El presidente Gustavo Petro continuaba en la reunión a puerta cerrada que citó la Iglesia Católica para frenar los enfrentamientos entre diferentes poderes cuando se dio a conocer un nuevo parte de salud del senador Miguel Uribe. El documento, firmado por la Fundación Santa Fe, sostenía que la condición del congresista es “extremadamente crítica”, una frase que para muchos puede describir también cómo está la relación entre el Legislativo, el Ejecutivo e incluso el Judicial, que luego de la cita firmaron un compromiso para “escucharse, valorarse y respetarse en hermandad”.
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Por más de dos horas estuvo sentado Petro con el que se ha convertido en uno de sus mayores opositores, el presidente del Senado, Efraín Cepeda, (Partido Conservador), quien caminó unos metros para desplazarse desde el Congreso a la Curia Arzobispal, lugar elegido por la Iglesia para hacer este “cónclave” con el que se pretendía –más que dejar acuerdos pactados o una hoja de ruta clara– abrir un espacio para que al menos los diferentes rostros del poder se encontraran para darse la mano y mirarse.
Pero no todo resultó siendo tan acogedor como al menos la Iglesia lo esperaba, pues los choques entre Petro y Cepeda se mantienen más que vigentes, la suspensión del debate de la reforma laboral terminó por generar más fricciones en el oficialismo y darle aire a la consulta. Además, el Centro Democrático continúa asignándole responsabilidad a la Casa de Nariño frente a los hechos de violencia ocurridos a su compañero y de fondo no quedó ni un solo pacto o convenio asumido. Incluso, uno de los invitados se excusó y salió antes de lo previsto.
Sin mencionar ni uno solo de estos roces, que se fueron dando a conocer tras el encuentro, Monseñor Francisco Javier Múnera Correa, presidente de la Conferencia Episcopal, dejó claro que aunque la Iglesia es mediadora y seguirá estando presente, es realmente cada institución la que debe asumir la tarea y mostrar voluntad trazando líneas de respeto.
Y precisamente como manera de mediar y generar tranquilidad es que el cardenal José Rueda, quien fue artífice de este encuentro entre poderes, estuvo sentado entre Petro y Cepeda. Los demás curas presentes también buscaron sentarse estratégicamente para darle equilibrio a la mesa.
Entre los primeros invitados en llegar a la calle sexta con décima estuvo el registrador Nacional, Hernán Penagos, quien también ha tenido ciertos choques con la Casa de Nariño por los procesos de contratación que se han dado en varios procesos electorales. Optó por no hablar a la salida ni referirse a la consulta popular que decretó el presidente y que podría convertirse en otro punto de pelea con el Gobierno de no llevarla a las urnas.
A la cita también llegó el procurador Gregorio Eljach, quien ha sido protagonista de varios choques con el Ejecutivo, al parecer, por no demostrar su apoyo a varios proyectos del oficialismo y reunirse recientemente con el bloque de partidos opositores, que entre otras cosas, decidieron desconocer al jefe de Estado como “garante electoral”, prometiendo dejar de asistir a los eventos que él cite.
Igualmente, se sentaron en la mesa redonda elegida para hablar la defensora Iris Marín; el presidente de la Cámara, Jaime Raúl Salamanca; el contralor Carlos Hernán Rodríguez; los presidentes de la Corte Constitucional, Jorge Enrique Ibáñez; de la Corte Suprema de Justicia, Octavio Augusto Tejeiro; del Consejo de Estado, Luis Alberto Álvarez; del Consejo Superior de la Judicatura, Jorge Enrique Vallejo Jaramillo; y la directora del Dapre, Angie Rodríguez.
La cita inició aproximadamente a la 1:20 y una hora más tarde llegó Petro, encontrándose frente a frente con varias personas que considera detractoras de su programa de Gobierno y sus objetivos de reformar varios sistemas. Ya la mayoría de asistentes había terminado o estaba a punto de culminar el almuerzo, que habría sido una preparación italiana acompañada con una copa de vino.
Lo cierto es que la vocería de la Iglesia fue clave para “relajar” el ambiente en el salón, que de pronto se sintió más tenso con la llegada del jefe de Estado. Algunos saludos fueron fríos y se limitaron a un ligero apretón de manos.
