Por estos días, en los pasillos del Congreso, los legisladores repiten una frase que resume lo que podría ser el epílogo de este cuatrienio: “La primera legislatura es del Gobierno, la segunda es compartida, la tercera de los congresistas y la cuarta de nadie”. Esto, según explican, se debe exclusivamente a que en el último periodo todos estarán pensando en las elecciones legislativas y presidenciales. Aun así, la administración del presidente Gustavo Petro desplegó un plan para modificar esa tradición.
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En el Ministerio del Interior señalan que la regla ya cambió en los últimos tres años, pues durante todo el periodo la agenda la ha impuesto el Ejecutivo, con o sin éxito, a través de sus reformas. Así las cosas, desde esa cartera, con el ministro Armando Benedetti a la cabeza, creen que hay un espacio para aprobar más proyectos de aquí hasta el próximo 20 de junio. De hecho, el ministro aseguró esta semana que es optimista, que hay “una nueva era de entendimiento y diálogo” con el Congreso e incluso que están abiertos a modificar los articulados.
El primer paso en este camino es el del control de las mesas directivas. Las cuentas superficiales dan como ganador al Gobierno, pues hasta el momento ha logrado la presidencia de la Cámara y de ocho comisiones constitucionales; sin embargo, al pasar la lupa por cada célula se hace evidente, nuevamente, la superioridad de un fuerte bloque opositor en el Senado.
En la Cámara, Petro y Benedetti ubicaron en las siete comisiones constitucionales a aliados del Pacto Histórico y otras bancadas. En la Comisión Primera ganó Gabriel Becerra (Pacto Histórico), en la Segunda Mauricio Londoño (La U), en la Tercera Wilmer Castellanos (Alianza Verde), en la Cuarta Liliana Rodríguez (Alianza Verde), en la Quinta Erick Velasco (Pacto Histórico), en la Sexta Haiver Rincón (Curules de Paz) y en la Séptima Camilo Ávila (La U). Pero en el Senado, además de tener un presidente crítico de las reformas, el liberal Lidio García, la cuenta va cuatro a uno en contra del Gobierno y podría ser peor.
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No es menor que el Ejecutivo haya ganado en la Comisión Primera con la elección de Julio Elías Chagüi (La U) como presidente, pues será él quien se encargará de orientar el trámite, entre otros, de proyectos cruciales como el de la ley de sometimiento para grupos criminales. Sin embargo, en las económicas, Tercera y Cuarta, tendrá como cabezas a dos figuras que ya anunciaron su intención de hundir la reforma tributaria o ley de financiamiento por $26 billones, de la que dependerá el presupuesto de $557 billones que busca Petro para 2026. Jairo Castellanos (En Marcha) y Enrique Cabrales (Centro Democrático), respectivamente, serán los presidentes de esas células legislativas. Según el presidente Petro, si no se aprueban ambas iniciativas, habría recortes en diferentes sectores.
En la Comisión Quinta ganó Edgar Díaz (Cambio Radical), un senador que se ha opuesto a todas las movidas del petrismo. Esa comisión abordará este año trámites como el de la prohibición del fracking y debates sobre las altas tarifas de energía. Y en la Comisión Séptima, encargada del tercer debate de la reforma a la salud, el bloque opositor dejó a un lado los acuerdos que le iban a dar la presidencia a Omar Restrepo (Comunes), para imponer a Miguel Ángel Pinto, liberal que votó para hundir la reforma a la salud y la laboral.
En el marco de esta derrota, el Ejecutivo decretó un importante cambio en el sistema que establece el llamado modelo de salud preventivo, predictivo y resolutivo, pilar de su reforma. Aunque los opositores de la Comisión Séptima aseguran que ese acto administrativo es una forma de pasar por encima del Congreso y avanzar en los cambios a pesar de que hay vacíos técnicos y financieros, el ministro Benedetti respondió este jueves que el decreto “no toca para absolutamente nada la naturaleza, la columna vertebral y la idea principal” de la reforma. Además, dijo que el senador Pinto es su amigo y que esta vez no habría “un bloqueo”.
Las comisiones Segunda y Sexta siguen en juego y, aunque sobre el papel serían para aliados de la actual administración, ya están en la mira de los bloques críticos del Gobierno que se mueven para ubicar a fichas de otros partidos. Según fuentes de la Comisión Segunda, que toca temas de política exterior y defensa nacional, entre otros, el puesto le corresponde a Jahel Quiroga, de la Unión Patriótica y el Pacto Histórico, pero la oposición busca “embolatar” ese compromiso para que gane una ficha conservadora. Lo mismo pasa en la Sexta, donde el turno sería para Sandra Ramírez (Comunes), quien también genera resistencia por estar jugada con el Gobierno.
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La próxima semana se definirá el panorama completo de las reformas y, a partir de ese momento, el Gobierno tendrá un año exacto para intentar rematar su periodo con la aprobación de otras reformas; sin embargo, teniendo en cuenta el mencionado contexto electoral, el tiempo real para tramitar proyectos en el Congreso no sería mayor a seis meses. Los congresistas aseguran que entre agosto y febrero habrá espacio para buscar espacio en las agendas, pero a partir de ese momento todos se volcarán a las calles en busca de sus reelecciones en el Congreso o las de sus fichas y candidatos presidenciales.
El Gobierno, por su parte, estudia decretar los puntos esenciales de otras de sus reformas y así evitar la talanquera del Congreso. Según el ministro del Interior, no se tiene pensado recurrir a figuras como la consulta popular, pero lo cierto es que en la ecuación falta un remezón ministerial que podría dejar al mismo Benedetti fuera de la cartera política.
Se espera que a partir del próximo 7 de agosto el presidente apueste por reconfigurar su equipo con funcionarios que le digan sí a todas sus propuestas y hagan una defensa férrea de la gestión. Según voces de la Casa de Nariño, es en ese contexto en el que no se puede descartar que al gabinete lleguen más perfiles como el de Alfredo Saade, jefe de gabinete, y Eduardo Montealegre, ministro de Justicia, para probar rutas no convencionales que aseguren el cumplimiento de las promesas que hizo Gustavo Petro en 2022 y allanar el camino para la reelección de la izquierda en 2026.
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