La falta de resultados concretos en la política que la Casa de Nariño bautizó como “paz total”, lo que de acuerdo con varios mandatarios regionales es parte de las causas de la dura crisis de violencia que azota a diversos departamentos, dejó al descubierto una serie de inconformidades que rodean al actual comisionado de Paz, Otty Patiño, y que van más allá de las negociaciones y acercamientos con organizaciones criminales que el Gobierno busca desarmar.
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Si bien es uno de los hombres de más confianza del presidente Gustavo Petro –y no solo por su relación política y personal que se remonta a los tiempos del M-19–, dentro del círculo del propio jefe de Estado y en otros sectores que no necesariamente son de la oposición más férrea al mandatario hay una incomodidad creciente con el funcionario.
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Por un lado, de las nueve mesas de diálogo que se tenían establecidas para buscar el desmonte de estructuras criminales rurales y urbanas ligadas al narcotráfico, como el ELN, algunas disidencias de las FARC, Los Shottas, el Clan del Golfo y otros grupos ilegales, ninguna ha llegado a un punto que haga irreversible la firma de algún acuerdo. De hecho, el común denominador es que las buenas intenciones se mantienen, pero los pasos concretos aún están pendientes.
Eso ha llevado a que mandatarios locales donde hay algunos de esos espacios, como los gobernadores Andrés Julián Rendón (Antioquia), Rafaela Cortés (Meta), Dilian Francisca Toro (Valle) y –entre otros– Juvenal Díaz (Santander) le pidan acciones directas al jefe de Estado para frenar la ola de violencia que puede propagarse a otras zonas. Lo que buscan evitar es que escenarios como el de El Plateado (Cauca) y Catatumbo (Norte de Santander) se repitan.
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El Espectador estableció con otros mandatarios y fuentes de la propia Casa de Nariño que, incluso, entre las medidas que se piden está que el comisionado Patiño abra espacios de conversación con las administraciones, pues no son pocos quienes aseguran que los canales de comunicación con el encargado de direccionar la política de paz están cortados.
Además, uno de estos líderes regionales, dijo que en la pasada cumbre de gobernadores, realizada hace dos semanas en Villa de Leyva, se le dejó un mensaje explícito al presidente Petro: “Es hora de cambiar al comisionado de Paz”.
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Este diario supo que esa posibilidad sí ha estado en el despacho del jefe de Estado, al punto que aún no se descarta en medio de los reajustes que está haciendo Petro en su equipo de Gobierno para enfrentar el epílogo de la primera administración de izquierda pura que llega a la Casa de Nariño.
No obstante, personas de su círculo más íntimo confirmaron que esa decisión no es fácil, pues la llegada de Patiño –tras una opaca salida de Danilo Rueda de ese mismo cargo– se dio precisamente para sacar adelante al menos uno o dos procesos de paz que permitan mostrar gestión en este campo, y su experticia era un halo en esa vía.
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En ese sentido, de acuerdo con información que tienen personas que hacen parte de los entornos de las negociaciones de paz, se sabe que la intención es llevar a buen puerto el diálogo que hay con la disidencia elena que se gestó en Nariño y que se autodenominó “Comuneros del Sur”; además, como lo reveló El Espectador este fin de semana, se está a días de anunciar una especie de preacuerdo con el Frente 33 de las disidencias de las FARC, que opera en Catatumbo. La nuez está en la concentración “con armas” de sus integrantes, un paso por lo menos polémico.
Si al menos uno de estos procesos sale adelante, la continuidad de Patiño podría estar en firme, pero si hasta esos dos que tienen ciertos avances se frenan podría darse el relevo del que se viene hablando en voz baja hace algunas semanas.
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Cuando este diario le consultó al comisionado Patiño por las inconformidades de algunos mandatarios regionales y la posibilidad de que dé un paso al costado, el funcionario respondió que “con todos los gobernadores y alcaldes que me buscan he hablado, y si hay alguien que quiera dialogar conmigo estoy en toda la disposición”. De hecho, advirtió que en no pocas oportunidades él mismo los busca; también dejó en claro que no ha tocado con el presidente Petro la viabilidad de dejar el cargo.
“La salida es una decisión del presidente y eso no me lo ha dicho”, le dijo Patiño a El Espectador.
En Palacio, en todo caso, aseguraron que el arribo del general (r) Pedro Sánchez al Ministerio de Defensa –el primer funcionario que llega a esa cartera inmediatamente después de dejar su carrera militar en más de tres décadas–, es una señal tácita en medio de esos posibles ajustes. ¿La razón? La acción bélica legal se puede reforzar, y no solo por motivos electorales, si los resquicios de la “paz total” se apagan definitivamente.