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En la cita, donde se lamentó el atentado ocurrido contra Miguel Uribe el pasado 7 de junio, se dejó claro que la violencia no puede hacer parte del mundo político y que este hecho, en lugar de crispar los enfrentamientos como ha pasado, debe ser un llamado para que los diferentes actores superen las diferencias y estén a la altura del debate y de la representación de los colombianos en las corporaciones más importantes de la democracia.
El presidente habría mencionado que gran parte de ese malestar y escalamiento del lenguaje viene tras el hundimiento de la reforma laboral en la Comisión Séptima del Senado y las maniobras que según él buscarían hacer los congresistas para alejar al proyecto del que aprobó la Cámara, algo que poco o nada le gustó a Cepeda. Además, fue en medio de estos pronunciamientos que el presidente de la Corte Constitucional se excusó para retirarse, asegurando que estar allí podría generarle una recusación en el estudio del decretazo de la consulta e incluso de la pensional.
Lo cierto es que aunque fue un ejercicio significativo y simbólico en medio del agitado panorama, como lo confirmaron algunos invitados, de fondo no quedaron ni fuertes compromisos ni próximas citaciones para continuar con esta especie de diálogos políticos de paz. La entrada de la campaña complicará todavía más el escenario, pues como lo creen ciertos congresistas y precandidatos ya no habrá ni tiempo ni intenciones para la reconciliación.
Y es que según cuentan fuentes cercanas a esta cita de alto nivel, entre Petro y Cepeda no pasó nada más allá del saludo. Solo horas después de despedirse y dirigirse a las respectivas corporaciones que lideran, Petro mostró que se sigue sintiendo inconforme con el trámite que se le está dando a la reforma laboral, a la que solo le quedan pendientes 12 artículos para su aprobación total y de ahí pasar a la conciliación entre Cámara y Senado.
Varios ministros y congresistas venían trabajando durante este fin de semana en un eventual acuerdo para la reforma laboral, quedando pendiente el sí o el no del jefe de Estado, quien tras salir de la cita religiosa-política escribió en su cuenta de X que no se podía “retroceder sobre lo alcanzado en la Cámara”.
“No se trata de que haya desechado un acuerdo. Estamos en la concertación de un acuerdo, faltan unos puntos y él tiene la última palabra”, dijo el ministro del Interior, Armando Benedetti.
Y estas palabras fueron contrariadas por Cepeda, quien sostuvo que sí se rompió el acuerdo, responsabilizando de ello a Petro: “Esperemos que la reunión de este lunes sirva para recomponer los acuerdos que se rompieron por un trino del presidente”.
Si bien es cierto que se levantó la sesión por petición de muchos senadores que querían desplazarse hasta la Fundación Santa Fe, como lo hizo toda la bancada del Centro Democrático, también se tomó la decisión porque los artículos restantes siguen sin consenso: ni el presidente ni los senadores quieren ceder.
De hecho, hay quienes creen, incluso desde el mismo oficialismo, que el Gobierno podría encaminarse finalmente hacia la consulta popular hasta donde los altos tribunales y su estudio constitucional lo permitan, pues la negociación está complicada y las presiones que viene lanzando Petro sobre el Senado con el decretazo y el plantón citado por las centrales obreras y los sindicatos no parecen estar funcionando.
Así como fueron pocos los que decidieron sumarse al plantón, también fue poco lo que se avanzó en el trámite del proyecto, que se retomará este martes a las 8:00 de la mañana.
Ya el Centro Democrático parece estar decidido en endurecer todavía más su oposición, pues a varios senadores de esta colectividad se les escuchó lanzando fuertes críticas contra la Casa de Nariño por lo sucedido a Uribe, hecho que el jefe de Estado lamenta y desestima como responsabilidad del Ejecutivo. El partido dirigido por el expresidente Álvaro Uribe, aunque dice estar priorizando lo ocurrido con Uribe no deja de lado el cálculo político y busca estrategias para catapultar todavía más la narrativa de seguridad.
Pero hubo una escena que, por lo menos en el Congreso, reconocen como significativa y fue la de ver a senadores del Pacto Histórico y del Centro Democrático abrazándose por la situación que atraviesa el Uribe Turbay, un ataque que todos ven no solo contra el congresista sino también contra la misma democracia.
Este martes será un día clave para que se determine si Casa de Nariño y Capitolio logran dejar de lado, aunque sea por unos días, los choques constantes que vienen generándole preocupación a la misma Iglesia y otros sectores.
Este es el acuerdo que firmaron Gustavo Petro, Efraín Cepeda y otros:
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