Es posible que muy pocas cosas hayan logrado unir en torno a una sola idea a un partido político —tan diverso como la U— como el nombramiento de Ángel Custodio Cabrera Báez en el Ministerio del Trabajo. Y la razón de esa mayoritaria unidad gira alrededor de la molestia que desencadenó la decisión del presidente Iván Duque de desechar el nombre de la exgobernadora Dilian Francisca Toro para integrar su gabinete. La “matrona” del Valle había sonado durante semanas, incluso antes de terminar 2019, para reemplazar a Juan Pablo Uribe en el Ministerio de Salud y, de hecho, fue la persona sobre la que había consenso en la colectividad para hacer efectiva una silla en el gabinete.
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Sin embargo, la sorpresa se concretó el viernes pasado, cuando el primer mandatario destapó sus cartas. Al Minsalud no llegó Toro sino Fernando Ruiz Gómez, una figura que representa el ala vargasllerista de Cambio Radical, con lo que se materializaría la entrada de ese partido al Gobierno, además de garantizar mayor maniobrabilidad del Ejecutivo ante el Congreso para tramitar su agenda, tanto en el segundo período legislativo como en la vigencia 2020-2021. La U se quedó sin su ficha deseada y con un ministerio que podría ser problemático y que, a la larga, ningún partido quería, pues su misión será tramitar las impopulares reformas pensional y laboral.
“Fue una decisión del presidente, que respetamos, pero para la cual no fuimos consultados. Me alegra su nombramiento, pero Ángel Custodio no representa a la U. El efecto inmediato es que hay una división y el lunes (hoy) se votará si seguimos como partido de gobierno o si nos vamos a la independencia”, comentó el senador José David Name, quien, según fuentes de esa misma colectividad, se había opuesto de forma tajante, junto con los sectores cercanos a Toro y a los García Zuccardi, al nombre de Cabrera. Para Name, no era necesario auspiciar una crisis interna y, más que el nombre, el malestar es que la decisión no fue consultada.
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En esa línea están varios congresistas de la U, que consideran que si lo que busca el presidente es la gobernabilidad —y para ella debe garantizar una participación de los partidos dentro del Gobierno— lo que debió haber ocurrido es que Duque pidiera otro nombre. “Fue una imposición porque no fue a Cabrera al que el partido eligió, aunque hay sectores que dicen que tiene las condiciones, se debe aceptar la realidad y darle el apoyo”, señaló otra voz dentro de la colectividad que pidió no ser mencionada.
En ese sector dispuesto a respaldar a Cabrera está, por ejemplo, el representante guajiro Alfredo Deluque, para quien no hay discusión de que el nuevo ministro es de la entraña de su partido: “Sé de su seriedad y su compromiso. En 42 años que tengo, no recuerdo que un presidente pida permiso para nombrar a alguien. Dilian es muy valiosa y puede ser presidenciable para las próximas elecciones. Creo que lo mejor que puede hacer por el partido es estar fuera de un escenario de gobierno y posicionarnos en las regiones. Mal haríamos si nos apartamos de esa silla que tenemos en el Ejecutivo”.
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En ello coincide el senador José Ritter López, quien declara que respaldó el nombre del nuevo ministro de Trabajo, no solo por su experiencia sino porque representa a la colectividad. En contraste con algunas versiones, asegura que alrededor de Cabrera sí hubo unanimidad, aunque no niega la molestia que despertó que no se haya concretado el nombramiento de Toro en Salud. “En varias reuniones, con participación del presidente del partido, Aurelio Iragorri, se acordó el nombre de Ángel Custodio (…) nos duele muchísimo lo de Dilian. El Gobierno perdió una oportunidad de tener ministra de primer orden, que conoce a profundidad la cartera, pero es el presidente quien designa”, dijo.
Al margen de las consideraciones de lado y lado, el quid del asunto no estaría en que la U se quedó sin el Minsalud, ni que llegó al Mintrabajo una persona sobre la que no había acuerdo, sino que —ya entrados en gastos— el partido tendría que asumir la responsabilidad política de una reforma pensional que ha generado resistencia en la ciudadanía. Tramitar propuestas como las que ventiló la saliente Alicia Arango, como la contratación por horas, significaría un alto costo político.
“Más que algún nombre, teníamos expectativa de reconocimiento con una cartera como Salud, que pudiese —de forma mucho más sensible— visibilizar el trabajo social y administrativo del partido. Teníamos expectativa de generosidad. Eso no quiere decir que Trabajo no sea importante, pero asumirlo hoy significa un desgaste”, alegó Norma Hurtado, representante por Valle.
Por todo esto, en otros sectores de la U está claro que no se apoyará nada que no sea concertado antes con los trabajadores y los pensionados. “Lo más sustantivo es cuál será la responsabilidad que va a tener el partido. Hay malestar, sí, pero también hay gente pragmática que acepta el nombramiento. Sin embargo, bajo ninguna circunstancia apoyaremos un proyecto que no surja de un proceso de concertación. Esa es una línea roja. No vamos a tramitar una reforma pensional a cualquier precio”, advirtió John Jairo Cárdenas, representante por el Cauca.
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Todas estas inconformidades, así como las fracturas que acentuaron las decisiones de Duque, serán expresadas hoy en el Salón Amarillo del Congreso a las 3:00 de la tarde. Si bien la postura oficial de la U es que primará “un ambiente democrático de respeto y reflexión”, congresistas hablan desde ya de una ruptura tan íntima que daría pie a una decisión irreversible: dar un paso al costado y declararse en independencia del Gobierno. ¿Estarán “unidos como debe ser”?