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Paloma Valencia: la uribista que usa el litigio como estrategia de oposición a Petro

Además del ejercicio opositor en el Congreso, la senadora del Centro Democrático ha instaurado demandas, como la que tumbó el Ministerio de la Igualdad, en respuesta a las “caricaturas” que busca crear el presidente Petro, con quien ha tenido varios choques públicos, de sus contradictores.

Leonardo Botero Fernández

08 de diciembre de 2024 - 07:58 a. m.
Paloma Valencia es una de las cinco precandidatas del Centro Democrático. Busca resaltar no solo con su trabajo legislativo, sino con el "litigio estratégico" con el que logró, por ejemplo, que la Corte Constitucional tumbara la creación del Ministerio de Igualdad.
Foto: Óscar Pérez
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Uno de los principales triunfos de Paloma Valencia desde la oposición, en 2024, no fue por su trabajo diario en el Capitolio, sino por lo que ella llama “litigio estratégico”. El 8 de mayo se conoció el fallo de la Corte Constitucional en el que se tumbó la creación del Ministerio de la Igualdad –a cargo de la vicepresidenta Francia Márquez– por vicios del trámite en el Congreso.

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Valencia, junto con otro grupo de legisladores, demandó la ley que le dio vida a la cartera. El argumento jurídico fue que, al momento de presentarse, el proyecto no contaba con el aval fiscal del Ministerio de Hacienda.

En un Gobierno en el que el manejo de la plata ha sido un tema central –con el pago o no de la deuda pública, los recortes al presupuesto y reformas al sistema económico como constantes protagonistas del debate– que se cayera una de las promesas de campaña de Gustavo Petro por razones económicas fue un doble golpe de opinión. También, porque esa cartera ha sido el blanco de importantes críticas por su alto presupuesto ($1,8 billones en 2024) y su baja ejecución.

Que, además, se trate de una victoria en los estrados y no en los salones del Congreso es señal de cómo Valencia ha decidido abordar su trabajo desde la oposición al Gobierno.

“Hemos tratado de elevar el debate en el Congreso, hablando de razones técnicas que hacen que solucionar problemas con varita mágica sea imposible, que es un poco lo que propone el presidente Petro. Al mismo tiempo, me he encargado mucho del litigio estratégico”, dice en conversación con El Espectador.

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La entrevista la responde desde su carro sobre las 8 de la mañana de un martes, mientras va en camino al Capitolio. “Durante el trancón de la 30 (en Bogotá) podemos conversar bien”, afirma con cierto tono de ironía.

Sobre esa doble estrategia que ha querido llevar, asegura que es la respuesta a un Gobierno que “atropella al Congreso para lograr la aprobación de sus proyectos, como lo hicieron, por ejemplo, con la reforma pensional”. Y en cuanto a la pensional agrega que la suya fue la primera de una serie de demandas admitidas por la Corte Constitucional, el pasado 15 de agosto, para tumbar la propuesta petrista que transforma el sistema de pensiones.

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También aclara que su oposición no es intransigente. Para justificarlo expone el acuerdo entre Ejecutivo y oposición para la ponencia del proyecto de ley ordinaria de la jurisdicción agraria. La iniciativa, que quiere crear una justicia especializada en problemas de tierras, empezó su discusión con una ponencia acordada entre ambos bandos.

“Ha sido un ejercicio interesante en el que hemos logrado llegar a consensos donde quepan los de izquierda, los de derecha y Colombia”, precisa. Aunque admite que lo anterior no es la regla, sí afirma que son varios los ministros que, de manera individual, “han decidido hablar con nosotros. Ha habido momentos donde nos hemos podido sentar a discutir para entender el punto de vista de ellos y que entiendan el nuestro”.

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Valencia, en 2024, ajustó una década como senadora. Y admite que hay diferencias sustanciales entre la congresista de hoy y la de 2014, cuando llegó elegida por el Centro Democrático, apalancada en una lista cerrada que encabezó el expresidente Álvaro Uribe Vélez para posicionar su partido.

