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El viernes 14 de febrero, una advertencia escrita con labial rojo apareció en el espejo de un baño de mujeres de la sede del Ministerio de Igualdad: “CUIDADO, en vicepueblos hay un acosador sexual! Hay denuncias”. Ese día, el mensaje fue borrado del espejo y luego escrito de nuevo. Pero justo 24 horas antes, Sandra Milena Cobos Angulo radicó su renuncia irrevocable como profesional de uno de los despachos de la cúpula de la cartera que dirige la también vicepresidenta Francia Márquez.
La misiva, en poder de El Espectador, dejó al descubierto un presunto caso de acoso sexual que toca a quien hasta ese momento era su jefe directo: el viceministro de Pueblos, Nelson Lemus Cruz. Cobos, lideresa e hija del pueblo Muisca, fue directa en las razones por las que presentó –con copia a Márquez– su renuncia motivada: “La configuración de acoso del cual he sido víctima. Estas situaciones han afectado profundamente mi dignidad, bienestar y desempeño”.
El caso es de tal magnitud que sus ramificaciones ya llegan a la Procuraduría y tiene, incluso, una arista en la Fiscalía, organismos donde –según confirmó este diario– están en marcha indagaciones. ¿Qué motivó que haya expedientes penales y disciplinarios abiertos?
Cobos fue gobernadora del cabildo Muisca de Bosa y, en 2015, una tutela de ella contra la Alcaldía del hoy presidente Gustavo Petro, que escaló al Consejo de Estado, logró una de las primeras consultas previas en un contexto urbano. Con esa trayectoria y sus títulos de ingeniera de producción y especialista en derecho de tierras, el 8 de junio de 2024 ingresó como profesional especializada grado 17 al viceministerio de Pueblos Étnicos y Campesinos del Ministerio de Igualdad. Le parecía “un honor” trabajar con el viceministro Lemus –un líder nasa del Cauca y el primer indígena en ocupar un cargo de ese rango– para reivindicar derechos de pueblos étnicos desde el Gobierno Nacional. Pero su opinión cambió en tan solo dos meses.
“Él siempre me saludaba a mí y a muchas mujeres con mucho contacto físico, muy cariñoso, con abrazos y besos”, le contó Cobos a El Espectador sobre las primeras impresiones que le dio su jefe. Y no solo eso le pareció extraño, sino también que el viceministro la hiciera quedarse después de horas laborales para discutir tareas que tenía asignadas y que en esas conversaciones él le dijera “me simpatizas”.
El desconcierto fue mayor tras una reunión a finales de julio en presencia de directivas: “Él me tomó la mano y me la sobó. Yo no sabía qué hacer, porque estábamos delante de todas esas personas; yo las miraba con vergüenza, me sentí incómoda”. Este diario habló con una de las asistentes a esa cita, quien afirmó que lo dicho por Cobos ocurrió de esa forma.
El miércoles 31 de julio, relató Cobos, el viceministro le propuso ir un fin de semana al Caquetá. Inicialmente le interesó, pues quería conocer la realidad de los indígenas de ese departamento. Sin embargo, cuando notó que no se trataba de una actividad oficial del ministerio, sino de una invitación por fuera del ámbito laboral que consistía en ir solos en el carro de Lemus, dijo que no. Por esta presión que describe, se excusó en que tenía que llevar a su papá a un procedimiento médico.
En su diálogo con este diario, la lideresa aseguró que ese rechazo no frenó a Lemus. Dijo que la invitó a desayunar el viernes siguiente en un restaurante. Mientras comían, según el relato de Cobos, ocurrió lo siguiente: “Me preguntó: ‘¿No tiene hermanitos, primos que vayan y lleven a su papá al médico?’ Yo le dije: ‘Sí, tengo familia, pero es mi responsabilidad’. Él me pasa su celular y me dice: ‘Si no tiene minutos, tome y llame a su familia y mire quién puede llevar a su papá al médico’. Yo lo miré y le dije: ‘Yo no tengo por qué llamar a nadie’; y me dijo ‘tome, haga la gestión’. Era mi jefe y sentí que me estaba dando una orden directa. Le escribí un mensaje a mis familiares diciendo que los iba a llamar, que estaba con mi jefe y que me siguieran el cuento. El vice me hizo ponerlos en altavoz y, cuando me dijeron que no podían llevar a mi papá al médico, aceptó”.
