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“Piensan que un apellido es la salvación de Colombia, y no es así”: Jorge Andrés Lara Restrepo

El tercero de los hijos de Rodrigo Lara Bonilla, inmolado ministro de Justicia, vive alejado de la política, pero es crítico frente a la situación del país que, asegura, debe empezar a cambiar desde las regiones. Segunda entrega de la serie “Delfines” de “Utópicos”, periódico de la Universidad Santiago de Cali.

Olga Behar / Especial para El Espectador
21 de septiembre de 2020 - 03:00 a. m.
Jorge Lara Restrepo sentado frente al monumento de su padre, pidiendo justicia.
Jorge Lara Restrepo sentado frente al monumento de su padre, pidiendo justicia.
Foto: Hijo de Rodrigo Lara Bonilla

Jorge Andrés tenía solo siete años el día en que mataron a su papá, Rodrigo Lara Bonilla, quien siendo ministro de Justicia pagó con su vida el haber desafiado al Cartel de Medellín. Sus otros hermanos: Rodrigo Lara Sánchez (nacido cuando Lara Bonilla era soltero), Rodrigo y Paulo José Lara Restrepo tenían doce, nueve y tres, respectivamente. El crimen, ocurrido el 30 de abril de 1984, no solo los dejó huérfanos a ellos, sino a todo un país. Los dos mayores —los Rodrigos— han incursionado en la política con bastante éxito, pese a las dificultades que les ha generado la estigmatización (los llaman “delfines” con alguna frecuencia, como si hubieran heredado poder de su padre) y en el caso de Lara Restrepo, por su militancia en Cambio Radical, más a la derecha que las ideas del exministro. Los dos menores, en cambio, se han dedicado a tareas muy alejadas de ese mundo y, sobre todo, de la politiquería imperante en Colombia. Mientras Paulo se decidió por la administración de empresas, Jorge Andrés es un reconocido realizador audiovisual y en esta entrevista abrió su corazón para contar aspectos desconocidos de la vida de su familia.

¿De qué manera los marcó, a los tres hermanos Lara Restrepo, el asesinato de su padre en relación con la idea de hacer política en Colombia? ¿Cuál fue el camino que tomó cada uno y por qué?

El 30 de abril de 1984 nos marcó de una manera muy diferente a los tres (Lara Restrepo), por las edades que teníamos: Rodrigo entrando a sus nueve, yo en mis siete y Paulo José en sus tres. Rodrigo tuvo que subirse al auto con mi padre, yo quedé en estado de shock postraumático, sin poderme mover, y Pablo en brazos de la niñera, la tía Oliva. Pero sabemos que ese día fue el punto de partida para construirnos como huérfanos de padre y en el exilio. Ese día fue muy marcador para los tres en cuanto a los diferentes caracteres. Nuestras personalidades y caracteres hicieron que cada uno de nosotros tomáramos nuestras rutas. Gracias a Dios que siempre nuestra madre nos dijo: hagan lo que quieran, pero háganlo bien hecho y que les salga de adentro. Eso es muy lindo y nos permitió sacar nuestra esencia.

Sin embargo, yo siento que para Rodrigo sí había una presión más grande por parte de la gente, de la sociedad, como esperando que retomara las banderas de mi padre por ser su homónimo y también por lo que acababa de suceder. Entonces, es como un pueblo pidiendo venganza a través de sus “delfines” de los años 80. Eso creo que también influyó bastante en Rodrigo.

¿Cómo ve la carrera de su hermano Rodrigo y de que lo llamen “delfín”?

Rodrigo encontró un espacio donde siente que escuchan sus ideas y que está haciendo algo. Pienso que él tomó el camino de la política porque le nacía, eso viene desde su esencia; también que hubo una parte de presión social en los años 90, cuando le decían que tenía que seguir los pasos de mi padre. Yo diría que el camino que tomó es 90 % su esencia y 10 % esa presión.

Él es muy preparado, una persona que tiene mucho conocimiento, que ha sido becado varias veces, es una enciclopedia andante. Es una persona con mucho análisis, muy profesional en lo que hace, pero, obviamente, eso no lo sabe todo el mundo, solo lo conoce la gente que está cerca de él, la que lo ha visto. Pero para el 90 % de la sociedad, él es un “delfín” por tener el nombre y el apellido de mi padre. Si él tomó ese camino de la política, tiene que sacarlo de la mejor manera posible y tiene que desmarcarse de la imagen del padre. Tiene que arrojar resultados grandes y desmarcarse de esa sombra.

¿Usted ha pensado en dedicarse al servicio público y de pronto, en algún momento, construir un camino para ser presidente de Colombia? ¿Qué opina de que lo puedan llamar también “delfín”?

