La política se hace con amigos y aliados, obvio. Sin embargo, lo que hay en Cartagena y Bolívar —lejos de fuerzas aliadas— son estructuradas redes familiares que asemejan la política a un ejercicio de herencia y sucesión. Aquí no basta la rosca, prevalece la sangre. De allí que no sorprenda que entre la baraja de candidatos que hoy buscan representar a los bolivarenses en el Congreso se impongan aquellos con cacareados y no poco apetecidos motes: “el hijo de”, “el primo de”, “la hermana de” y –salvo contadas excepciones– los “cercanos a”. Acá, a diferencia del monopolio que impera en varias zonas de la costa Caribe, la repartija del poder alcanza para varias casas y cada cual reivindica su “derecho” a una tajada del pastel.
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No obstante, ello no quiere decir que esos clanes, dinastías y “fami-empresas” electorales la tengan fácil a la hora de asegurar o, por qué no, sumar otra curul o puesto al “hogar”. Todo lo anterior, apalancados en un sistema que no distingue región en Colombia y sigue siendo tan efectivo como impune: la repartija burocrática, el apretón a la chequera del Estado, las relaciones con mafias clientelistas o redes de corrupción y, por ahí derecho, la violencia como método de intimidación.
“Para estas elecciones se está moviendo mucha plata, pero mucha plata”, dice con asombro y un dejo de angustia una de las diez fuentes que dan sustento a este artículo. Se trata de un dirigente regional, acostumbrado al quehacer político de antaño, que expresa inquietud por los recursos que cada casa está poniendo y son imposibles de igualar. Una muestra de ese caudal —sin que ello implique una ilegalidad o irregularidad, pero sí un indicio de los montos— es lo que reportan hasta ahora los dos aspirantes que, como insistieron una y otra vez las fuentes, son los seguros ganadores y los llamados a quedarse una vez más con un asiento en el Congreso: los actuales senadores Nadia Blel y Lidio García, sin duda, los pesos pesados de la región cuando de votos se trata.
Por un lado, Blel —hija de Vicente Blel Saad, excongresista condenado por parapolítica, y hermana del actual gobernador del departamento, Vicente Blel Scaff— ha reportado ingresos parciales a su campaña por $265 millones, mientras que los gastos suman casi $339 millones, según el portal Cuentas Claras. Por el otro, aparece García Turbay —el senador más votado de los liberales hace cuatro años, quien es primo hermano del exgobernador Dumek Turbay—, quien registra ingresos por más de $188 millones y gastos por $193 millones.
“Desde la casa Blel están puestas las maquinarias. Es que no solo tienen Gobernación, calcule cuántos municipios están bajo el dominio del Partido Conservador. La elección de Nadia y varias de sus fórmulas en Cámara está cantada”, explica una fuente que conoce el tejemaneje político de la región y prefiere no ser nombrada. Sus cálculos no son errados: además de la Gobernación, la colectividad azul —cuya cara más visible en la región son los Blel— se hizo a 13 de las 46 alcaldías del departamento, bien sea en solitario o en coalición. Ello indica que casi uno de cada tres municipios en Bolívar hoy está bajo la batuta conservadora.
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Esa llave entre Gobernación y alcaldías se traduce en ventajas nada despreciables a la hora de gestionar recursos, lograr inversión y apalancar plata para obras o para atender necesidades. “Los Blel están mandando la parada y acaparando todo. Es difícil competirles con semejante poder institucional que se traduce en capital político”, señala una política regional, destacando que hoy Nadia Blel es el segundo renglón en el tarjetón al Senado de los conservadores y que su caudal es suficiente no solo para subir a sus fórmulas a la Cámara, sino para dar una nada despreciable cuota inicial a la campaña presidencial de David Barguil, en caso de que este resulte electo en la consulta del Equipo por Colombia.
Según los cálculos de unos y otros, con semejante poderío es casi un hecho que los conservadores mantendrán su curul en el Senado, mientras que en Cámara serían tres los ungidos para ocupar una de las seis plazas que le corresponden a Bolívar. Se trata de Yamil Arana, quien busca repetir curul y es sobrino de Hernando Padauí, excongresista y exdiputado fallecido por covid que comenzaba a afianzar su poder regional. “Una parte de esa estructura decidió quedarse con ‘Yamilito’ y ahorita lo que tiene es gente trabajando para su campaña”, declaró una fuente. Se cuenta también como fija a Juliana Aray, fórmula de Nadia Blel y cercana a esa casa, a quien le bastó el espaldarazo de “Vicentico” Blel para saltar del anonimato a una curul cantada. “Parece criada por el viejo Blel, es como su hija putativa”, explica un dirigente.
Por último, suponiendo que sean tres y no cuatro las curules que acaparen los conservadores en Cámara, aparecen Andrés Montes y Fernando Niño. El primero es sobrino del político conservador William Montes, condenado por parapolítica y por su participación en el denominado Pacto de Ralito. El segundo renunció a su curul en el Concejo de Cartagena por dar el salto a la Cámara y es relacionado también con William Montes.
Por los lados del Partido Liberal —”es que Bolívar no deja de ser bipartidista”, explica entre risas un curtido político regional— se destaca Lidio García, nada menos que la cabeza de lista, que viene de ser presidente del Senado. El caudal que ha venido cosechando no es de poca monta y viene en crecimiento, aun cuando partió cobijas con su primo, el exgobernador Dumek Turbay: “No lo baja de desleal”, apunta una fuente. De hecho, esta semana se conoció que la Fiscalía pidió investigar a ambos por audios que dejaron al descubierto supuestas prácticas non sanctas para financiar campañas con recursos de megacontratistas que derivarían en más y más contratos.
