“Sentí mucho machismo como ministra de Defensa”: Marta Lucía Ramírez

En el Día de la Mujer, la vicepresidenta narra su experiencia en la vida pública y da luces sobre la política pública de igualdad de género que impulsará desde el Gobierno.

Natalia Tamayo Gaviria - @nataliatg13
08 de marzo de 2019 - 11:00 a. m.
Marta Lucía Ramírez es la primera vicepresidenta en la historia de Colombia. / Óscar Pérez
Marta Lucía Ramírez es la primera vicepresidenta en la historia de Colombia. / Óscar Pérez

Marta Lucía Ramírez se convirtió, desde agosto de 2018, en la primera vicepresidenta de la República, un logro que ella misma pide no aplaudir. Dice ser feminista y describe este movimiento como un espacio de defensa de los derechos de las mujeres, eso sí, sin pisotear los de los hombres. El Espectador habló con ella sobre qué se está haciendo, qué falta y cuál ha sido su experiencia como mujer en el poder.

¿Cómo se siente ser la primera mujer en la historia del país en ejercer el cargo de vicepresidenta?

Tenemos primeras veces de muchas cosas, solo que en este Gobierno no podemos hacer comité de aplausos porque llegamos por primera vez a la Vicepresidencia, en mi caso, ni porque tengamos por primera vez un gabinete paritario. Esto tiene que servir para elevarnos el nivel de responsabilidad y entender que no podemos salir con un fiasco, ni frustrar las expectativas de las mujeres. Más presencia femenina significa, entonces, que tiene que haber muchísimo más compromiso con las políticas públicas que permitan la igualdad de derechos. Por eso, lo primero que debíamos incluir en el Plan Nacional de Desarrollo (PND) era ese tema, para ser coherentes.

Hablando del PND, ¿de qué se trata el capítulo especial de la mujer?

Es la primera vez que tenemos un capítulo del Plan de Desarrollo orientado hacia la igualdad de derechos y oportunidades para las mujeres. Es ambicioso porque buscamos mejorar la calidad de las políticas públicas, asegurarnos de que cada uno de los ministerios cuente con una política que garantice la igualdad de género. Sabemos que la tasa de desempleo de éstas es un 40 % más alta que la de los hombres. Tenemos que corregir las brechas salariales. Yo quisiera que en Colombia pudiéramos hacerlo sin la necesidad de una ley que ponga sanciones por pagar menos a una mujer. Hay que comprometer al sector empresarial para que promueva esta verdadera igualdad de género. Eso significa que haya las mismas oportunidades de capacitación y de participación en los concursos para ascender a los roles de liderazgo en las organizaciones, tanto públicas como privadas. En tres años y medio debemos dejar trazada la hoja de ruta para las reformas política, legal y, hasta donde sea posible, cultural.

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¿El Gobierno está impulsando que el Congreso apruebe la paridad de género en la reforma política?

Estoy segura de que la ministra del Interior le dará toda la prioridad a este proyecto para sacarlo adelante. Por mi lado, junto con la consejera presidencial para la Mujer, vamos a dedicarnos a trabajar en el empoderamiento político de las mujeres. Todas las semanas haremos unos seminarios sobre por qué las mujeres deben participar en política, cómo prepararse mejor, cómo hacerse elegir sin comprar un voto, sin tener que montar una maquinaria política, sino a punta de servicio, trabajo con la gente y análisis. Entonces, entre reforma política y empoderamiento político, esperamos, de verdad, que en esta elección a las alcaldías y gobernaciones tengamos cada vez más candidatas y, sobre todo, que sean elegibles. No se trata de tener mujeres para rellenar listas.

Y en cuanto a la reforma cultural…

Anhelo ver una renovación importante en el Congreso, porque yo sí creo que hay una mentalidad machista, de gente que lleva muchos años allí. Necesitamos cambiar esta visión del ejercicio de la política y, sobre todo, de la participación en el parlamento. Esa transformación cultural pasa por una reforma que tienen que hacer los partidos para lograr que la dirección no esté en manos de congresistas, sino que haya directores que tengan un trabajo político serio, una convicción de que las colectividades son necesarias, y que se haga un fortalecimiento, no de partido en la clase parlamentaria, que es la que termina adueñándose de los movimientos y definiendo con bolígrafo a quién dejan por fuera de una lista cerrada. Cuando se hundió el tema de las listas cremalleras, les mandé una carta a los directores de los partidos pidiéndoles que haya realmente una toma de conciencia sobre el impulso que tienen que dar en la participación equitativa. Hay que reconocer que nos toca ir por todos lados con persuasión y presión.

