centro Democrático, al rechazar lo sucedido contra el gobierno de Lula da Silva y recientemente en Perú, país que atraviesa por estos días una situación de crisis y donde su presidente, Pedro Castillo, se encuentra detenido tras intentar revocar el Congreso, lo comparó con lo sucedido en el paro nacional contra Duque.
“Rechazo las protestas violentas y todas las vías de hecho en Brasil. Como recientemente en Perú, y antes en Colombia (durante el paro nacional) y en Chile. La violencia y el desconocimiento de las reglas del juego democrático les hacen mucho daño a las sociedades”, trinó la legisladora. Palabras que tuvieron réplica nada más ni nada menos que por parte de Sofía Petro Alcocer, hija del presidente: “Nada que ver una cosa con la otra. Me parece muy peligrosa esa simplificación. La protesta es un derecho, intentar un golpe de Estado es un delito”.
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Por cierto, cabe recordar que, sobre el caso de Perú, cuando Castillo intentó cerrar el Legislativo y fue destituido y encarcelado, generando duras manifestaciones con varias personas muertas a lo largo del país, se presentó un fuerte enfrentamiento entre el senador Miguel Uribe Turbay, otro miembro de las filas del Centro Democrático, y los defensores del Gobierno. Y es que en un comentario hecho en su cuenta de Twitter, el legislador de oposición dio a entender que, así como en Perú, el Congreso debería hacer “lo propio” con el presidente Petro.
“Lo de Perú hoy es un ejemplo de lo que debe hacer el Congreso cuando están en peligro la democracia y la libertad. El Congreso de Colombia debería hacer lo propio. Nuestra responsabilidad es ser garantes de la democracia, no notarios del presidente”, escribió. Su declaración desató preguntas incluso de políticos que no son parte de las fuerzas oficialistas. Por ejemplo de Octavio Cardona, representante liberal, quien cuestionó: “Como congresista solicito respetuosamente que nos aclare, ¿qué es ‘lo propio’?”.
Como era de esperarse, en el Pacto Histórico cerraron filas en defensa de Petro. “Llamar a un golpe de Estado porque no te gusta quién gobierna no es ser democrático y lo que pasó en Perú no es un ejemplo. Somos demócratas y respetuosos de la Constitución y la independencia de poderes”, respondió la senadora María José Pizarro. “El Congreso de Colombia actual es tan independiente como lo fue en el cuatrienio de Duque, 2018-2022. Ustedes eran gobierno y nosotros oposición. La máscara se cae a quienes anhelan golpes de Estado”, expresó también la senadora Angélica Lozano, de los verdes.
Uribe Turbay tuvo que salir a dar explicaciones por su comentario. “No estoy promoviendo un golpe de Estado, eso es tan absurdo que ni siquiera merece respuesta. Estoy haciendo todo lo contrario, estoy diciendo que la democracia hay que protegerla, que ante las amenazas a la democracia e institucionalidad las instituciones deben funcionar”, manifestó, cuestionando que para él el Congreso colombiano “ha actuado como notario de los caprichos de Petro” y lo que hizo fue un “llamado a que las instituciones funcionen como debe ser”.
Y ni qué decir del rifirrafe que sostuvieron la senadora Cabal con el mismo presidente Petro, tras lo acaecido en Perú. La legisladora levantó polémica cuando, tras la detención de Pedro Castillo, aseguró que “los ejércitos con vocación son anticomunistas”. A lo que el primer mandatario respondió: “Está desatada la ansiedad de golpes en nuestra ultraderecha latinoamericana. Les importa un bledo la voluntad popular. Los ejércitos no tienen por qué ser ni fascistas ni comunistas, los ejércitos son de la nación”.
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Para el profesor Jorge Iván Cuervo, de la Facultad de Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado, las situaciones de Brasil, Perú y Colombia son absolutamente diferentes, tanto por el diseño institucional como por la cultura política y la forma como se dio el tránsito de un gobierno a otro en cada país. “En el caso colombiano hubo una transición pacífica del poder, sin mayores traumatismos, a pesar de todo el ambiente crispado en un momento determinado en la campaña. El presidente Duque hizo lo que simbólicamente correspondía: recibir a Petro en el Palacio de Nariño, reconocer su triunfo, conversar con él, como buen símbolo institucional de la transferencia del poder”, señaló.