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“Hemos madurado políticamente y el partido ha solidificado su ejercicio. Somos capaces de tener conversaciones con otras fuerzas, lograr acuerdos y sacar adelante proyectos. Lo que uno ve es un enorme proceso de maduración del Centro Democrático y de uno mismo. De entender mejor el quéhacer político, de comprender cuáles cosas funcionan y cuáles no”, afirma.

Paloma Valencia admite que aún hoy, diez años después de llegar al Congreso, conversa con el expresidente Álvaro Uribe Vélez, a quien ve como un mentor.
Foto: Archivo Prensa Centro Democrático

Sus respuestas son meditadas y se enmarcan, cada vez más, en el discurso de precandidata presidencial, más que en el de congresista. También demuestran que esa madurez que ella misma menciona llega luego de episodios donde fue criticada no por sus argumentos, sino por su estilo de referirse a los temas.

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Uno de los momentos en los que más críticas recibió fue, cuando en 2015, propuso una referendo en Cauca para “decidir si partimos el departamento en dos. Uno indígena, para que ellos hagan sus paros, sus manifestaciones y sus invasiones, y uno con vocación de desarrollo”, dijo en una entrevista, según recogió este medio en esa ocasión.

Lo reconoce sin dejar de lado que ve en ello un marcado machismo, al señalar que esas críticas llegan por ser una mujer de opiniones contundentes.

En todo caso, eso no ha impedido que se convierta en una de las principales caras de la oposición al petrismo. Por eso, a comienzos de noviembre, su nombre integró el ramillete de cinco precandidatos del uribismo, junto con María Fernanda Cabal, Paola Holguín, Andrés Guerra y Miguel Uribe. Los senadores comenzaron la carrera para ser elegido como el candidato que se medirá en 2026 con el progresismo y otras fuerzas interesadas en el poder.

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Pese al poco tiempo, no ha sido un camino fácil el de la competición interna. La polémica empezó por cuenta de las heridas de 2022. Ese año, se realizó una serie de encuestas internas en el partido en el que, semana a semana, se descartaba a un candidato. El mecanismo generó críticas, porque nunca se conocieron los resultados iniciales y porque el escogido, Óscar Iván Zuluaga, no llegó a la primera vuelta.

Los cinco precandidatos acordaron realizar foros en todo el país para acercarse a sus bases. Pero antes del primero, que se realizó en Barranquilla el 16 de noviembre, Valencia y Cabal denunciaron que Miguel Uribe había pagado una encuesta en la que él resultaba favorecido. “Esperamos que este sea un proceso de intercambio. La política es el ejercicio de las ideas y del debate, no el de la plata”, afirma sin dar mayores detalles.

De izquierda a derecha, Miguel Uribe, María Fernanda Cabal, Andrés Guerra y Paloma Valencia, cuatro de los cinco precandidatos del Centro Democrático en el foro que realizaron en Bogotá.
Foto: El Espectador - José Vargas

Hay otro punto que también pesa. Aunque entre las elecciones de 2018 y las de 2022 duplicó sus votos, pasando de 29.319 a 63.896, de los cinco congresistas buscando ser ungidos por el Centro Democrático fue la que menos apoyos obtuvo en la urna. De ahí, también, la necesidad por encontrar una estrategia de oposición que le permita resaltar entre sus compañeros.

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Al hablar de esas ideas, deja ver su formación como abogada y economista, toda vez que se remite a las ideas de Montesquieu, considerado el padre del sistema de pesos y contrapesos del Estado moderno. Asegura que ahora lee, sobre todo, proyectos de ley, pero que también tiene en su cabecera a filósofos como Thomas Hobbes, Adam Smith e Immanuel Kant.

Esas convicciones la han llevado a diferencias con su propio partido, como se vio durante los debates en el Senado para la reforma al Sistema General de Participaciones (SGP) para que lleguen más recursos a las regiones. Denunció que varios de sus copartidarios, incluyendo su contrincante directo en la carrera por el título de candidato, Miguel Uribe, respaldaron la propuesta, pese a que hay dudas sobre su viabilidad y los efectos que tendría en la economía nacional.

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“Uno no puede permitir que la locura se apodere de todo el mundo, cuando tienen que prevalecer la cordura y la responsabilidad con los colombianos. No se puede estar pensando en las próximas elecciones cuando hay una crisis en las finanzas del Estado”, asevera.