¿Cómo fue su paso por el Congreso? ¿Se encontró con eso que describe?

Tuve una experiencia difícil cuando fui senadora en el 2006. Había una barrera cuando hablábamos de la cuota en la lista del Congreso. Se logró y hoy en día siguen renegando. Dicen que no hay suficientes mujeres calificadas para estar en las listas. Sin embargo, cada vez más, vemos lo contrario, las mujeres están en la política por las razones adecuadas. Es decir, están porque conocen el manejo del Estado, se han preparado desde el punto de vista profesional para poder hacer un buen manejo gerencial, incluyente, eficiente y muy transparente del Estado. Y lo más importante, están porque quieren hacer un servicio público.

De todos los puestos públicos que ha ejercido, ¿en cuál ha sentido más dificultades por ser mujer?

En todas partes he encontrado machismo, pero he resuelto que esto no me frene. Logré cumplir con mis tareas a punta de trabajo, auténtica vocación de servicio y de transformación de este país, a pesar de las dificultades. Como ministra de Comercio Exterior no lo sentí mucho porque fui yo quien lo creó, además. Sentí mucho machismo como ministra de Defensa, porque así es el ambiente militar. No obstante, me llena de orgullo saber que di la pelea para lograr que hubiera mujeres generales. Logré que no sacaran a las coroneles del servicio, sino que siguieran concursando para el siguiente rango. Y estoy segura de que algún día veremos a una general al mando de una tropa.

¿Cuándo cree que será eso?

Todo son procesos, y no hay que desanimarse porque no se consiguió el resultado desde el comienzo. Hay etapas lentas o rápidas y ahora, como vicepresidenta, estoy para impulsar el proceso y, sobre todo, parar en mis hombros a muchas mujeres para que ellas sigan hacia adelante. Y reconozco a esas otras que abrieron camino, como Noemí Sanín, María Emma Mejía, Cecilia López, María Mercedes Cuéllar, tantas que abrieron un espacio en la política.

¿Qué es lo que más la ha indignado como mujer en la política?

La patanería, la brusquedad, cuando estaba en el Senado. A veces había una actitud de irrespeto con las ideas provenientes de las mujeres. Y en ese sentido, también me ha indignado el silencio sobre nosotras. El desconocimiento de esas ideas. No eran capaces de decir “esta mujer propuso esto”. Había silencio. El ‘ningunearnos’, si es que existe esa palabra.

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¿Se considera feminista?

Totalmente. Lo digo sin ningún tipo de duda, porque ser feminista es defender los derechos de las mujeres, y cómo ser mujer y no defender nuestros derechos. Lo que jamás voy a hacer es ir en contra de los hombres. Necesitamos una sociedad en la que las mujeres y los hombres seamos iguales, en la que vayamos hombro a hombro, avanzando, progresando, luchando juntos.

¿Y qué piensa sobre el aborto, una de las luchas feministas?

Soy una mujer que cree en Dios, soy católica, pero también creo que uno no debe considerar jamás estos temas por su religión, sino porque también hay un sentido ético. En materia de aborto lo más importante es que se haga una educación sexual y reproductiva para que las mujeres se cuiden y no tenga embarazos no deseados. Una mujer debe embarazarse cuando está consciente y lo decide deliberadamente.

¿Qué opina del debate sobre la selección femenina de fútbol?

Allí hubo censura, cualquier tipo de discriminación en contra de mujeres es totalmente inaceptable. Como cuando el señor Camargo salió a hacer semejantes declaraciones, y después cuando se disculpa uno siente que no es sincero. En esta sociedad tenemos que corregir muchísimas de las actitudes culturales y machistas, que son de una gran displicencia en contra nuestra.

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Por Natalia Tamayo Gaviria - @nataliatg13

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