¿El país ya lo puede llamar candidato?
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Yo no evado ninguna pregunta, respondo siempre y no miento nunca. No he decidido aún ser o no candidato por razones que le puedo explicar. Esto tiene que ver con el esfuerzo de devolverse a Colombia a unir este país, a sanar heridas, a tratar de ponernos de acuerdo, a dejar de odiarnos porque Colombia tiene un futuro maravilloso. Cuando se ve desde afuera se ve todo lo que puede ocurrir positivo en Colombia, pero el futuro implica que seamos capaces de unirnos, de cerrar la herida social, de cerrar las heridas de odio.
¿De qué depende esa decisión?
Yo ejercí 20 años la medicina. Mi oficio ha sido ese, cerrar heridas, así que vengo a ayudar a eso y veremos qué pasa cuando dialoguemos con los demás colombianos y colombianas que sienten que tienen la capacidad de ayudar a sacar a Colombia adelante. Hay que conversar con todos ellos y saber qué es lo mejor para el país.
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Usted le puso la banda presidencial al presidente Gustavo Petro. ¿Qué logros considera que son claves en estos tres años de Gobierno?
Hace tres años yo posesioné al presidente Gustavo Petro y dije en esa Plaza de Bolívar, ese día frente a los colombianos, que el gobierno que iniciaba debería ser un gobierno para todos y todas, un gobierno para los más de 50 millones de colombianos. Y dije también que el camino del cambio que se prometió debía traducirse en reformas sociales, pero que debían tramitarse en el Congreso institucionalmente. ¿Qué ha ocurrido en estos tres años? Evidentemente, ha habido avances para la democracia. La democracia se ha profundizado, hay inclusión social, se le dio voz y visibilidad a colombianos y colombianas que habían estado olvidados o abandonados o negados y que ahora saben y recuerdan que Colombia también es de ellos, y de los campesinos, de los obreros, de los vendedores ambulantes que tienen derechos. Y ese énfasis en la inclusión social es indiscutible y llegó para quedarse. Quien piense gobernar el país tiene que saber que debe responder a esos derechos justos.
¿Se ha cumplido el programa de gobierno?
Pues la otra cosa que es evidente en el transcurrir de estos tres años es que hay una visión de compromiso con la vida, porque ese es el énfasis en la paz y en tratar de salvar a los jóvenes de las espirales de la violencia, del mercado de la violencia, pero también con todas las formas de vida, porque se sabe que la transición energética, el cambio climático, nos obliga a cuidar el planeta y a tomar decisiones que por supuesto deben hacerse en transición. Y ahí vienen las diferencias de método entre cómo hacer el cambio, si bruscamente o de manera pausada, dialogada y concertada. Pero la defensa de la vida, la defensa del medio ambiente y la inclusión social son asuntos que llegaron para quedarse tras estos tres años de gobierno.
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¿El Gobierno del presidente Petro ha sido para todos o, como dicen otros sectores, hace falta más diálogo?
Eso que yo dije hace tres años cuando empezó el Gobierno y que además se notó en el primer año del gobierno Petro, porque en ese primer año, recordemos, organizamos una coalición amplia, había un compromiso y una actitud de todos los sectores, también de los empresarios, de los medios e incluso de los sectores de oposición; estaban dispuestos a avanzar en un gobierno que era diferente, un gobierno que era de izquierda después de 200 años, pero con un profundo componente liberal, porque debo recordar que recorrimos el país con el candidato Gustavo Petro, con las banderas de ese liberalismo popular. Con ese liberalismo ganó Gustavo Petro. Y ese liberalismo tiene un significado, un compromiso con esa base popular desde siempre. Es lo que ahora se llama progresismo.
Pero la pregunta es si el Gobierno sí ha sido para todos…
Es que también es un compromiso con la empresa privada, con respetar lo de cada quien. A nadie le gusta que le quiten lo que tiene, que le roben su celular, que le quiten las ganancias de la tienda con la extorsión. El discurso de un gobierno para todos es evidente que no se ha cumplido, porque la polarización que, en todo caso hace daño, ha hecho que el país se divida y para mal en dos franjas que se odian, desde las que se atacan los dirigentes políticos. En estos dos años de mi ausencia, al regreso, he encontrado una pugnacidad y una rabia exacerbada en las redes que no le sirve a Colombia. Esas peleas no sirven para nada y en eso también han caído el Gobierno y la oposición. Así que esa es una de las debilidades. No ha sido como yo esperaba, como quiero que sea, un gobierno para todos.