No obstante, el poder de García es tal que podría asegurar al menos una cámara, si es que no mete dos: el actual representante Silvio Carrasquilla y el exdiputado Ignacio Happy Becerra. En este contexto aparece Laura Fortich, actual senadora del departamento, que, con un perfil y una figuración menor, está llamada a encarar el reto de mantener la curul.
Otra que está en veremos, coincidieron al menos ocho personas consultadas para este artículo, es la senadora Daira Galvis, de Cambio Radical, a quien le salió un contendor que, a punta de espaldarazos políticos, parece disputarle su poderío: el hoy representante Jorge Enrique Yoyo Benedetti. “Daira, a diferencia de los otros senadores, tiene votos por fuera de la región. Hay que ver si esta vez le alcanzan, porque ella no sale ni visita a nadie. En cambio Yoyo viene ganando reconocimiento y sumando respaldos. Es el candidato de William Montes y Dumek Turbay, por no hablar del guiño del contralor, Felipe Córdoba”, indica un dirigente. Además, en Cámara hace presencia otra vez la representante Karen Cure, a cuyo esposo relacionan con el grupo político de Enilce López, la Gata.
En la U también hay más sombras que certezas, pues el senador Andrés García Zuccardi —de la poderosa casa de los García— prefirió no aspirar tras la muerte, también por covid, del poderoso dirigente Juan José García Romero: “Lo mejor que hizo ese muchacho fue dar un paso al costado y evitar salir chamuscado”, explica una política. En su lugar, García Zuccardi respaldó a un senador que juega de visitante en la región: el barranquillero David Name, “que precariamente suena o tiene alguna notoriedad aquí”, agrega la dirigente.
En el Centro Democrático la situación es parecida. Ante el paso al costado del actual senador Fernando Nicolás Araújo —”muy seguramente por el desprestigio de este Gobierno”, asegura una de las fuentes—, el llamado a heredar un legado incierto es el representante Enrique Cabrales, cuñado de Tomás Uribe, hijo del mandamás del partido, Álvaro Uribe. “Difícilmente les dará el umbral. Están muy desprestigiados”, reconoce uno de los consultados.
En medio de semejante cacicazgo y lucha de clanes con abultadas chequeras busca abrirse paso el Pacto Histórico de Gustavo Petro, cuya popularidad y auge no parecen suficientes, al menos en Bolívar, para hacerse a una curul. “La gente acá le vota a Petro, pero para presidente. Eso no se puede negar y figura como favorito. Pero para Congreso es diferente. Las personas salen con otras motivaciones, no hay tanta abstención y se imponen los mismos de siempre, bien sea por plata o no”, admite con toda la tranquilidad un dirigente del Pacto Histórico en Bolívar. No obstante, enfrentar las maquinarias no es la única dificultad para el petrismo, pues en sus listas cerradas el Pacto se la jugó para Senado por Pedro Flórez —dirigente barranquillero que busca arañar votos de visitante—, por no hablar de las controversias que implicó la inclusión y posterior salida de Sandra Villadiego, esposa de un excongresista condenado por parapolítica, en la lista de Cámara.
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En Bolívar, para estas elecciones, también hay una novedad: se votarán las curules para la paz y la región comparte dos: una en los Montes de María y otra en el sur de Bolívar. Tal como lo evidencian las alertas de la Defensoría del Pueblo, la situación es crítica. Hay al menos 16 municipios que abarcan ambas zonas en riesgo alto o extremo por el accionar de grupos armados como el Eln, las disidencias de las Farc y las Autodefensas Gaitanistas. Para Amparo Toloza, líder social y defensora de los derechos humanos en Bolívar, son diversos actores —entre ellos, las mismas casas políticas de siempre— los que intentan apoderarse de esos escaños. Toloza habla de viva voz, pues fue la única que se atrevió a salir del anonimato para este artículo. Lo hace semanas después de salir ilesa de un atentado y justo en momentos en los que su madre se debate entre la vida y la muerte.
“Cuando las víctimas queremos abrirnos paso en búsqueda de representación aparecen los victimarios queriendo apoderarse de nuestras curules. Ahí están los Blel o Sandra Villadiego. Nos han bajado cédulas y no hay pedagogía, no se sabe cómo votar”, reclama.
Las organizaciones de vigilancia electoral también comparten las preocupaciones. Según representantes de algunas de ellas, a ocho días de elecciones en Cartagena se han identificado prácticas como la intensificación del accionar de “comandos”, grupos locales que se encargan llevar listados de personas, organizar la logística para la compra de votos y el cambio de puestos de votación para constreñir al ciudadano.
“Aquí hay una cantidad de votos nulos muy alta y no es que la gente esté votando mal, es que el jurado de votación anula los votos en el conteo para favorecer a los suyos. También hay riesgo por la técnica del “carrusel”, en la que un votante logra salir del puesto de votación con el tarjetón en blanco, va hasta una de las casas de los “comandos” cerca y allí otro ciudadano recibe ese material, pero ya marcado y se acerca a votar. Así se cercioran de que efectivamente se paga ese voto, hasta por $100.000″, explica. Restan ocho días para las elecciones y el panorama parece estar decantado. Las fuerzas políticas tradicionales de nuevo amenazan con ser mayoría y seguir imponiendo su ley. Los alternativos, por cálculos políticos, terminaron sumidos en las mismas discusiones que tanto critican y en medio quedó la gente a la espera de soluciones. Los analistas advierten que las legislativas serán una radiografía de lo que se viene para las presidenciales: ¿a esto estarán condenados los bolivarenses?
JAVIER GONZÁLEZ PENAGOS
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