A mí me han propuesto entrar a partidos, lanzarme en política, pero no me siento reflejado en ninguno. No me considero un “delfín” de la política, pues no vivo de ella, no recibo salario de ningún partido, no trabajo con ninguna institución del Estado. Al contrario, siento que somos unos abandonados por el Estado, pues no hubo nunca un acompañamiento psicológico ni económico, y no mostraron ningún tipo de interés frente a nosotros. Teníamos unas becas que normalmente eran vitalicias, pero duraron como cuatro años y nos las quitaron. Esto ocurrió cuando estábamos en Suiza, mi madre no pudo pagar más las escuelas privadas, porque dejó de recibir ayuda del Estado, y entramos al sistema público.

Volviendo a la pregunta, yo nunca he tenido en mente lanzarme a la Presidencia, al Congreso, al Senado o a un cargo de esos. Siento que hay una necesidad de hacer cambios en este país, que puedo aportar y que el cambio es ya, y tiene que ser proponiendo nuevos sistemas, porque nos damos cuenta de que la corrupción ya nos tiene gangrenados por todas partes en la nación. Toca más bien pensar en qué soluciones podemos importar, qué ejemplos podemos ir a buscar en otros países para mejorar nuestro sistema político, que, realmente, ha perdido mucha credibilidad.

¿Qué fue de las vidas de sus otros dos hermanos?

Mi hermanito Paulo se fue por el tema de la administración de empresas y es feliz en lo que hace. No podemos dejar a un lado a Rodrigo Lara Sánchez, mi medio hermano, que también entró en política en el Huila. Yo le tengo mucho aprecio, he hablado con él unas cuantas veces, cuando nos permite la vida vernos y es una persona increíble, un ser humano muy bonito. Ahora, yo siento que él es un doctor increíble y que tiene que seguir la vía de la medicina, porque la vida de la política, además con un apellido de estos, siempre es más compleja. Más que un comodín, se convierte a veces en un hándicap (una desventaja).

¿Qué hicieron después del asesinato de su padre?

Primero fue España, después fue Suiza. De Suiza a mí me mandaron a Inglaterra a un monasterio durante dos años, porque estaba muy necio y como el Estado todavía estaba pagando las becas, mi mamá nos mandó a un colegio muy bueno allá a aprender el idioma y para ver si a mí me ajuiciaban. A Rodrigo lo enviaron para cuidarme. De Suiza nos fuimos a Francia, adonde habían enviado a mi mamá y allí nos quedamos los últimos años. Primero volvió Rodrigo, entró a estudiar al Externado y comenzó a hacer política. Después vino mi madre, que se instaló en Colombia, y después llegó Paulo. Yo me quedé más tiempo, estaba enamorado y trabajando.

Estudié administración de empresas en Francia, me gradué y empecé a trabajar en diferentes empresas y sectores. En Europa tuve la oportunidad de ser un inmigrante más, trabajé en restaurantes, en bares; empleos que uno nunca pensaría que puede tener un “delfín”, pero eso te humaniza mucho, te vuelve más humilde y te enseña a tener un corazón más grande con los menos afortunados. Europa fue una escuela de la vida.

Lea también: “El poder no se hereda, sino que se cultiva”: Martín Santos

¿Y qué ha sido de usted en años recientes?

Decidí devolverme a Colombia en el 2009. Siempre he estado trabajando en el tema audiovisual, haciendo videoclips, documentales y con la ONU en las zonas de conflicto y en los penales. Llevo ya unos cuantos años dando conferencias a nivel nacional e internacional sobre la problemática de la paz, el perdón y la reconciliación en Colombia. He estado en cárceles, universidades, colegios, barrios, con pandillas, con toda la gente que necesita escuchar un mensaje de paz y perdón, para que entiendan que sí es viable construir. Es como hacer una revolución de las cosas pequeñas. Son diez años ya trabajando con el tema de la paz, a la cual le tengo mucha fe.

Cuando llegué, lo primero que me pasó fue que se me presentó un problema con la libreta militar. Nunca me presenté por estar en el exilio, en Francia, nunca pensé que eso iba a representar un problema. Mi gran sorpresa fue que no se puede hacer contrataciones con entidades sin ella y me respondieron en los batallones que debía $28 millones por no haberme presentado. No podía pagar ese dinero, se me hacía una cosa totalmente injusta. Arreglé ese asunto y entré a trabajar con la televisión pública, con RTVC. Tengo más de 17 años de experiencia en la televisión y entré por mis méritos y hoja de vida. Durante tres años en la televisión pública uno aprende mucho sobre la función pública, sobre las instituciones y cómo se manejan.