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En este punto se suma a la ecuación la suspendida mesa con el ELN, la ruptura de diálogos con la disidencia de “Mordisco” y las tensiones que hay con el Clan del Golfo. Incluso, hace tan solo una semana, voceros de la Iglesia Católica se reunieron con el presidente Petro en Palacio para hablar de paz, y el gran ausente a esa cita fue Patiño. Eso sí, esta organización religiosa hizo saber que “todavía hay espacios abiertos” para encontrar salidas negociadas a las confrontaciones.
“Al señor comisionado de Paz y a otros líderes que vienen trabajando con el presidente Petro desde hace años, tanto en la izquierda como en sus planteamientos de una salida negociada a la guerra, la designación del general (r) Sánchez no les cayó del todo bien por la carga simbólica que tiene para este sector”, aseguró una de las fuentes que conoce sobre los análisis que se hacen previamente para realizar ajustes en el equipo de Gobierno.
Y aquí entra en juego otro escenario. En efecto, en medio del llamado “fuego amigo” que se ha denunciado en el círculo íntimo del jefe de Estado, y que tiene en una disputa silenciosa al petrismo tradicional con los actores políticos que se unieron a la izquierda en la campaña, se han ventilado diferencias con algunos movimientos internos de Patiño que podrían impactar en la institucionalidad encargada de ejecutar las políticas de paz.
Uno de ellos, que en parte fue anticipado en un par de publicaciones de este diario, tiene que ver con un borrador de decreto que reestructuraría la arquitectura institucional del posconflicto. Se sabe que el documento circuló por la Casa de Nariño, pero hay voces en Palacio que advierten que su firma definitiva se frenó porque supuestamente eso implicaría empoderar a entidades como la Unidad de Implementación para el Acuerdo de Paz, que dirige Gloria Cuartas, y –entre otras– la Agencia de Renovación del Territorio, que conduce Raúl Delgado.
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Si bien estos dos funcionarios y el comisionado Patiño mantienen un buen trato, fuentes del Departamento Administrativo de la Presidencia (Dapre) precisaron que a este último no le interesaría dar el paso de la reestructuración porque eso implica perder margen de maniobra sobre toda la política de paz.
Esto último tampoco es un tema menor, pues Petro, desde 2023 y ante la población de ex-FARC ubicada en un ETCR de Miravalle (Caquetá) –que estaba ad portas de un desplazamiento forzado por la violencia que sobre ella desplegaron las disidencias–, se comprometió a dar ese revolcón institucional, pero ya comenzó el tercer mes del 2025 y eso no se ha ejecutado.
No obstante, el comisionado de Paz tiene otra perspectiva. Si bien le dijo a este diario que sí se trabaja en una reestructuración, aclaró que va encaminada en otro sentido y que tiene el visto bueno del presidente Petro.
Primero, aseguró que se trabaja en la conformación de un Consejo Nacional de Implementación, el cual cobijaría a la institucionalidad que se encarga de la ejecución del Acuerdo de Paz de 2016 e incluiría a los encargados de ejecutar lo que se vienen haciendo bajo la chapa de la paz total. “Estamos trabajando en un borrador de decreto con todas las partes para superar la desarticulación y los malentendidos que se han generado, porque todo está muy disgregado”, precisó.
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Incluso, dijo que no se puede hablar de “fracaso” de la paz total, porque la apuesta del Gobierno es que se den espacios que frenen la violencia a nivel territorial y que los desarmes y reincorporación de los ilegales sean irreversibles.
“Si no hay paz territorial, no hay paz. Los acuerdos de carácter nacional corren el riesgo de que lleguen otros gobiernos y los hagan trizas; por eso, esto lo estamos estableciendo en los territorios y con las comunidades, y por supuesto que habrá espacios para la redención de algunos de delitos de los grupos que quieren buscar esta paz y quieran volverse ciudadanos con plenos derechos”, enfatizó Patiño.
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No obstante, a las inquietudes con la gestión del comisionado y a sus respuestas en defensa de sus procesos, se le debe sumar que hay planes territoriales para la implementación de lo pactado con la FARC en La Habana (Cuba) que se frenaron, pese a tener listas partidas por al menos $6 billones para darles vida en los territorios. No obstante, como lo contó en su momento El Espectador, ese último paso quedó frenado y al propio Patiño, dicho por él mismo en escenarios públicos, este tipo de acuerdos le parece que deben ajustarse a las realidades actuales de los territorios, incluyendo a los actores ilegales que operan en varios de ellos.
Lo cierto es que Otty Patiño es uno de los hombres más cercanos al presidente Gustavo Petro, al punto de que lo ha acompañado en no pocas giras internacionales. Por eso, el voto de confianza a su gestión sigue presente –con los bemoles que ahora se revelan–, aunque queda la expectativa de hasta dónde llegará la paz total y cuál será el destino inmediato del funcionario. La Casa de Nariño, en pleno año preelectoral, mira con lupa todos los movimientos.
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