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Un nuevo equipo de jugadores se ha sumado al tablero de ajedrez para atender algunas de las brechas más urgentes del país. Pero hay una particularidad: la mayoría son empresas que, aunque históricamente utilizaron sus métricas para medir productividad o riqueza, hoy lo hacen para tomar la medida de cómo pueden utilizar su fuerza económica y contribuir al bienestar o cuidar el medio ambiente.
Se trata de Sistema B: un movimiento global que ya cuenta con 10.000 empresas certificadas en el mundo y 130 en Colombia, y que propone redefinir el concepto de éxito empresarial, donde más allá de crear patrimonio o aparecer en los ranquines de corporaciones poderosas, radica en hacer el bien con el país, sus ciudadanos y su naturaleza. A la iniciativa se han sumado desde “pesos pesados”, como Crepes & Waffles y Alquería, hasta negocios de nicho que demuestran que para aportar a la sostenibilidad y el progreso de un país, más que dinero, se necesitan iniciativa y compromiso. Como Macecofar Potente, una empresa de productos de higiene que orientó su modelo de negocio a fortalecer las comunidades y regenerar los ecosistemas a partir de las ganancias que dejan en la industria de la limpieza.
El movimiento ha redefinido las dinámicas que por décadas se han manejado en el mundo financiero. Utilizan el mercado como su mejor aliado para transformar el presente, y para sus directores y colaboradores no es posible hablar de progreso o éxito sin tener en cuenta el bienestar en la balanza.
Con la aparición de esta apuesta, hace poco más de una década, Colombia suma un nuevo aliado para atender necesidades urgentes, como la pobreza, la desigualdad y las brechas que viven mujeres o jóvenes.
“Promovemos que las empresas midan su éxito no solo en términos de cuántos ingresos generan o cuán rentables son, sino también qué tanto bienestar aportan al mundo”, explicó a El Espectador Camilo Ramírez, director ejecutivo de Sistema B Colombia.
Más allá del negocio
En 2012, un grupo de académicos, empresarios e inversionistas se reunieron para que las empresas, claves en el desarrollo de cualquier país, también fueran protagonistas a la hora de ofrecer soluciones. Los Estados, por supuesto el colombiano, no eran capaces de resolver todas las necesidades que se le presentaban, y las apuestas por mitigar los problemas quedaban en manos de ONG que, aunque con buenas intenciones de hacerlo, no contaban con la estabilidad económica para lograrlo siempre. Aunque el mundo empresarial mueve los hilos de la economía y genera empleo, algo faltaba para construir bienestar. Así nació el Movimiento B.
Hoy el modelo de “empresas que van más allá del negocio”, como comenta Ramírez, se ha multiplicado por Colombia y todo el mundo y cada vez es más común observar corporaciones que incluyen del bienestar social en uno de sus objetivos.
En el listado hay 130 empresas que, además del beneficio que generan al crear empleo, cuentan con causas sociales o ambientales que benefician no a miles, sino a millones de personas. Casa Luker, por ejemplo, con más de un siglo de historia que en 2023 se comprometió a impactar a las cacaoteras con compras directas y con precios justos, y con el ambiente, al mover fichas para reducir su huella de carbono.
Su impacto y los réditos que dejan en el país varían. Hay desde grandes corporaciones, como Ingenio Providencia, que transformó las ganancias de un inmenso cañaduzal en Valle del Cauca en beneficios incalculables para los habitantes de El Cerrito, municipio que ha visto cómo llegó inversión social, una industria responsable con el medio ambiente y un colegio financiado por la empresa. Pero también hay algunas empresas donde se genera un efecto dominó de beneficios, como lo es el caso de Alcaguete: negocio de snacks saludables que, además de combatir la malnutrición, impacta en las arcas públicas del Estado al evitar patologías derivadas de los ultraprocesados y, como secuela, destina un porcentaje de su producción para alimentar a niños en estado de desnutrición.
“Venimos de una tradición donde el beneficio social y ambiental está separado del financiero. Sin embargo, en las Empresas B se integran las tres dimensiones logrando impactar a través del día a día de la empresa”, subraya Ramírez.
Buena inversión
Hay quienes consideran que invertir en sostenibilidad, impacto social y el bienestar de todo un país, además de necesario, es una buena inversión. Así lo explica Leonardo Velásquez, cofundador de la Tercera Mirada, empresa que promueve acciones climáticas con impacto real en Colombia y Brasil.
“Este movimiento demuestra que sí es posible crecer económicamente y ayudar a solucionar problemas sociales o ambientales desde el modelo de negocio, no como una acción de filantropía. Creemos que podemos impactar desde nuestro ADN y, además, crecer y alcanzar un éxito tanto para la empresa como para personas, familias, municipios y departamentos enteros”, acota.
Así lo demuestran los resultados que Caravela, un negocio de café que compra directamente el producto a quienes lo cosechan, pero con las ganancias que ha logrado en 25 años de funcionamiento ha compartido sus beneficios con las comunidades al ofrecerles proyectos de educación, empleos directos a los caficultores e inversiones que reduzcan la huella de contaminación que deja la operación.
Transformar el futuro
Aunque el movimiento es una tendencia relativamente nueva, Ramírez explica que ven con esperanza que año tras año más empresas e inversionistas buscan ser parte del círculo de Sistema B. Entre más protagonistas se sumen a solucionar los problemas del país, más recursos, pero también iniciativas y compromisos habrá a la hora de resolverlos.
La razón, comenta, radica en que en la mayoría de juntas directivas de grandes, medianas y pequeñas corporaciones hay conciencia que apostarles a la sostenibilidad y el bienestar de un país marcará el futuro tanto de Colombia como de la forma de entender los negocios.
Como en toda operación comercial, el director explica que las Empresas B están marcando el futuro del éxito y, como se discute en cualquier sala de juntas, más que un gasto, es una inversión que se traducirá en beneficios, bienestar y, sobre todo, la posibilidad de crear un país con más soluciones que problemas en el futuro.
