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El gobierno del presidente Gustavo Petro desplegó una estrategia en materia diplomática y comercial para responder al tenso momento por el que atraviesan sus relaciones con los Estados Unidos de Donald Trump. Además del choque por la deportación de migrantes y la imposición de aranceles, a la situación se suma el choque entre el gobierno Petro y la secretaria de Seguridad de ese país, Kristi Noem, por las versiones encontradas sobre la reunión que sostuvieron hace unos días en la Casa de Nariño.
Ante ese escenario, el Ejecutivo hace gestiones en los tres frentes que tiene abiertos con Estados Unidos: una eventual descertificación, las relaciones comerciales y la atención a los colombianos que han sido deportados desde Estados Unidos. En el primer caso, como lo contó El Espectador, mientras la Cancillería socializa con tanques de pensamiento las cifras sobre sustitución de cultivos ilícitos, el embajador en Washington, Daniel García-Peña, gestiona diálogos con legisladores estadounidenses, cuyo concepto influye en la decisión final; y, en paralelo, desde el Ministerio de Defensa, las fuerzas de seguridad intensifican las operaciones contra el narcotráfico y las incautaciones de estupefacientes.
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Este medio también constató que es cuestión de días estarán en Washington la ministra de Justicia, Ángela María Buitrago, y posiblemente el ministro de Defensa, el general retirado Pedro Sánchez, y otros funcionarios que están relacionados con las estrategias de combate a grupos criminales y relacionados con el tráfico de drogas ilegales.
Sobre el tema comercial, marcado por la imposición de un arancel del 10 % a los productos colombianos, cabe recordar que la Casa de Nariño ya se venía moviendo en varios frentes para esquivar los daños implícitos que trae una decisión como esa, en parte porque ya se conocían las otras amenazas de aranceles hechas por Trump, puntualmente por el choque que tuvo con Petro por la deportación de colombianos.
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De acuerdo con un documento de la Cancillería emitido el pasado 14 de marzo, al cual accedió El Espectador, el objetivo es explícito: “Intensificar la diversidad de la agenda tanto diplomática como comercial”. Esto demuestra que Bogotá se venía preparándose para una acción –si se quiere hostil– como la que finalmente ejecutó la Casa Blanca.
Esa diversificación tuvo una especie de pico en febrero pasado, cuando se dieron dos agendas claves de la diplomacia nacional. Por un lado, el presidente Gustavo Petro estuvo en Qatar entre el 10 y el 14 de ese mes para reunirse con el Emir Tamim bin Hamad Al Thani. Por otra parte, el 11 de febrero pasado se realizó el diálogo Unión Europea – Colombia, un espacio que tiene como fin fortalecer las relaciones con un bloque integrado por 27 países y que les permitiría a las empresas nacionales diversificar en varios frentes sus intereses comerciales.
Según el reporte del Ministerio de Relaciones Exteriores, “Colombia continúa afianzando su relación con actores estratégicos extra regionales para una proyección plural (Asia Pacífico, Unión Europea, África, Medio Oriente, Oceanía), con el fin de ampliar la cooperación en ciencia, tecnología, producción de vacunas y reindustrialización, además de reafirmar la presencia diplomática y política en estas zonas estratégicas”.
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