Tras casi un mes del polémico consejo de ministros televisado que implosionó al gabinete de Gobierno, el presidente Gustavo Petro tiene ocho caras nuevas en su primera línea de poder, con lo cual ya suma 50 jefes de cartera en los dos años y medio que ha estado en la Casa de Nariño. El último de estos cambios ofrece una instantánea del momento que vive el Ejecutivo: una lucha por reorganizar las fichas para mostrar resultados en medio de las fuertes tensiones internas y la búsqueda de una coalición en el Congreso.
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Rodeado por sus bases y por varios de los símbolos que lo han acompañado en su mandato, Petro presentó el jueves al país sus nuevos ministros de Interior, Defensa, Minas y Energía, Culturas, Ambiente, Deportes e Igualdad. En el caso de los primeros seis, los nombres ya eran de público conocimiento, pero con el séptimo, como lo anticipó El Espectador, se configuró un parteaguas que sembró varias dudas sobre la gobernabilidad de Petro.
En voz baja, en el gabinete aseguran que la jugada del presidente, al sacar a Francia Márquez del Minigualdad y ubicar a Carlos Rosero, demostró dos actitudes que marcarán el epílogo del Gobierno. Por un lado, está la baja tolerancia a las figuras que no siguen la línea presidencial, pues está claro que –aunque la relación Petro-Márquez venía deteriorada de tiempo atrás– se fracturó totalmente desde el consejo de ministros del 4 de febrero, en el que ella, junto a otros, cuestionó los protagonismos de Armando Benedetti y Laura Sarabia, lo que para él fue una muestra de “sectarismo” e intereses electorales.
El jefe de Estado ha dicho que varios de sus funcionarios son “muchísimo más moderados” que él, por lo cual deben hacerse cambios para cumplir las promesas con las que fue elegido en 2022. De hecho, una vez termine el cuarto remezón ministerial, se espera una suerte de depuración en el nivel intermedio, pues Petro asegura que hay “cuotas de corrupción de largo aliento dentro de la burocracia estatal”. Y agregó que “la labor de este gabinete es penetrar las ollas de la corrupción, no dejarles tomar decisiones y cumplir el programa de gobierno”.
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El otro aspecto tiene que ver, precisamente, con los resultados que exigirá Petro en la ejecución del plan de gobierno. En el caso de Francia Márquez, aunque ella asegura que el Ministerio de la Igualdad ahora sí despegará —de hecho, como lo reveló este diario, en privado le dijo a Petro que es injusto que otra persona capitalice los logros—, lo cierto es que la cartera no mostrado grandes resultados, que se convirtió en un caballito de batalla para la oposición y que su continuidad pende de un hilo porque debe ser autorizada, una vez más, por el Congreso.
La ruptura entre Petro y Márquez es inocultable, como lo es la que tiene buena parte del progresismo con la otra facción del gobierno, que representan Benedetti, Sarabia y otros. Sin embargo, la reacción del Pacto Histórico a los últimos cambios deja en evidencia otro asunto que será clave en el último tercio de la administración: la estrategia para las elecciones de 2026.
Apenas horas después de sacarla de su gabinete, Petro se sentó junto a Francia Márquez en la entrega de la sede de la Universidad del Valle en Suárez, Cauca. Desde allí incluso la elogió y pidió reconocerla por “estar ayudando a construir paz en su tierra”. A esto se suma que en una entrevista con El País, de España, aseguró que Márquez se puede “fortalecer” en la Vicepresidencia y luego “recobrar liderazgos que necesitamos”.
Todo indica que ese será el camino que tomará ella. Aunque publicó una dura carta hablando de riesgos para su vida por denunciar corrupción en el Gobierno y reiteró que no está de acuerdo con algunas decisiones del presidente, también se afianzó en su puesto de vicepresidenta y, según voces de su entorno, reforzará acercamientos políticos como los que ya empezó con Daniel Quintero y Carlos Caicedo.
Los nuevos y antiguos ministros parecen estar alineados con ese giro pragmático, pues además de aceptar el empoderamiento de Armando Benedetti, intentaron pasar rápidamente la página de Francia Márquez. En diálogo con El Espectador, varios integrantes del gabinete así lo dejaron claro.
“Este es un gobierno plural y no le gustan las sociedades homogéneas. La demostración es que somos deliberativos y eso es democracia”, aseguró Edwin Palma, el nuevo ministro de Minas y Energía. Su par en Educación, Daniel Rojas, aunque reconoció que las decisiones pueden generar roces, se mantuvo en que la recomposición del Gobierno busca cumplir el programa de gobierno y activar el movimiento popular.
“La compañera Francia hizo un trabajo muy bueno, le metió el corazón al Ministerio de la Igualdad y le dejó al compañero Carlos un camino allanado. Yo no veo fricciones, lo que pasa es que la vicepresidenta expresa un sentimiento; ella construyó ese ministerio y es como un hijo, pero yo creo que se va a subsanar”, dijo Rojas.
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¿Cómo compondrá Petro su gobernabilidad?
A pesar de los cambios —ya no queda ninguno de los ministros con los que arrancó— y de la ruta que le delineó a su equipo, lo cierto es que Petro aún no consolida una estrategia para sacar a flote sus reformas en el Congreso y cumplir las promesas que, según dijo, son las que garantizarían que el progresismo vaya más allá de 2026.