Después de dos años, me propusieron la dirección del Canal Institucional, por los resultados, la seriedad, la hoja de vida y todo, pero es increíble ver la guerra interna por un apellido y que te digan: es que a usted se lo dan es por el apellido. Piensan que uno sí es un “delfín” político, sabiendo que nunca recibimos ninguna indemnización. Lara Bonilla no hace parte de la Ley de Víctimas, mi madre terminó el año pasado de pagar la hipoteca sobre su apartamentico. No creo que el término “delfín” pegue conmigo, porque no he recibido nada de ellos.

En esos tres años, me di cuenta de las grandes fallas que tiene la institucionalidad, sobre todo desde RTVC. Te das cuenta de cómo comunican las otras entidades a través de ella, del despilfarro del dinero, de los nombramientos clientelistas. Salí de allí porque no quise seguir con mi contrato adelante, porque se me hace que no es ético recibir un salario por unas funciones que no están siendo valoradas y que no son puestas en práctica. Puedo decir que sé qué es la función pública, trabajé en ella y me pude dar cuenta de las fallas y las necesidades urgentes que tiene que hacer el Estado. El despilfarro en las entidades y los nombramientos clientelistas son los que nos tienen frenados; las instituciones no se mueven.

¿Cómo ve la situación del país hoy?

Ya los colombianos no creen. Se ven escándalos a diario y, al otro día, otro escándalo tapa el del día anterior. La vida me ha enseñado que uno se tiene que rodear de gente muy buena en lo que hace. Me explico: ya no creo en la imagen, por ejemplo, que refleja Iván Duque del presidente que sabe todo, que está en toda parte. Esa imagen ya se acabó. El superhéroe a la norteamericana se acabó, no es real. El primer acto de grandeza es la humildad de decir “esto no lo sé” o “esto no puedo”, y pienso que el próximo candidato por el cual yo vote para la Presidencia o una elección regional ha de ser una persona que esté acompañada por especialistas en temas de salud, urbanísticos, de seguridad.

Ya no creo en el personaje, más bien creo en que la unión y la solución de Colombia pasa por ahí. Tenemos un centro político huérfano de candidato o de partido, hay mucha gente huérfana que está esperando cambios reales y no podemos esperar que el cambio venga de la política tradicional, sino que debe empezar a salir desde las regiones, a través de la calle y demostrar presencia. Creo más en eso que en un sistema político tradicional y me encantaría poder encontrar una colectividad realmente preocupada, que no esté metida en la politiquería, porque eso es lo que nos tiene totalmente sumergidos en Colombia.

¿Qué ha significado para ustedes ser hijos de Rodrigo Lara Bonilla?

Nosotros no heredamos ningún poder, ni político ni de nada. A lo mejor el poder del recuerdo del nombre del padre, pero en lo que se convierte es en un camino minado no en uno que da frutos. A mí, el apellido me ha dado más hándicaps, me ha dado más problemas. Si estás buscando trabajo y dices que eres Lara Restrepo, te van a decir que no lo necesitas porque piensan que el Estado te está dando todo. Y cuando llegas a lo público y pides un trabajo, van a decir que te lo dan por el simple hecho de ser un “delfín”. Eso es un problema.

Rodrigo ya tiene cancha, ya tiene su terreno en el campo político, entonces yo creo que la gente tiene que empezar a ver qué ha hecho y qué no ha hecho, y dejar de pensar en el padre. Por mi lado, no veo qué nos ha aportado el Estado; al contrario, nos toca pelear para que limpien el monumento de la calle 127 cada año. Eso es lo que nos han dejado: el olvido.

En estos días se ha mencionado al hijo del expresidente Álvaro Uribe, Tomás, como su virtual heredero político... ¿Usted le cree cuando dice que solamente va a asesorar a Óscar Iván Zuluaga o estará en un proceso de aprendizaje de la minucia política para empezar un recorrido que lo lleve al poder, como un verdadero “delfín”, tal vez no en 2022, pero sí en 2026?

El tema de Tomás Uribe es preocupante, porque ya la gente está diciendo que es un buen muchacho y que puede sacar adelante al país. Él dice que no va por curules, ni puestos, ni cargos, pero claramente está haciendo escuela para heredar después. Obviamente, no puede llegar a aspirar a una curul o un cargo en este momento, porque no creo que haya hecho mucho por Colombia para venir a decir: yo sé cuánto cuesta una botella de leche y cuáles son las problemáticas de las regiones. Es una persona totalmente ajena a ellas y, si no me equivoco, tiene investigaciones por unas zonas francas, por conexiones turbias con los recicladores. En fin, eso le quita ya seriedad a todo. Hay que ver ese partido (Centro Democrático), que tiene más investigados que gente de hoja de vida limpia. No es normal.

Realmente, lo que está pasando hoy en día, a mi pobre padre le daría un infarto, pues estamos pensando que un apellido es el conocimiento y la salvación de un país, cuando no es así. Lamentablemente, la meritocracia en el país la tienen olvidada.