Aún así, continuó Cobos, Lemus siguió insistiendo el fin de semana. Le dijo que no había viajado a Caquetá y le propuso que hicieran un plan cultural en Bogotá. Cobos también rechazó esa invitación y, más bien, según afirma, pensando en cumplir como funcionaria, le planteó agendar un almuerzo el domingo, día de asamblea en el cabildo Muisca, “como una forma de acercarlo a mi cultura”. Pero esa vez, Lemus dijo que no. “El lunes, cuando regresé, el vice pasó de saludarme de beso y abrazo a no determinarme”, contó.
La denunciante dijo que desde ese momento recibió menos instrucciones laborales, lo que la llevó incluso a dudar de su propio profesionalismo. También aseguró que en una confrontación con el viceministro, él le confesó que le gustaba, a lo que ella respondió que tenía pareja. Según su testimonio, Lemus dijo que eso no le importaba. E incluso aseguró que la asesora del funcionario también la trató mal y que al poner de presente el caso, el viceministro se limitó a minimizarla respondiendo que eso era “una cuestión hormonal” de mujeres.
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Sandra asegura que cuando acudió a la oficina de talento humano del MinIgualdad, a mediados de agosto de 2024, para exponer oficialmente su situación, le dijeron que la ruta de atención que procedía era activar el comité de convivencia, “el cual consistía en sentarme a discutir el asunto con el viceministro y la mediación de un tercero”. La idea de tener otra conversación con Lemus la disuadió. Por eso, decidió que lo mejor era renunciar, pero solo logró hacerlo hasta el 13 de febrero, cuando ya tenía asegurado otro trabajo.
“Cuestionaron mis capacidades como profesional, mi rol de liderazgo, me dijeron que yo era una mediocre. Yo evitaba tratar con la gente de la oficina porque me sentía en un espacio inseguro”, agregó Cobos sobre cómo fue su situación en la entidad durante los seis meses que pasaron antes de irse.
No sería el único caso
El Espectador encontró que desde el 26 de diciembre de 2024, el viceministro Lemus enfrenta una denuncia penal en la Unidad de Delitos Sexuales de la Fiscalía por presunto acoso sexual. Este diario tuvo acceso a parte de ese expediente –que se encuentra en etapa de indagación–, en el cual se describe que “varias mujeres (víctimas) que participan de la nómina del viceministerio (...) han sido acosadas sexualmente por el viceministro Nelson Lemus Cruz y, al no acceder [a] sus propósito delictivos, las mujeres han sido acosadas laboralmente (...) Esta situación ha generado intimidación y miedo a denunciar”.
Aún no es claro si este caso también está en conocimiento del ministerio, lo cual este diario le consultó aunque aún no recibe esa respuesta, y tampoco si el funcionario ya fue o no llamado a realizar algún tipo de descargo ante el ente acusador. En todo caso, en bases de datos judiciales el expediente aparece “activo”.
Mientras se conoce más información sobre el proceso que cursa en la Fiscalía, El Espectador conoció el documento oficial en el que, desde el MinIgualidad, se remitió la renuncia de Cobos a la Procuraduría General de la Nación. La entidad se justificó argumentando que lo hacía para “evitar un posible conflicto de interés en el ejercicio del control disciplinario”.
Pero ese paso solo se dio luego de que este diario comenzara a indagar por la denuncia desde el mismo 14 de febrero con portavoces del MinIgualdad: Cobos mandó la carta el jueves 13 a las 4 p.m., El Espectador hizo las primeras preguntas el viernes a las 8:30 p.m. y el Ministerio remitió la dimisión a la Procuraduría ese mismo viernes a las 9:09 p.m., según consta en la hora de radicación.
Hasta el momento, el Ministerio de Igualdad no se ha pronunciado sobre las denuncias ni sobre el mensaje en el baño, pese a que El Espectador intentó –hasta este momento sin respuesta– comunicarse en repetidas ocasiones con el viceministro Lemus y su asesora para conocer sus versiones, al igual que con los equipos de comunicaciones de la entidad. Este diario, incluso, le envió seis mensajes a la ministra y vicepresidenta Francia Márquez, quien tampoco ha respondido.
