Con un trino que puso horas antes de aterrizar en el aeropuerto de Dubái, donde inició su gira por Medio Oriente, el presidente Gustavo Petro dejó claro que no quiere divisiones internas entre sus ministros, ni una pelea por votos. Eso ocurre después de que haya enfilado a Armando Benedetti entre sus funcionarios más cercanos, lo que generó una cascada de renuncias en el “Gobierno del cambio” y amplió la incertidumbre sobre el futuro del gabinete.
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El llamado para “renovar” las filas de altos funcionarios vino desde el jefe de Estado, después de que se conocieran las renuncias irrevocables del ministro de las Culturas, Juan David Correa, y la de Ambiente, Susana Muhamad, muy cercanos al proyecto progresista y la segunda con ambiciones electorales propias cuya salida fue adelantada por ese consejo de ministros. Desde allí comenzó una avalancha de renuncias protocolarias con dos sorpresas: la dimisión adelantada del ministro del Interior Juan Fernando Cristo, sobre quien se había dicho que saldría en marzo, y la de Trabajo, Gloria Inés Ramírez, otra de las figuras que estaría analizando un aterrizaje en la política electoral.
Ahora en el Departamento Administrativo de Presidencia (Dapre), al que llegó Angie Rojas —exasesora del ministro de Salud y un parte de calma para el progresismo tras la designación de Armando Benedetti como jefe de despacho—, están las dimisiones protocolarias de siete otras cabezas de cartera: Andrés Camacho (Minas), Diego Guevara (Hacienda), Daniel Rojas (Educación), Laura Sarabia (Cancillería), Martha Carvajalino (Agricultura) y Ángela María Buitrago (Justicia). Y mientras el presidente está en Medio Oriente, en Colombia los ojos están puestos en un gabinete que en los próximos días conocerá su versión final.
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Y todo comenzó menos de una semana antes, con el consejo de ministros televisado que evidenció las diferencias internas entre los altos funcionarios. Esas dudas que generó el sacudón en la Casa de Nariño ya acechan otros frentes, como el Congreso, que podrían afectar la gobernabilidad, mientras la izquierda, dividida por la llegada oficial de Benedetti al Ejecutivo, sigue a la espera de las directivas que dé el presidente Gustavo Petro para finiquitar sus proyectos en estos 18 meses que le restan en el poder.
La izquierda comenzó a tomar distancia
Un año y medio le resta al progresismo de Petro para concretar sus planes de y lograr los resultados necesarios para impulsar sus candidaturas de cara a las elecciones de 2026. Pero ese proceso no pinta tan fácil. Además de que salieran a relucir los 146 compromisos incumplidos de 195 hechos en los “Gobierno con el pueblo”, la instancia de más cercana comunicación entre el mandatario y la ciudadanía, ese consejo de ministros también dio pie para develar las diferencias internas que rondan en la izquierda que se quiere unir para asegurar otra victoria y permanecer en la Casa de Nariño.
Lo cierto es que para algunos fue solo una muestra de las “contradicciones” que enfrenta la izquierda incluso desde la campaña de 2022 y que vinieron a materializarse de forma más directa en esa reunión del gabinete. Incluso, desde aquellos que se pensaban como los alfiles más fieles al mandatario: el director de Planeación Nacional, Alexander López, y el de la Unidad Nacional de Protección (UNP), Augusto Rodríguez, contra quien fue impuesta una denuncia por injuria, calumnia y abuso de autoridad de parte de Benedetti.
Y esas contradicciones pueden salirles caras, especialmente cuando el descontento de la izquierda más “purasangre” también reside en la permanencia de Laura Sarabia en el Gobierno y la posibilidad de que su nuevo jefe de despacho termine coartando la labor de los ministros y les impida la comunicación directa con el mandatario. El mismo mandatario ha abordado estas diferencias ampliamente, llegando a calificar como “sectarios” a aquellos que criticaron el aterrizaje de estos dos funcionarios.
“Un gabinete no debe ser una lucha por los votos del pueblo, se daña así el gobierno y el pueblo. (...) Y menos debe haber una lucha furiosa entre quienes deben es aliarse”, dijo este lunes a través de X. Y agregó que “la unidad de las fuerzas democráticas es un deber y es imperativa, el ego individual, o el tribalismo, o el ego de grupo sectario, no puede impedirlo”.
Entre todo eso, los integrantes del progresismo esperan que ese nuevo gabinete entre de lleno en lo que el representante Alirio Uribe llamó “los 18 meses de la consolidación”, en los que el Plan de Desarrollo que se formuló para esta administración deben tener los indicadores a tope. Aunque las esperanzas están puestas en una “reorganización” que permita un equipo “más cohesionado”, aseguran que terminará siendo una decisión del mandatario.
Y es que tres de quienes presentaron sus renuncias irrevocables —Ambiente, Trabajo y Cultura— llevaban una línea de defensa férrea a los postulados que estaban más cerca del corazón del proyecto político de Petro, así como el exdirector del Dapre, Jorge Rojas. Pero faltará ver quiénes más se sumarán a esa lista de dimisiones sin aparente vuelta atrás, entre ellas, la de la vicepresidenta Francia Márquez al Ministerio de Igualdad, una de las promesas de campaña de la fórmula Petro-Márquez, que enfrentó un serio revés este año con el fallo de la Corte Constitucional que tumbó su creación y fuertes críticas por su baja ejecución.
