En la madrugada del 8 de septiembre de 1949, en el Salón Elíptico de la Cámara de Representantes, del Capitolio Nacional, llovieron balas. Eran días de alta tensión política. Jorge Eliécer Gaitán había sido asesinado un año y cinco meses antes, el 9 de abril de 1948, y se empezaba a configurar en Colombia el período de profunda agresión partidista que quedó denominada en los libros de historia como La Violencia. Un tiempo en que los muertos se contaron por millares en las ciudades y los campos, como consecuencia del enfrentamiento armado de un país bipartidista que dividió sus afectos entre el Partido Liberal y el Partido Conservador.
Se vivían los últimos meses del gobierno del conservador Mariano Ospina Pérez, pero en el Congreso de la República la mayoría era liberal. Francisco Eladio Ramírez presidía el Senado y Julio César Turbay —gobernante de Colombia en el período 1978-1982— era la cabeza de la Cámara de Representantes. En el Congreso se discutían unas objeciones —totales por inconstitucionalidad y parciales por conveniencia— que el presidente Ospina Pérez había presentado a un proyecto de ley aprobado para adelantar las elecciones presidenciales para el 27 de noviembre de 1949. A la luz de la realidad política del momento, iban a ser negadas en ambas corporaciones.
La prensa del 7 de septiembre registró que la plenaria de la Cámara quedó convocada para las cinco de la tarde, pero desde el conservatismo comenzaron los anuncios de guerra. El representante Humberto Silva Valdivieso dijo que no se iba a permitir, si las objeciones fracasaban, que los liberales votaran el 27 de noviembre y que eso se iba a hacer con violencia. Los liberales, por su parte, respondieron. “Es una declaración loca y antipatriótica”, expresó el representante Jorge Uribe Márquez. De hecho, como una afrenta a la futura constitucionalidad, el Partido Conservador publicó la resolución 97, que convocó para el 25 de febrero de 1950 a una convención nacional para proclamar candidatos a la Presidencia, desconociendo la ley que adelantaba las elecciones.
Le puede interesar: Así registró El Espectador el tiroteo en la Cámara de Representantes
Estaba claro. En ese momento los liberales querían elecciones adelantadas, pero los conservadores no. Hacia las cinco y media de la tarde del 7de septiembre se inició la plenaria para discutir las objeciones y ya abundaban las advertencias en el ambiente. “A la curul de senador de Carlos Lleras Restrepo acudió una persona de apellido Salgar y le dijo que iba a haber vaina en la Cámara. Entonces, Lleras acudió a la Cámara y les dijo a Julio Roberto Salazar Ferro y a Jorge Uribe Márquez que no se dejaran provocar y que no contestaran a los ataques”, cuenta hoy Rodrigo Llano Isaza, historiador y veedor nacional del Partido Liberal.
Las intervenciones comenzaron con el conservador Carlos Augusto Noriega y continuaron con el liberal Néstor Pineda. Luego, el conservador Bernardo Martínez Pereira empezó a lanzar improperios contra el representante liberal Pedro Nel Jiménez porque su padre era conservador. “El representante Jiménez contestó a Martínez Pereira con un discurso elevado, de corte literario, que fue aplaudido incluso por miembros de la representación conservadora”, reseñó el diario El Espectador en su edición del 8 de septiembre de 1949. También intervino el representante conservador José María Nieto Rojas, quien incluso manifestó que la candidatura liberal de Darío Echandía estaba manchada de sangre.
El debate continuó subiendo de tono cuando el conservador Carlos del Castillo Isaza tomó la palabra y puso en marcha lo que se había planeado. “La idea que tenían los godos era matar a Julio Roberto. Eran como las nueve y media de la noche y mi papá me dijo: ‘Van a matar a Julio Roberto. Es necesario avisarle. Yo llamé a la Cámara, pero allá me dijeron que no podía pasar. Mi papá entonces cogió el teléfono, se comunicó con alguien de la bancada liberal y le ordenó: ‘Dígale a Julio Roberto que le prohíbo terminantemente que responda a los insultos y amenazas. Que no se pare a hablar porque lo van a matar’”. El relato es de Carlos Lleras de la Fuente, hijo del expresidente Carlos Lleras, y lo consignó Otty Patiño en su libro Historia privada de La Violencia en Colombia.
Lea también: La conmovedora carta del hijo de un congresista que protagonizó balacera en el Congreso
Dos días antes, el 25, durante una manifestación liberal, el candidato Darío Echandía fue atacado y resultaron muertos su hermano Vicente, dos estudiantes y un comerciante. Así lo refiere Llano Isaza: “En una manifestación que hubo por la carrera 13, Echandía iba con su hermano Vicente al lado. El Ejército los esperó en el Centro Bavaria y disparó contra la manifestación. Le dispararon a Vicente creyendo que era Darío, porque se parecían mucho. Entonces, Darío hizo una alocución radial y explicó por qué el Partido Liberal se retiraba de las elecciones, por falta de garantías. El Gobierno logró que Laureano Gómez fuera elegido con el 98 % de los votos”.
El episodio en el Congreso es uno de los más recordados de la época de La Violencia. “Las sesiones en el Congreso fueron caóticas y violentas y, en septiembre, después de un intercambio de insultos y en medio de pitidos, los representantes sacaron los revólveres”, escribió el historiador Jorge Orlando Melo en el libro Historia mínima de Colombia. “Tampoco en las ciudades duró mucho la tregua entre las élites políticas. En el propio recinto de la Cámara se enfrentaron a balazos parlamentarios liberales y conservadores”, consignó Antonio Caballero en su libro Historia de Colombia y sus oligarquías.
¿Por qué entraban con armas al Congreso?
Para la época en la que ocurrió la balacera en la Cámara, el país estaba en pleno período conocido como La Violencia, que se incrementó con el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948. “Los de la oposición, los liberales, no confiaban en la Policía, decían que era partidista, pero el 9 de abril varias estaciones se levantaron a favor de Gaitán. Los conservadores temían un atentado a la salida del Congreso, se formaban muchos tumultos en la Plaza de Bolívar y no había una Fuerza Pública tan grande para garantizar la seguridad”, cuenta el historiador Alberto Abello.
Sobre los hechos de ese día, Julio César Turbay Jr., hijo del expresidente Turbay Ayala, contó para el libro de Otty Patiño que todo el mundo entraba armado al Congreso, a pesar de que había un filtro. “Pusieron entonces un control para que dejaran los revólveres en la entrada, pero entonces compraron dos revólveres: uno para dejarlo en la entrada y el otro lo llevaban escondido”, comentó Turbay Jr.
Manténgase informado sobre las últimas noticias que suceden en Colombia y el Mundo, el más completo cubrimiento noticioso todos los días con el periódico El Espectador.