En este sentido, recalcando que nunca se ha discutido la legitimidad del triunfo de Petro, advirtió que las voces que dicen que hubo fraude son mínimas, marginales y no tienen ninguna importancia en la opinión pública. En cuanto a los audios que circulan en redes invitando a un supuesto golpe de Estado, recalcó que estos no trascienden más allá de tratar de movilizar la rabia y el descontento en algunos sectores radicales. “En la misma Fuerza Pública hablan de unas muy buenas relaciones con el Ejecutivo, y Petro ha tomado medidas que han hecho que estas sean fluidas. Cuando se hace referencia a golpes de Estado en América Latina, la primera variable a tener en cuenta es la capacidad que tienen los militares de apoyarlo, y aquí en Colombia no hay ningún indicio de ello. Y otro factor a considerar son las buenas relaciones del gobierno Petro con EE. UU.”, agregó.
En cuanto a las declaraciones de algunos voceros de la derecha, Cuervo cree que si bien una cosa es que expresen su inconformidad con las decisiones del Gobierno y otra que propongan salidas no institucionales, ninguno de ellos se ha comprometido públicamente a estimularlas. “Se habla de un paro nacional el 14 de febrero, eso está permitido, de hecho ya hicieron un par de marchas y no creo que eso lleve a un derrocamiento del presidente. Entre otras cosas, porque el diseño institucional de Colombia indica que la única manera de que un mandatario pudiera dejar el cargo, además de muerte o enfermedad, es que renuncie. Aquí está blindado, el Congreso no lo puede sacar, salvo que cometa delitos y remita a que lo juzgue la Corte Suprema de Justicia (…) algo que es bueno y es malo, aquí el presidente no es responsable políticamente. Y no creo que se vayan a dar movilizaciones masivas que hagan que considere su renuncia. En el caso de Duque se dio el estallido social y en ningún momento se consideró su renuncia”, enfatizó.
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Por su parte, Mauricio Jaramillo Jassir, profesor e investigador de la Universidad del Rosario, explicó que, por todo lo sucedido recientemente en Brasil, Perú, Chile, Colombia e incluso Ecuador, es importante diferenciar entre golpe de Estado, autogolpe, estallido social y levantamiento. “En Brasil hubo levantamiento e intento de golpe (…) golpe de Estado es una interrupción del orden constitucional. Acabar con un mandato de forma abrupta, como solían hacer militares en guerra fría en América Latina. Por ejemplo, lo de Allende en Chile”, explicó.
Y complementa: “Autogolpe es cuando el Ejecutivo neutraliza, anula o interviene un poder. Fujimori cerrando el Congreso en Perú, Serrano Elías en Guatemala o Lucio Gutiérrez destituyendo magistrados, o Castillo disolviendo también el Congreso. El levantamiento es preparado, como hicieron los indígenas en Ecuador en 1990 para protestar contra la celebración del ‘descubrimiento’, y el estallido es espontáneo y, en teoría, de corta duración, como en Chile con el aumento de precio del transporte o lo del 19N en Colombia”.
Lo cierto es que en las redes sociales se esgrimen todo tipo de teorías conspirativas y no faltan los extremistas, de lado y lado. Unos piden, efectivamente, “tumbar” a Petro, exponiendo absurdos argumentos de que su triunfo en las urnas fue ilegítimo. Otros, por su parte, ven en cualquier cuestionamiento al Gobierno un intento por desestabilizarlo. De cualquier manera, como bien lo reseñó El Espectador en su editorial del lunes pasado, en referencia a lo sucedió en Brasil, “La democracia global está en riesgo” y lo que “estamos viendo, una vez más, es lo que ocurre cuando los líderes políticos destruyen los acuerdos básicos de la democracia con fines egoístas”. De ahí el llamado a tener mucho cuidado con la violencia retórica en tiempos de tanto revuelo político. Y no solo Brasil y Perú son ejemplo, sino los mismos Estados Unidos con los seguidores de Donald Trump y el asalto al Capitolio en enero de 2021, tratando de desconocer el triunfo de Joe Biden.