El atentado contra el senador y precandidato Miguel Uribe Turbay (Centro Democrático) fue un campanazo de lo que podría ser una escalada de violencia en medio de la contienda política en la que está el país desde hace varias semanas por las elecciones de 2026. Ante este escenario, la Iglesia Católica aceleró de urgencia una estrategia que surgió meses atrás como posible fórmula para aplacar la polarización: reunir a los representantes de la institucionalidad en un espacio neutral con el único fin de generar confianza entre todos.
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Fue así como, desde el fin de semana pasado, la Conferencia Episcopal le pidió al cardenal Luis José Rueda, primado de Colombia, poner en marcha sus buenos oficios y tender los puentes entre quienes hasta ahora han sido antagonistas. El clérigo hizo su tarea y en las últimas 48 horas dialogó, uno por uno, con el presidente Gustavo Petro, los presidentes de la Corte Suprema de Justicia (Octavio Tejeiro) y la Corte Constitucional (Jorge Enrique Ibáñez), el procurador general (Gregorio Eljach), la defensora del Pueblo (Iris Marín) y el presidente de la Cámara (Jaime Salamanca). A varios los llamó directamente de manera telefónica para agendar la cita y a otros los contactó a través de personas cercanas o sus asistentes.
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Según conoció El Espectador, la apuesta del también arzobispo de Bogotá se complementará con la cita que agendó para este jueves con el presidente del Senado, el conservador Efraín Cepeda, quien ha liderado el bloque opositor del Congreso a la agenda del gobierno Petro. Además, se espera que en las próximas horas concrete reuniones con la fiscal general (Luz Adriana Camargo) y el contralor (Carlos Hernán Rodríguez), para así terminar de medir el ambiente para un encuentro ampliado y privado entre quienes controlan el poder público y político del país.
La luz verde para seguir adelante con dicha labor salió en la noche de este miércoles, luego de una charla de tú a tú entre el cardenal Rueda y el presidente Petro. Este diario conoció que Rueda contactó a la Casa de Nariño y se valió de varios intermediarios, entre ellos la senadora Clara López, para acelerar el encuentro con el jefe de Estado. Así las cosas, el cardenal llegó a las 8:30 de la noche al palacio presidencial y, tras una espera de casi dos horas, pues Petro estaba en otra reunión sobre la seguridad para las elecciones, ambos tocaron los puntos claves de la propuesta.
El Espectador, al indagar sobre los pormenores de la charla, estableció que Petro, aunque aceptó la reunión con los otros poderes, hizo varias preguntas, expuso sus puntos de vista sobre lo que está pasando en el país y presentó algunas objeciones. Al final, el acuerdo fue que el cardenal concretará la asistencia de los demás y que jefe de Estada dará una fecha y hora para reunirse en un “territorio neutral”, ya que el presidente no está dispuesto a ir al Congreso ni los legisladores o presidentes de las cortes a la Casa de Nariño.
De esta manera, el encuentro de alto nivel –una vez se concrete– se llevará a cabo en la curia arzobispal de Bogotá, que curiosamente está en la mitad entre las sedes del Ejecutivo, el Legislativo y el Poder Judicial. Según le dijo a este diario el cardenal Rueda, la propuesta es que todos compartan un espacio simple e íntimo, sin las presiones de las cámaras. De hecho, la propuesta del primado es que se sienten a manteles y compartan una comida para que entren en confianza.
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El arzobispo les ha dejado claro a todos los invitados que no hablarán de acuerdos y mucho menos de debates como el de la consulta popular o la reforma laboral. El propósito es que todos se escuchen y puedan enviarle al país el mensaje de que “la institucionalidad está al servicio de la vida”, e incluso demostrarles a los grupos criminales y a los violentos que se debe garantizar la seguridad y tranquilidad de los ciudadanos y candidatos que competirán en 2026. “No se trata de tomar decisiones y menos de hacerle encerronas a alguien”, explicó.