Usted ha encontrado caminos de expresión, como Twitter, ¿cuál es el valor que le da a expresar sus opiniones en redes sociales?

Yo no conocía Twitter hasta hace tres años. Lo tenía abierto, pero nunca “posteaba” nada. Yo creo que es la impotencia de tener que vivir a día lo que vivimos en Colombia, que dan ganas de poner tu voz. Yo creo que en Twitter hay gente que se esconde siempre detrás de un avatar, de un nombre falso. Uno tiene que decir las cosas y poner la cara. Yo firmo todo con nombre y apellido, e intento ser lo más coherente, estoy siempre abierto al diálogo, así sea gente que provenga de otros sectores distintos al mío. Pero no aguanto la grosería o los insultos, y tampoco la falta de argumentos. Twitter es importante, porque ayuda a abrir los ojos de muchas formas. Ahora, yo sé que el país no se construye desde allí, pero se proponen ideas, hay diálogos y de allí se puede sacar una construcción.

En Twitter, uno llega a conocer gente interesante, con pensamientos interesantes, sean que vayan de acuerdo con el de uno o no, pero permiten tener un mejor análisis. Las opiniones que yo pongo son mías, pero hay algo importante: yo nací en una casa donde se estaba creando un partido político, acompañé a mi padre desde joven a hacer su campaña política, lo acompañé a las cárceles, a sus reuniones, y pienso que el partido político, más que ser todo un tema jurídico para pelear, es más bien como un espíritu. El espíritu de mi padre era muy progresista para aquella época. Era 1983, 1984, y todas sus estrategias contra el narcotráfico eran brillantes. Pero, sobre lo que era su manera de solucionar eso, hoy en día yo le diría: padre, hace cuarenta años se podía luchar contra eso, pero hoy en día tenemos que pensar en una regulación para quitarles el oxígeno a esos grupos ilegales.

¿Qué tanto hay en su Twitter de opiniones personales y qué tanto del pensamiento de Rodrigo Lara Bonilla?

Tengo opiniones de él, claro, eso me calcó la vida en muchas cosas. He leído mucho sobre él y pienso que el ADN jala, es muy fuerte. Yo nunca pensé que me sentaría a hablar en cárceles, que me llamarían de países a hablar con presidentes y estoy haciendo lo mismo que él: buscar una política común sobre esa problemática, para los tres países que son productores (de narcóticos), sin dejar de lado a Ecuador, que se está convirtiendo en un lavadero de dinero. Twitter sí es importante para mostrarle a la gente lo que está pasando. Y si uno da su opinión, mantener la cara alta sobre lo que yo opino.

Las opiniones son mías, está muy calcado en el padre, es el genitor. Pero mira lo lindo, si el genitor no hubiera sido bueno, yo creo que estaría dando el mismo ejemplo que está dando Juan Pablo Escobar, el hijo de Pablo Escobar, que dice: si quiere ir lejos no siga el ejemplo de mi padre. Pero no, mi padre era un señor con unas ideas muy grandes, que hace cuarenta años estaba ya describiendo lo que era la crónica de la Colombia de hoy en día, y eso es terrible. Entonces, Twitter es importantísimo para que el mundo vea lo que está pasando en Colombia a diario, pues también la solución de nuestro país es internacionalizar nuestra problemática.

Por Olga Behar / Especial para El Espectador

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Marciano(02981)21 de septiembre de 2020 - 04:54 p. m.
Conocimos a los chicos Lara y a su madre Nancy , exilados en París, estudiando y trabajando para ayudarse en sus sostenimientos. En aquellos tiempos la Fundación Santo Domingo realizaba misiones de microempresarios siendo ellos, niños aún, los guías y orientadores de tales misiones. Una familia maravillosa y unida después de la tragedia que había sucedido en Colombia . Un ejemplo para todos!
-(-)21 de septiembre de 2020 - 04:53 p. m.
Este comentario fue borrado.
Dion Casio(66071)21 de septiembre de 2020 - 03:35 p. m.
Para hacerse una idea de si lo que decía Pablo Escobar del papá de Rodrigo Lara era cierto o no ,es ponerle cuidado al senador como actúa a favor del 1%.
Berta(2263)21 de septiembre de 2020 - 02:00 p. m.
"Esto ocurrió cuando estábamos en Suiza, mi madre no pudo pagar más las escuelas privadas, porque dejó de recibir ayuda del Estado, y entramos al sistema público." ¿Escuelas privadas en Suiza y pagadas por el Estado colombiano? ¿Y eso le parece normal? Conozco muy bien la educación pública francesa y suiza y sé que es excelente; así que no se queje; su educación es completamente privilegiada.
Carmela(39411)21 de septiembre de 2020 - 12:29 p. m.
Me gustó esta entrevista. Gracias. Lara Bonilla, un gran lider.....!!!!!
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