“El progresismo debe ser una expresión política para el frente amplio que debemos construir. Tengo la certeza de que si nos unimos todos los sectores progresistas de todos los partidos, porque el progresismo permea todos los partidos, y nos juntamos para elegir democráticamente un solo candidato presidencial o una candidata, no hay ninguna manera de parar el triunfo de este proyecto en el 2026″, aseguró Rojas en entrevista con El Espectador.
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Un Congreso sacudido
Pero entre todo eso, una de esas salidas golpeará fuertemente al vecino de la Casa de Nariño: la de Cristo como ministro del Interior. La cabeza de la cartera de la política ya era vista con recelo por la izquierda por su “agenda propia” —un término que usó el mismo presidente en su consejo de ministros para criticar a aquellos funcionarios que no habría “dado la talla”— y sus posibles intereses electorales para 2026. Lo cierto es que su llegada se dio en medio de una relación turbulenta con el Capitolio y, aun con esas diferencias ideológicas, varios le reconocen su talante para llegar a acuerdos con otros sectores.
Y es que con varios proyectos en el tintero, su reemplazo tendrá que tener la capacidad de recomponer lo que quedó roto tras la hundida ley de financiamiento, que volverá a ser presentada en los próximos meses, y la reforma política. La situación no será tan fácil teniendo en cuenta que todavía están pendientes las discusiones de la reforma a la salud y la reforma laboral, que quedó temporalmente “huérfana” con la renuncia de la mintrabajo. Por el momento, el viceministro del Interior, Gustavo García, quedó como encargado.
Incluso, la posibilidad de citar a sesiones extras no tiene, para muchos, ambiente en el Congreso. Aunque el presidente de la Cámara, Jaime Raúl Salamanca, había dicho que en una llamada el mandatario le había confirmado que sí saldría el decreto para la discusión de estos proyectos, la oposición ya dijo que no lo permitirá —con recursos interpuestos por los dos vicepresidentes de esa corporación legislativa— y desde el oficialismo tampoco ven con buenos ojos que ese debate ocurra mientras el gabinete está inestable. Además, señalan que solo se ganarían unos días para una discusión que puede darse con tranquilidad posterior al 16 de febrero, cuando comienza oficialmente el segundo periodo de sesiones ordinarias de esta legislatura.
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De todas formas, el reemplazo de Cristo solo sería concretado posterior a la llegada de Petro a Colombia. Eso sí, parte de esa discusión será inevitablemente el “acuerdo nacional” que el saliente mininterior prometió dejar en piedra en estos meses y que, para muchos, no dejó muchos avances.
Por ahora, no se tiene prevista la renuncia definitiva del ministro de Salud, Guillermo Jaramillo, quien quedó como el ministro delegatario con la salida del país de Petro. Y tanto Carvajalino como Buitrago —quienes han mantenido una posición neutra con respecto a la llegada de Benedetti— han dicho que, en caso de que el presidente decida que permanecerán en el cargo, trabajarán de la mano con el nuevo mininterior para sacar adelante proyectos como la ley ordinaria de la jurisdicción agraria y la reforma a la justicia.
Los otros frentes pendientes
Mientras en lo legislativo y en lo ideológico el panorama es turbulento, otros sectores también han prendido las alertas por la situación en el gabinete. Pues previo a ese consejo de ministros, otras situaciones habían dejado preocupaciones entre la ciudadanía.
Y es que, justamente como paso en esa reunión de los altos funcionarios, se ha llegado a criticar al Gobierno por hacer que el país gire la mirada hacia la crisis que se desató en esas discusiones internas y dejara, al menos por el momento, la ola de violencia en el Catatumbo en segundo plano. Este lunes, en la comisión accidental de la Cámara sobre esa situación en Norte de Santander, varios congresistas llamaron la atención sobre la brutalidad que se desarrolla en esa parte del país y recalcaron en la necesidad de que el Ejecutivo se organice lo más pronto posible.
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En el tema de seguridad, desde la oposición han pedido en reiteradas ocasiones la renuncia de Iván Velásquez, el ministro de Defensa, no solo por la situación en el Catatumbo, sino también en el Cauca y Valle del Cauca, sumado a los anunciados ejercicios conjuntos con las Fuerzas Militares de Venezuela. Sin embargo, todavía su renuncia protocolaria no ha sido presentada, pero la que sí llegó fue la del general William René Salamanca Ramírez como director de la Policía.
Ese tampoco es el único tema diplomático. El choque con la administración de Estados Unidos ya había puesto las capacidades de este gobierno a andar para tratar de solucionar el impase que dejó en vilo al país por la posibilidad de la fragmentación de una relación diplomática de larga data. Y la preocupación tampoco aminoró con esos movimientos en el gabinete, por lo que se concretó una primera reunión con el sector empresarial y los gremios con la canciller para tratar de dar un pase de tranquilidad.
Por el momento, con el presidente en terreno extranjero, se espera que en los próximos días las aguas se calmen en el Gobierno y se empiecen a conocer las salidas (y los relevos) del gabinete. Con año y medio para concretar un plan que les permita repetir una victoria, y con varios aliados fuera del Ejecutivo tanto por diferencias internas como para buscar una candidatura, el jefe de Estado comienza a contar sus posibilidades de que su nuevo equipo le meta el acelerador al “Gobierno del cambio”.
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