La esperanza de Rueda Aparicio es que los planes se mantengan hasta la próxima semana; sin embargo, la apuesta ya está atravesando su prueba de fuego, ya que el presidente retó al Congreso con el decretazo de la consulta popular como una suerte de seguro para el debate de la reforma laboral en la plenaria del Senado.
Y, por otra parte, el mandatario volvió este miércoles a salir a las calles, desde Cali, para presionar por la aprobación de su agenda. Desde la capital del Valle dijo que se compromete a bajar el tono, pero que “eso no implica silenciarse o arrodillarse”. Entre tanto, la oposición citó para el domingo a la “Gran marcha del silencio” en rechazo al atentado contra Uribe Turbay. Este último evento, no obstante, desató algunas molestias internas en el Centro Democrático por el modo en que se está reaccionando a la tragedia.
“Puede ser que de una parte del Ejecutivo, en la persona del señor presidente, se tome esta decisión; pero también sabemos que si el Congreso hace una decisión que permita unos encuentros, creo que vamos de seguro para adelante y puede que no sea necesaria la consulta popular (...) Espero que esto no afecte lo que se viene trabajando, porque lo que planteamos es un escenario distinto”, le dijo el cardenal a El Espectador.
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Según el ministro del Interior, Armando Benedetti, la firma del decreto se dio porque este miércoles se vencía el plazo para hacerlo, pero que el presidente Petro está dispuesto a dialogar y a derogarlo si el Senado aprueba una reforma laboral similar a la que salió de la Cámara de Representantes. Varios congresistas ya anunciaron que el decretazo rompió la mesa de concertación sobre la laboral.
Aunque la iniciativa no contempla invitar a expresidentes, precandidatos o jefes de partidos, quienes mantienen fuertes choques con el Ejecutivo, desde la Conferencia Episcopal le confirmaron a este diario que ya se han adelantado gestiones para alcanzar un “compromiso con un proceso electoral libre y en paz en Colombia” con estos actores.
En un documento al que tuvo acceso El Espectador se detalla que la Defensoría del Pueblo, con el apoyo de Naciones Unidas y la Misión de Apoyo al Proceso de Paz en Colombia de la Organización de Estados Americanos (MAPP/OEA), convocó a los sectores políticos a suscribir nueve compromisos en pro de garantizar un proceso electoral seguro y transparente. Entre los puntos está defender la primacía de la vida, respetar las instituciones, eliminar la estigmatización y garantizar la difusión de información veraz.
Este medio conoció que los buenos oficios para mediar entre el Gobierno y los demás poderes, particularmente de la oposición, también se han gestado desde otras orillas, entre estas la del Ejecutivo. El ministro Benedetti ha conversado con varias bancadas en la misión de intentar bajar el tono de la discusión e incluso, según fuentes de esa cartera, ha cruzado mensajes con figuras del Centro Democrático, aunque la dirigencia del partido asegura que no ha sido contactada por el Gobierno. Incluso hay un llamado interno a los congresistas del Pacto Histórico para que mesuren sus mensajes sobre la oposición.
Desde la Casa de Nariño también plantearon una conversación entre el presidente y directores de los medios de comunicación, también con el objetivo de dialogar sobre el lenguaje. Aunque los periodistas fueron citados este miércoles para un almuerzo con el jefe de Estado, al final se canceló porque el presidente, además de estar en consejo de ministros hasta las 2:00 de la mañana, priorizó su viaje a Cali para asistir a un consejo de seguridad tras la ola de atentados en Cauca y Valle y para el nuevo “plazoletazo” por la consulta popular.
Así las cosas, en medio de los trinos del presidente retando al Congreso e incluso hablando de posibles “golpes” en su contra, al tiempo que la oposición desconoce los espacios institucionales liderados por el Ejecutivo, la Iglesia, algunos órganos de control y otras instituciones confían en que se pueden calmar los ánimos, bajar el tono, crear un ambiente de confianza apuntando a un posible acuerdo sobre lo fundamental: la vida y el debate político con garantías. La expectativa radica en cuánto de todo esto pasará de los buenos oficios a su ejecución.
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