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¿Qué puntos le diría usted al presidente Petro que podrían mejorarse en el epílogo de su administración?
Yo tengo una comunicación muy respetuosa, afectuosa y permanente con el presidente Gustavo Petro, y tengo un respeto intelectual por él. Es un hombre que cuando se le ve en los estrados internacionales señalando la necesidad de cuidarse del cambio climático, de la crisis de la migración sur-norte, de la necesidad de cuidar la Amazonía, pues uno dice, este hombre tiene razón; sé, además, que sinceramente le duelen los pobres. Las diferencias están en el método y él mismo la ha señalado. La polarización es una debilidad y es algo en lo que también se ha incurrido; otra debilidad es el equipo de gobierno en distintas etapas. El propio Petro ha dicho que si un presidente no tiene un gabinete experimentado, que conozca, comprometido, que se dedique a trabajar y no a trinar y a pelear, pues difícilmente puede ejecutar. Y, por supuesto, ha habido falencias a lo largo de estos tres años. Los gabinetes han mutado, ha habido una especie de metamorfosis. En el primer año se construyó un gabinete donde había técnicos, donde había activistas también y que tenían derecho, por supuesto, a expresar sus ideas con pasión. Y había ministros de corte liberal, lo que llaman tecnócratas liberales con experiencia.
¿El gabinete actual puede derivar en las falencias que señala?
Después del primer año, cuando yo salí del país, el gabinete también cambió y hubo más activistas. Salieron los liberales y había un buen número de técnicos trabajando. Pero creo que en la última etapa, inclusive los dirigentes de izquierda tradicional y comprometidos han salido del gabinete; quedan algunos. Y hay algunas voces que, en mi opinión, no le ayudan al presidente. Primero, porque no solo no ejecutan, sino que hacen mucho ruido trinando, quieren mucho protagonismo, quieren hablarle al oído al presidente y ese ruido genera reacciones en la extrema derecha, porque aumenta los miedos. Digámoslo de una vez: quien trina que va a haber rupturas democráticas, que no va a haber elecciones, que el presidente se va a reelegir 20 años, que va a haber una conmoción interior para que no haya democracia el año entrante, que se va a cerrar el Congreso, que hay que cerrar los canales de televisión, pues eso no va a ocurrir.
¿Es no tiene el respaldo del propio presidente Petro?
Gustavo Petro lleva 35 años sometido a las normas de la democracia y ganando con ellas. Y ha habido avances, en democracia y también en justicia social. Falta mucho, porque hay que cumplir la promesa del cambio. Yo creo que este último año va a ser el año de Petro, porque es el año en el que él va, no tengo ninguna duda, a reafirmar su compromiso con la democracia. Una democracia sana también se mide en las transiciones de gobierno. La salud de la democracia en Colombia se ha medido siempre y la volveremos a ver el 2026, cuando haya un tránsito tranquilo hacia un nuevo gobierno.
Entonces, ¿si habrá una transición en el poder el próximo año?
El presidente Petro va a reafirmar ese compromiso. Y además tiene una segunda oportunidad, que es también un reto para terminar bien, ejecutar, cumplir la promesa, exigirle a su gabinete que trabaje más y trine menos, que se dejen de delirios y sepan que el único compromiso es cumplirle a Colombia su compromiso auténtico con un país más justo.
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Los ruidos de la reelección que se oyen desde el jefe de Despacho, Alfredo Saade, o lo que dice el ministro de Justicia, Eduardo Montealegre, sobre darles piso jurídico a temas espinosos, ¿podrían impactar en las decisiones del presidente Petro?
El jefe de Despacho no es el único. Hay muchas voces que trinan, que quieren reelección eterna, que celebran en lo que está haciendo (Nayib) Bukele (en El Salvador), porque se eligió como cualquier dictador indefinidamente; o que dicen que hay que cerrar el Congreso, que hay que cerrar los medios. ¿Qué efecto puede tener? Estoy completamente seguro de que eso no va a influir en decisiones reales del presidente Petro. He dicho que no va a haber ni autogolpe de Estado, ni cierres de Congreso, ni cierre de los medios de comunicación. Va a haber transición democrática.