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Entre las consultas elevadas a las partes está el hecho de si hay o no un protocolo de atención a denuncias de posible acoso sexual, si tenian o no conocimiento del caso de Cobos, si ya hay información en la entidad sobre la denuncia penal ante la Fiscalía y –entre otras cosas– si hay más casos de esta índole que involucren a Lemus. “Desde el movimiento feminista se asume como premisa que hay que creerles a las mujeres que denuncian acoso y violencia sexual, ¿el Ministerio respalda esa posición?”, fue uno de los interrogantes remitidos.
No obstante, en diciembre pasado se registró un caso similar en el entorno de la Vicepresidencia. En ese momento, Márquez le pidió la renuncia al coronel (r) José Jhon Ruiz Rodríguez luego de que dos mujeres de su esquema de seguridad manifestaron haber sido acosadas por él. Asimismo, desde su cartera se pidieron acciones a la Procuraduría cuando en enero del 2024 surgieron denuncias por presunto acoso laboral contra el entonces subgerente de RTVC, Hollman Morris, quien –en todo caso– ha rechazado los señalamientos e incluso dijo que le fue cerreado a su favor.
¿Qué es el acoso sexual?
La Ley 2365 de 2024, que busca prevenir el acoso sexual en el ámbito laboral, lo define como “todo acto de persecución, hostigamiento o asedio, de carácter o connotación sexual, lasciva o libidinosa, que se manifieste por relaciones de poder de orden vertical u horizontal (...) que se dé una o varias veces en contra de otra persona en el contexto laboral”. Según el artículo 13 de esa misma norma, las víctimas de acoso sexual tienen derecho a la no confrontación con la persona señalada.
De acuerdo con abogados y profesionales que han trabajado este tipo de temas en el sector público, normalmente las oficinas de control interno disciplinario tienen por norma, y en cumplimiento de la ley, no juntar a quienes denuncian con el denunciado. En esos casos, inclusive, se contempla para las víctimas el teletrabajo, el traslado a otros espacios laborales y evitar la realización de actividades que impliquen interactuar con el señalado.
Y es precisamente en ese contexto normativo en el que, además, la lideresa Cobos se debate entre llevar su caso directamente a la justicia ordinaria –más allá de la Procuraduría– o a la jurisdicción indígena. Afirma que ha recibido el apoyo de otras mujeres indígenas que han vivido situaciones similares en sus comunidades y no han encontrado respaldo en la Justicia Étnica.
“Nosotras, mujeres indígenas articuladas en el Tejido Nacional de Mujeres Indígenas, abrazamos y apoyamos a nuestra hermana, Sandra Milena Cobos, autoridad y lideresa del pueblo muisca, quien en un acto de coherencia y valentía, como mujer indígena y defensora de los derechos humanos, decide enfrentar y poner en conocimiento público la situación de acoso sexual y laboral de la que fue víctima”, se lee en un pronciamiento del Tejido Nacional de Mujeres Indígenas, al referirse a esta denuncia.
Para Cobos, dar a conocer su caso abiertamente también es un acto de dignidad: “En este ejercicio de reivindicación de derechos de mi comunidad, hemos dado una lucha constante para poder decir que, en efecto, somos indígenas, que tenemos unos usos y costumbres, que tenemos una tradición, que tenemos un territorio y que necesitamos que nuestro territorio sea respetado para permanecer y pervivir. La carta que yo radiqué era una forma de no irme con las manos vacías en materia de dignidad, porque me fui diciendo la verdad”.
Nota del autor: El Ministerio de Igualdad se pronunció sobre este caso luego de la publicación del artículo, pese a que El Espectador venía consultándolo desde el viernes 14 de febrero a las 8:30 de la noche. Sus portavoces dijeron que la denuncia se remitió a la Procuraduría porque es el conducto regular y no debido a las consultas de este medio. Sin embargo, eso en ningún momento se afirmó a lo largo de este texto.
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Por José David Escobar Franco
