La canciller Laura Sarabia comenzó una agenda de 72 horas en Japón en la cual busca potenciar una de las principales tareas que se puso el gobierno de Gustavo Petro después del ascenso de Donald Trump al poder: la de ampliar el margen de maniobra de Colombia en temas de mercados.
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Y en tres días espera acercar los dos países y aumentar la inversión nipona, sellando su aterrizaje en el país con una participación en Expo Osaka 2025 que ya resultó en críticas por los altos costos para el Gobierno.
Si bien Japón es la visita más reciente, hay una agenda con miras a Asia que comenzó a desarrollarse desde febrero con la visita del presidente Gustavo Petro a Medio Oriente. Allí, se dejaron concretados acuerdos para construir tres centros de datos en Colombia y cooperación en sectores como agua potable, conectividad aérea, educación, turismo, comercio, energías limpias y tecnología.
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Incluso, antes de ese viaje —criticado porque ocurrió en medio del último remezón ministerial y la crisis de violencia en el Catatumbo—, estaba previsto un encuentro entre Petro y su homólogo chino, Xi Jinping, que nunca se concretó y que sigue en la mira del jefe de Estado.
Precisamente, ese fue uno de los objetivos que delineó en su llegada como presidente pro tempore de Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) la semana pasada y ya la Cancillería dejó en firme otra visita al gigante asiático para una reunión de esa instancia y China para el próximo 13 de mayo, así como los acercamientos necesarios para que Petro vaya a Japón.
No es menor en medio de la guerra comercial que se desató con el anuncio de los aranceles recíprocos por parte de Estados Unidos, en los que China ha sido el más golpeado. Y ese mismo es el primer país asiático en la lista de mayores receptores de inversión de Colombia, el segundo puesto lo ocupa Japón.
No pasa de agache que Estados Unidos no ve con buenos ojos estos acercamientos en clave de estabilizar la balanza. Y si bien el problema central había sido acercar las distancias con China, Japón está midiendo su respuesta a los aranceles anunciados por el gobierno de Donald Trump y también buscó acercamientos con su vecino.
Y es que en temas de exportaciones no mineroenergéticas (es decir, que no incluyen al carbón, derivados del petróleo, ferroníquel, petróleo, esmeraldas y demás), los dos países del este asiático están entre los 15 principales destinos de los productos colombianos, de acuerdo con el Ministerio de Industria y Comercio: en lo que va del año, China reportó US$75,275 millones (con una disminución en un 18 % con respecto a ese mismo periodo en 2024) y Japón US$60,277 millones (con un aumento de 23,3 %).
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Lo cierto es que ni siquiera sumados superan el número de Estados Unidos, que en lo que va del año ya reporta US$1.300 millones. Y por eso es que también una de las tareas que se adelantan desde la Cancillería es manejar un cuidadoso relato en el que puedan lograr equilibrar los intereses de ambos Estados, especialmente cuando la administración de EE. UU. ha demostrado que no le tiene miedo a las medidas más severas.
Esos acercamientos a Asia han sido, sin lugar a dudas, una parte central de la agenda de política exterior que adelanta la canciller, pero la Casa de Nariño también ha buscado protagonismo en otras instancias. No es menor que el mismo mandatario haya puesto como apuesta central la diversificación, a la que se suma otro punto clave: el de la unidad de América Latina.
Es un discurso que ha manejado desde que ascendió al poder y ha recibido el respaldo de sus homólogos progresistas en la región, aunque con ciertos bemoles en materia de transición energética, como lo ha dejado claro el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. En medio de la situación con Estados Unidos, las administraciones de izquierda con economías más pequeñas que las de su vecino brasileño han buscado la formación de un frente común que les permita abogar con el gobierno de Trump y tratar de mediar las desventajas que resultan de no estar en la misma orilla ideológica del republicano.
“Cada país está viendo cómo asume y maneja la situación. Colombia es de los países menos afectados en cuanto que no fueron medidas dirigidas a Colombia específicamente, sino que fueron para otros países que tuvieron aranceles del 10 %, que fue como la base para el resto del mundo. Estamos analizando cuáles son esos efectos. Colombia y el resto del mundo están viendo cómo, en la medida en que se van aislando y cerrando los mercados en Estados Unidos, se buscan alternativas”, aseguró el embajador de Colombia en Washington, Daniel García-Peña, en diálogo con El Espectador.
Y de esa presidencia pro tempore en la Celac también esperan acercar otras regiones a la inversión en el país. La Unión Europea tiene ya cita en Santa Marta para el 9 y 10 de noviembre, a la que asistirá el presidente del Consejo Europeo, António Costa, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
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Esa organización tampoco es menor para el comercio colombiano, pues es la segunda en recibir los productos colombianos: en lo que va de este año, se reportaron US$508.451 mil en exportaciones no mineroenergéticas. Incluso, tres países pertenecientes a la UE tienen un número superior al de China: Bélgica (US$108,762 millones), Alemania (US$98,700 millones) y Países Bajos (US$97,932 millones). Además, Suecia también tiene su interés en la región por la compra de los Gripen por parte del Gobierno colombiano en reemplazo de los Kfir.
Mientras el mundo entero trata de enfrentar los anuncios del proteccionismo de Trump con la industria de EE. UU., Colombia también se enfrenta a problemas más allá de lo comercial. El problema de la descertificación sigue latente, y de forma interna se ha tratado de mediar la cuestión con movimientos en Washington, pero el objetivo comercial seguirá estando en la mira de la Casa de Nariño, sobre todo cuando se busca sacar pecho por los resultados económicos con las elecciones acercándose y un hueco fiscal al que se suma un nuevo decreto para incrementar la retención en la fuente.
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