¿Todo eso queda descartado plenamente?
Yo creo que si el 7 de agosto el presidente Petro entrega el poder a un sucesor o sucesora de corte liberal popular progresista, habrá logrado no solo que se preserve su propósito del cambio social, sino también que el país sienta estabilidad, seguridad, tranquilidad en esa transición. Pero, en cambio, en el otro extremo, donde hay delirantes de derecha, de extrema derecha, quieren asustar a los colombianos y dicen que va a haber un golpe de Estado, que Petro no va a hacer elecciones. Ahora, ojo, porque eso exacerba los ánimos y se oyen voces tan agresivas y violentas que generan en Colombia violencia física. Eso hay que eliminarlo. Tenemos que sanar ese odio, pensar que hay personas que llaman a los otros colombianos plaga, que hay que exterminar o personas del otro lado que celebran las desgracias ajenas. Todo eso es supremamente doloroso. Ninguna desgracia se puede celebrar, ni siquiera la del contradictor.
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¿Durante ese gobierno están dadas las garantías para evitar que eso pase?
No tiene sentido un gobierno si no es capaz de estar al lado de las familias colombianas. Pero de todas las familias colombianas, un gobierno que le dé garantías a todos. Los hogares colombianos esperan que el gobierno les sirva, no que se saquen los ojos, que se agarren de las mechas, que se den codazos de un político contra otro. Eso no le sirve a Colombia.
Ya se anunció otro remezón ministerial y la oposición dice que el presidente Petro se va a “radicalizar”. ¿Qué opina?
La administración que ganó hace tres años, y quiero recordarlo ahora, fue una propuesta de centro-izquierda, que incorporó esas banderas liberales de las que hemos hablado y yo reivindico, porque yo hice parte, por supuesto, de ese acuerdo que se llamó el Pacto, que era con las ideas liberales, y me parece que eso hay que preservarlo. Pero me parece curioso, por decir lo menos, que la oposición alarmista diga en cada decisión del Gobierno que va a haber una catástrofe, el apocalipsis o que se va a radicalizar. Quiero recordar que el que se radicalizó tremendamente fue el gobierno anterior que era del Centro Democrático. Yo hice oposición a ese gobierno, fuimos parte de la bancada de oposición, e hicimos un debate que terminó en la caída de un ministro de Defensa que engañó al país porque había bombardeado unos niños y los presentó como guerrilleros.
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¿No se verá esa “radicalización” con el ajuste al gabinete?
Es que en el gobierno anterior se radicalizaron al punto de que prometieron y lograron hacer trizas la paz, de manera que ellos piensen que se va a radicalizar es, digamos, natural en ellos, en esos extremismos. Pero yo veo otro riesgo. Es normal que haya cambios de gabinete, inclusive cada año, y este año al final el presidente necesita ministros ejecutivos que trabajen, que madruguen, que cumplan. Repito: el presidente necesita ministros que trabajen más y trinen menos. El riesgo es no que se cambie el gabinete cada año, sino cada dos meses. A mí me parece que ahí también hay dificultades, porque a los dos meses no hay manera de ejecutar. Además, quien se siente el 7 de agosto de 2026 en la Presidencia no tiene tiempo de improvisar, no hay curva de aprendizaje, tiene que saber lo que hay que hacer y llegar a trabajar.
¿Ese mismo perfil ejecutivo deben tener los ministros que acompañen al presidente Petro en lo que resta de su administración?
Si lo nombran este 7 de agosto, no hay tiempo de aprendizajes, tiene que llegar a ejecutar porque hay una ley de garantías. Los gobernadores y los alcaldes esperan que el Gobierno le meta el acelerador a la ejecución en los próximos tres meses. Después se viene el año electoral y por mandato legal ya no se puede hacer realmente la ejecución que se espera. Así que el que empiece a trabajar el 7 de agosto como nuevo ministro y los que se queden tienen tres meses para trabajar 24/7. Eso es lo mejor que pueden hacer para ayudarle al presidente Petro a terminar bien su gobierno.
Los críticos del Gobierno dicen que la paz total “fracasó”. ¿Comparte esa postura?