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Sin embargo, los choques más notorios de Paloma Valencia en la esfera pública han sido con el presidente Petro. El más reciente ocurrió cuando, en una de sus escasas apariciones en el Congreso, el jefe de Estado se refirió al abuelo de Valencia, el expresidente Guillermo León Valencia (1962 - 1966).

“Yo veo a la nieta del payanés en la ciudad que tenía el mercado de esclavos y que decidió que había que bombardear campesinos e inició la guerra que aún no podemos acabar, el presidente Valencia”, dijo Petro en su discurso, hablando de la propiedad privada.

En su voz hay visos de indignación cuando se refiere a ese episodio: “La esclavitud se había acabado mucho tiempo antes de que mi abuelo naciera. Pero él crea esas mentiras a propósito para generar odio contra un contradictor. Y a mí me parece que eso es muy peligroso porque ellos lo que hacen no es defender sus ideas, sino buscar una caricatura para ganar un debate”.

En todo caso, también dice que ahora recibe esos señalamientos de manera distinta y que con el tiempo “he sacado piel y aprendido a que la lluvia no me espante”. Recuerda que cuando presentó un proyecto de ley, en 2018, para crear salas especiales para militares en la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), en la Comisión Primera “no me quisieron dar la palabra. A pesar de que era mi proyecto, me dijeron que tenía que aprender en qué momento hablar como los grandes y cuándo me tenía que quedar callada”.

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Es de anotar que, aunque fue elegida por primera vez en 2014, no fue ese año en el que tuvo su acercamiento con la política, un oficio que viene de familia. No se trata solo de su abuelo paterno, el expresidente, sino también de su padre, Ignacio Valencia, quien fue varias veces senador y representante a la Cámara. Por el lado materno, es nieta de Mario Laserna, fundador de la Universidad de los Andes.

Y, más allá de los lazos de sangre, su aproximación a la política no empezó con el Centro Democrático, aunque sí en los círculos uribistas. En 2006 quiso llegar al Legislativo con la lista de Equipo Alas Colombia, el partido de Luis Alfredo Ramos -condenado por parapolítica-. Entre 2011 y 2012, además, trabajó como periodista de opinión en La Hora de la Verdad del uribista Fernando Londoño Hoyos.

Y Uribe, el otro expresidente que ha acompañado su trabajo político, sigue siendo una referencia para ella: “Yo hablo mucho con él sobre los temas técnicos de los problemas. Para mí eso ha sido un motivo de inspiración, de ver cómo uno lo debe hacer, pero al mismo tiempo una exigencia permanente. Es decir, cuando uno tiene un mentor tan capaz, pues uno trata de llegar, aunque no llegue allá”.

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Admite que hay días en los que se ha cuestionado su permanencia en la política colombiana. Uno de los motivos es la forma en la que sus contradictores han tenido como objetivo a su hija, Amapola. “Creen que mi hija es un personaje con la que todos se pueden meter porque no hay límites. Que eso pase en el ejercicio político, que las cosas pasen de lo público a lo privado resta al ejercicio democrático”. Ese ha sido uno de los pocos puntos de encuentro que ha tenido con Petro.

Cuando el presidente dijo, en un evento en Chocó, que su hija menor, Antonella, se iría del país por el bullying que había recibido –siendo insultada en estadios y otros escenarios públicos-, Valencia se solidarizó con ambos: “Yo en eso sí creo que nos falta mucho madurez, nos falta mucho entender que la política no nos hace enemigos, que podemos tener diferencias ideológicas y convivir en un país”.

Sin embargo, responde que, pese al cansancio que a veces la aqueja, siente que hay “un propósito” en su trabajo. Lo afirma otra vez más con el estilo de alguien que ve la Casa de Nariño en su futuro, que como una senadora que, en los últimos dos años, ha logrado posicionarse como uno de los principales rostros de la oposición.

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Por Leonardo Botero Fernández

Egresado de la UPB. Con experiencia en El Colombiano y en Valora Analitik, cubriendo fuentes como judicial y economía. Interesado en entender el poder para contarlo desde todas sus aristas.@LeoBoteroF94lbotero@elespectador.com
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