No es de extrañar que en medio de la contienda electoral salgan propuestas como las de reducir el Congreso apelando al ahorro y la austeridad. Quien lo puso recientemente en la mesa fue el precandidato presidencial Juan Fernando Cristo, que hace parte de la Coalición Centro Esperanza.
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Su planteamiento es que el Congreso quede conformado por 72 senadores y 120 representantes, sin detallar qué pasaría con las curules de las circunscripciones especiales como las de los indígenas, negritudes o las de la paz.
A juicio del también exministro del Interior, “Colombia tiene un Congreso demasiado grande, costoso e ineficiente. Si reducimos las curules, reducimos a a la mitad sus sus unidades de trabajo legislativo (utl)”.
Precisamente para Cristo las utl representan un gran gasto para el Estado. Según explica, cada equipo de trabajo de un congresista tiene un presupuesto mensual de 50 salarios mínimos (alrededor de $45.400.000) y, ante una reducción de 192 curules, se llegaría a ahorrar más de 100.000 millones en el rubro de utl.
Pero no solo propone reducir el número de congresistas, sino el tiempo de receso legislativo. Actualmente, los senadores y representantes tienen cuatro meses sin compromisos legislativos (de diciembre a marzo y de junio a julio), por lo que sugiere que ese período solo sea de un mes y que el pago de sus salarios sea por sesión asistida y completada. Es decir, que haya estado de principio a fin.
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Y, por último, también plantea la eliminación de las camionetas asignadas a los congresistas por parte de la Unidad Nacional de Protección (UNP). “Un esquema básico de seguridad le genera al Estado mensualmente alrededor de $30 millones, lo que significaría un ahorro de $100.000 millones anuales”, recalcó.
El año pasado se conocieron de dos proyectos del uribismo que proponían reducir el Congreso. Uno de Ernesto Macías y otro de Paloma Valencia. Ambos fueron presentados con el argumento de ahorro de recursos, alegando la necesidad de hablar de austeridad luego del golpe que significó la pandemia del COVID-19 a la economía del país.
Desde Congreso Visible y la Misión de Observación Electoral (MOE) aplaudieron la instalación del tema al debate político, sin embargo, señalaron que el enfoque no es el correcto, pues la discusión central, a juicio de las instituciones, debe ser el tema de la representatividad y no de los costos.
“La democracia no se basa en necesidades económicas”, dijo Alejandra Barrios, directora de la MOE, hace unos meses a El Espectador. Bajo esa misma línea, Barrios señaló que propuestas de reducir el Congreso en tiempos electorales se hacen para recurrir a la emocionalidad de la ciudadanía, que cada vez más se encuentra insatisfecha con la labor legislativa.
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En ese sentido y cuando aún la campaña no había empezado oficialmente, la directora de la MOE fue clara: “proponer en estos momentos una reducción del Congreso es hacer, de cierto modo, campaña política”.
Aunque los efectos más palpables de reducir el Congreso es ahorrar recursos estatales, hay otros que se verán a largo plazo, como las afectaciones a la representación de movimientos alternativos, minoritarios y de oposición, los cuales han logrado entrar de últimos en circunscripciones grandes, como Bogotá y Antioquia, y, ante un eventual recorte, serían los primeros afectados.
Además, cada congresista entraría a representar a más ciudadanos. La propuesta de Cristo, que es similar a la de Macías (70 Senado y 109 Cámara), duplicaría el número de representados. Por ejemplo, actualmente un corporado de Bogotá debe representar a 435.232 personas. Con la iniciativa de Cristo serían más de 870.000.
“Si hoy en día tenemos inconvenientes de representación, con estas iniciativas estaríamos multiplicando el problema. Los congresistas no darían abasto”, dijo Felipe Botero, de Congreso Visible.