Hoy lo que hay son organizaciones criminales traqueteando y robando desde la minería ilegal y extorsionando a los colombianos. Es delincuencia organizada y para el Estado, a propósito de paz total, no basta con la buena voluntad. En cualquier mesa de diálogo el Estado se tiene que sentar con autoridad y con firmeza. La fuerza legítima del Estado es una obligación para proteger la vida de la gente. Proteger la vida es protegerla de los delincuentes, de los criminales; se debe proteger la vida. Si no, el Estado no tiene sentido. Si el Estado está fuerte, inclusive se puede sentar en una mesa para que los delincuentes se sometan a la justicia. Lo que no puede ocurrir es que el Estado se someta a los criminales.
¿Qué evaluación hace de la paz total?
En la paz total, con 20 mesas abiertas al tiempo, pese a que esté la mejor buena voluntad, hizo que abusaran de esa buena fe. Y estos grupos criminales que ya habían crecido en el gobierno (de Iván) Duque, siguieron creciendo y hay que ponerles tatequieto. Habrá que facilitar que puedan someterse a la justicia con mecanismos legales. Pero en el último año de cualquier gobierno es muy difícil que puedan hacerse acuerdos y que se cumplan. Y para eso se tienen que tramitar unas leyes nuevas y tan complicadas como las del sometimiento a la justicia. No va a ser nada fácil. También se tiene que tutelar la desmovilización de esos grupos y esa será una responsabilidad del próximo gobierno.
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¿“Fracasó” la paz total?
El método con el que se hizo la buena idea de la paz total fracasó. Es un asunto de método y de rigor. Abusaron de la buena fe. Probablemente, quienes han tenido esa tarea pensaron que bastaba con las buenas maneras. Pero hay asuntos de método que sin duda hay que cambiar. Y le menciono uno muy polémico y complejo en cualquier negociación: las negociaciones se hacen en privado y los asesores están en lo que se llama la salita de al lado, o sea, no se hacen en las tarimas públicas, mucho menos las negociaciones con los delincuentes, porque se malinterpreta la idea de hacer transparente la negociación y se termina por transmitir a los ciudadanos y a la Fuerza Pública una especie de legitimación política de los criminales subidos en las tarimas.
Un episodio así se vio recientemente en Medellín…
Esos métodos hacen que fracasen los procesos, porque no hay ningún proceso de paz estable y duradero si no se logra por consenso. Lo sufrimos con el plebiscito por la paz, en el que ganó el “no”. De manera que ese cambio sustancial para Colombia, de desarmar a los criminales y a los violentos, como cualquier otro cambio, se debe hacer dialogando, concertando.
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¿La reforma a la salud tiene futuro en el Congreso?
En el primer año, cuando presidí el Congreso, hubo unas mesas de concertación que respondían a un mandato que ya estaba escrito en el Congreso. Yo soy el autor de la Ley Estatutaria en Salud, que fue en el año 2017 y en esa ley dije con todas las letras que las EPS están abusando de la integración vertical; someten a los médicos a salarios o a contratos de trabajo que no son dignos y los pacientes sufren las consecuencias. No se hizo la ley ordinaria en el gobierno Duque, porque no tenían ninguna intención de avanzar en ese proceso. Y en este gobierno, en el primer año, se concertó, pero se echó a perder por algunas voces demasiado entusiastas, demasiado radicales; decidieron que la reforma había que imponerla sin consultarla y rompieron los acuerdos que habíamos logrado.
¿Tiene viabilidad de pasar?
Pues las reformas se congelaron tres años y ahora, en los últimos meses de gobierno, estamos todavía sin reforma a la salud y con un limbo en estos años que tiene a los colombianos preocupados, porque no saben quién va a hacerse cargo de la salud. Lo voy a poner en un ejemplo simple: la casa se puede reparar si tiene goteras, si tiene grietas, pero lo que no se puede es demoler sin tener otra a donde llevar a la familia, o sin tener listo el otro modelo, porque se queda a la intemperie. Hoy los ciudadanos sienten que hay intemperie en el modelo de salud. Pero ya se está avanzando en la atención primaria y las regiones están llegando equipos médicos, ambulancias, pero no basta con hacer algunas cosas, hay que reformar la salud.
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