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El reto de construir un gran acuerdo nacional

Por primera vez la izquierda ejercerá la Presidencia en Colombia, en medio de grandes expectativas por las reformas propuestas, muchas de ellas ambiciosas y de consensos. El uribismo anuncia que hará oposición y la gente espera que haya un nuevo rumbo, lejos del sectarismo y el odio.

Hugo García Segura
20 de junio de 2022 - 02:00 p. m.
El reto de construir un gran acuerdo nacional
Foto: GUSTAVO TORRIJOS

Colombia votó, y por primera vez en su historia tendrá un gobierno con tendencia de izquierda. Gustavo Francisco Petro Urrego dirigirá los destinos del país durante el cuatrienio 2022-2026, con un triunfo afianzado en el Pacto Histórico, coalición en la que confluyen partidos y movimientos políticos como Colombia Humana, Polo Democrático, Unión Patriótica, Mais, Aico, Poder Ciudadano, Partido Comunista y Soy porque somos, de su fórmula vicepresidencial Francia Márquez, entre otros, pero también con la propuesta de un gran “acuerdo nacional”, en el que, según ha dicho, puedan confluir personas que incluso han sido sus contradictores, con el fin de poder construir un consenso dentro de la diversidad, más allá de las diferencias de pensamiento, y así darle un nuevo rumbo al país, lejos del sectarismo y el odio.

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Fue su tercer intento de llegar al poder. Había sido candidato en 2010 y 2018, esa última vez llegando hasta la segunda vuelta, en la que fue derrotado por Iván Duque. Ahora, con 11’281.013 votos (el 50,44 %, con el 100 % de mesas escrutadas), una cifra histórica no solo para un candidato presidencial, sino también para la izquierda en el país, Petro llega al poder con múltiples retos, y el primero de ellos es el de la necesidad de construir confianza en esa gran parte de la población que no le perdona su pasado como militante de la guerrilla del M-19, que todavía busca cuestionar su gestión cuando fue alcalde de Bogotá, que insiste en sus temores por supuestas expropiaciones o que le critican su discurso, plagado de propuestas que muchos consideran como “populistas”.

El mapa de la jornada electoral dejó ver, efectivamente, que la victoria del candidato del Pacto Histórico se consolidó en los departamentos de la Costa Caribe, la región Pacífica y el sur del país, además de Bogotá. La periferia, que llaman. Y que Rodolfo Hernández, el candidato de la Liga de Gobernantes Anticorrupción, que obtuvo más de 10’580.412 de apoyos, ganó en la región Andina y los otros departamentos del centro del país. Una imagen que muchos asemejan a la que se vio en el plebiscito por la paz de 2016 y que expresa el sentir de cambio que claman las zonas que han vivido con mayor rigor la violencia de los grupos armados ilegales, y que muchas siguen padeciendo. Un reto más para el presidente electo, que en su campaña habló de hacer de Colombia una “potencia mundial de la vida”.

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“Hoy es día de fiesta para el pueblo. Que festeje la primera victoria popular. Que tantos sufrimientos se amortigüen en la alegría que hoy inunda el corazón de la patria. Esta victoria para Dios y para el pueblo y su historia. Hoy es el día de las calles y las plazas”, fue la primera reacción de Gustavo Petro tras el veredicto de las urnas, a través de Twitter. Su idea, ha dicho, es la de gobernar con una visión “progresista”, fundamentada en el cambio del modelo económico del país, a partir de un nuevo marco fiscal y tributario en el que los más pudientes sean los que más aporten, y apuntando a dar los primeros pasos para pasar del extractivisimo a la producción agrícola. Reformas que requieren ser aterrizadas y que no impliquen, de todos modos, un salto al vacío.

Otro de los grandes desafíos es el de la paz. Petro ha prometido retomar el camino de la implementación de los Acuerdos de La Habana, en momentos en que se acerca el informe de la Comisión de la Verdad, que traerá certezas dolorosas para muchos sectores y el Estado. De cualquier manera, a partir de este lunes comenzará la consolidación de las bases de lo que será ese nuevo gobierno de izquierda, lo que pasa por comenzar a perfilar a quienes acompañarán al nuevo primer mandatario en su equipo ministerial y otras dependencias claves, como Planeación Nacional o las superintendencias. Se verá entonces el correr de los rumores de pasillo en torno a nombres que comenzarán a sonar, en un ejercicio muy de los colombianos llamado “gabinetología”.

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Deberá definirse también un equipo de empalme. Ayer, una vez ratificado el triunfo del candidato del Pacto Histórico, el presidente Iván Duque reveló que llamó telefónicamente a Petro para felicitarlo: “Acordamos reunirnos en los próximos días para iniciar una transición armónica, institucional y transparente”, dijo. A su vez, desde diferentes sectores que han estado en la orilla contraria al hoy mandatario electo de los colombianos, por una parte el llamado fue a la unidad y a dejar las puertas abiertas para propiciar un diálogo que permita sanar las heridas y buscar dejar atrás las rencillas y la polarización.

Una cruzada que, de entrada, no se ve tan fácil, así el mensaje sea el de consolidar un gran acuerdo nacional. Si bien las mayorías en las urnas se inclinaron por Petro, casi que la otra mitad no votó por él. Además, la campaña dejó muchas heridas y el hoy presidente electo, a lo largo de su vida política, ha acumulado contradictores acérrimos, como el uribismo, que desde ya anunció que le hará veeduría y oposición. De hecho, la reacción del excandidato Federico Gutiérrez es una primera puntada de lo que se viene: “Petro, espero que su gobierno no sea el reflejo de su campaña. Que su presidencia dure cuatro años y no más. Que respete la propiedad privada, la libre prensa, la iniciativa empresarial, el ahorro de los colombianos, a los opositores y a quienes pensamos muy diferente a usted”, trinó.

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Así las cosas, dentro de ese reto de construir confianza resulta imperioso buscar gobernabilidad. Para nadie es un secreto que las fuerzas políticas con asiento en el Congreso que estuvieron del lado de Hernández para la segunda vuelta o que optaron por no tomar posición buscarán ahora reacomodarse en el juego del poder. Es de esperar que partidos como el de la U o Cambio Radical, que dejaron en libertad a sus militantes, o incluso el Liberal, que se dividió para un lado y para el otro, intentarán acercarse al nuevo gobierno. Es el juego de la política y en el Pacto Histórico saben que las reformas planteadas necesitan mayorías para poder salir adelante.

Gustavo Petro será pues el primer presidente de la izquierda en el país. Las expectativas por su gestión son gigantescas y Colombia espera un gobierno que de verdad represente un cambio que implique más oportunidades para la gente, menos pobreza, mejor acceso a la salud o la educación, protección del medio ambiente, lucha contra la corrupción y la inseguridad, entre muchas de las problemáticas que padece el país. La situación económica tras la pandemia y el actual escenario mundial invitan a la prudencia y a pensar cada paso que se dará. Petro será el presidente de todos los colombianos, no solo de quienes votaron por él. Y Colombia no está para más decepciones. Si le va bien, le va bien al país.

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