Los movimientos que ha hecho hasta ahora mantienen la línea de los últimos años, pues la baraja de partidos con representación en el gabinete no se ha ampliado. Al sector conservador que lo respalda le mantuvo su ficha en el Ministerio del Deporte, ahora con Patricia Duque. A La U la dejará con el Ministerio de las TIC, pero ese es uno de los nombramientos aplazados, en parte porque el más opcionado, Said Lamk, sería cuota de un polémico sector de esa colectividad, el de los “Ñoños”, hoy relacionado con los senadores Julio Alberto Elías y Julio Elías Chagüi.
Los otros cargos terminaron fortaleciendo al sector de izquierda y a las bases sociales más cercanas al mandatario, como en el caso de la nueva ministra de Ambiente, Lena Estrada, destacada como la primera mujer indígena en dirigir una cartera. Lo mismo ocurrió con Edwin Palma, reconocido por su trayectoria como sindicalista, y con Carlos Rosero, uno de los líderes de más renombre del movimiento afro. El nuevo ministro de Defensa, el general (r) Pedro Sánchez, aunque viene de ser militar, siempre ha respaldado a Petro y sería la ficha para intentar apaciguar la ola de violencia que se vive en varias partes del país.
La sorpresa podría estar en el Ministerio de Comercio, del que probablemente saldrá Luis Carlos Reyes para darle paso a una posible cuota liberal. El problema es que, según fuentes de Palacio, ni el propio presidente tiene claro ese nombre. Entre tanto, en el Congreso sigue estancada la reforma a la salud y no hay ambiente para pasar a los debates que tiene el Senado, como la laboral, la jurisdicción agraria, entre otros. Esto sumado a que es probable un revés en la Corte Constitucional para la reforma a las pensiones.
Petro ya destapó su as para esos frentes, Armando Benedetti, a quien no solo le dio carta blanca para negociar con los partidos, sino también para influir en las movidas del Ejecutivo, pues por ahora seguirá manejando los hilos de la Casa de Nariño, ya que está en veremos el enroque que llevaría a Alexander López a la jefatura de despacho y a Susana Muhamad a Planeación Nacional.
Sobre la gestión de Benedetti, cabe anotar que aún no se ha posesionado y ya ha hecho contactos con todas las bancadas claves, pero aún así solo podrá hablarse de un “cabezazo”, en términos de Petro, si logra destrabar la reforma a la salud y torear el hasta ahora inflexible Senado.
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En esta ecuación también entra Angie Lizeth Rodríguez, nueva directora del Dapre, quien no maneja un perfil como el de Benedetti, pero en los últimos días ha controlado la agenda del mandatario y lo ha acompañado a cada evento, además de estar al frente de todo el funcionamiento de la Presidencia. Su llegada es para muchos en el Pacto Histórico una victoria, pues espera que ella, que sí hace parte de las bases, mejore la comunicación entre el presidente y su bancada.
En cualquier caso, los puentes que se logren entre el Legislativo y el Ejecutivo estarán atravesados por las peleas de estos últimos. Además de la puja entre el presidente y su fórmula, en el corazón de la administración se libran duros encontronazos entre la canciller Laura Sarabia y Augusto Rodríguez, director de la Unidad Nacional de Protección, por menciones en casos de presunta corrupción; entre la misma Sarabia y Gustavo Bolívar, porque este último insiste en que ella no merece el cargo que ostenta; y hasta entre Bolívar y María José Pizarro, quienes han chocado desde que ambos se mueven en el sonajero de candidaturas presidenciales del oficialismo.
Petro llamó a movilización en las calles y oposición responderá
De acuerdo con el presidente Petro, más que por partidos, su nuevo gabinete está conformado por movimientos sociales. Si bien para algunos la referencia puede ser una táctica discursiva para eludir las críticas por burocracia y el llamado “lentejismo”, el mensaje también fue un llamado a sus alfiles para retomar las movilizaciones populares en defensa de los cambios propuestos en estos dos años y medio. Según explicó, esa es la razón de tener un gabinete heterogéneo que convoque a diferentes sectores a las calles.
“Aquí no nos podemos frenar, la calle es otra vez el escenario”, les indicó Petro a sus ministros en medio de esa presentación inédita del jueves, en la que su auditorio coreaba de tanto en tanto “Petro, amigo, el pueblo está contigo”. Para el ministro Palma, la orden de Petro se puede sintetizar en “politizar la ciudadanía para que este proyecto se pueda extender”. Las centrales obreras ya tienen marchas planificadas para el 8 (Día de la Mujer) y 31 de marzo, el 9 de abril (Día de las Víctimas) y el 1 de mayo (Día del Trabajo).
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Esa apuesta, sin embargo, chocará con la intención que tiene la oposición de responderle a Petro con la misma fórmula. Desde ese sector, además de pasar factura en el Congreso y las cortes por cada paso en falso del Gobierno, se mueven con cautela de cara a las elecciones, pues en octubre ya habrá un primer termómetro con las consultas interpartidistas. Por estos días, el Centro Democrático parece más concentrado en respaldar a su jefe, el expresidente Álvaro Uribe, en el juicio por presunta compra de testigos. Y mientras en Cambio Radical siguen alentando a Germán Vargas Lleras para que se lance, los outsiders también abonan el camino de la recolección de firmas.
El presidente cerró esta semana con un viaje a Uruguay, donde participó en la posesión de Yamandú Orsi y se reunió con el bloque de presidentes progresistas de la región. La visita no está aislada de la agenda nacional, pues en el equipo de Petro reconocen que la apuesta de cumplir las promesas –reformas, implementación de la paz, transición energética, etc.– requiere impulso con trabajo en las regiones y en los escenarios internacionales. Los cambios pendientes y las exigencias de Petro a los nuevos ministros quedarán claros en el próximo consejo televisado, prometido más de una vez por el mandatario. La tensión es palpable.
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