Con más de cuarenta años de experiencia en el cine, la televisión y el teatro, Ana Cristina Botero, quien hizo su debut en 1978 con la telenovela “Lejos del nido”, ha forjado una carrera marcada por la versatilidad; y aunque ha incursionado en el drama, tiene un talento especial para hacer reír y conectar con el público. “A mí se me da mucho la comedia, toda la vida se me ha dado muy bien, no tengo nada contra el drama, de hecho, he hecho dramas, pero tengo una particularidad, y es que siempre al drama le tengo que buscar algo chistoso. Hacer comedia no es que sea difícil, es de mucho cuidado, porque hacer reír no es fácil. Todos los seres humanos tenemos nuestras cargas, nuestra emocionalidad, nuestra rabia, nuestros dolores, nuestros problemas y sacar a esa persona de ese momento en que está y hacerla reír y que piense en otra cosa no es fácil, pero para mí es un logro grandísimo”.
Su formación en ese arte se la debe al recordado ‘Gordo’ Benjumea, con quien comenzó desde muy joven. “Él me decía: ‘es que a usted le sale de una naturalidad única y tiene un sentido del humor increíble y a todo le encuentra gracia’. Eso no es fácil, además que siempre está uno como en una línea donde si se va para el extremo entonces ya es vulgar, es payasear, por eso hay que estar siempre en el límite”.
El humor como terapia para la menopausia
Desde siempre, la comedia ha sido el hogar de Ana Cristina. No solo la disfruta, sino que también la ve como una herramienta poderosa para cambiar la realidad. Esa conexión con el humor fue lo que la impulsó a llevar al escenario un tema como el de la menopausia, pero desde un enfoque fresco, honesto y divertido, con el que se ríe de sí misma.
Así nació “El show de las menopáusicas”, una comedia musical que ha logrado hacer reír, reflexionar y acompañar a cientos de mujeres en esa etapa de sus vidas que, para algunas, puede resultar complicada debido a los cambios hormonales, los síntomas incómodos y el impacto en la autoimagen. Sin embargo, para Ana Cristina es un proceso que se acepta con calma, incluso como una liberación de ciertas cargas físicas y emocionales.
“Llevo ya 10 años en estas, lo que pasa es que uno ya se acostumbra, pero sí hay algo muy chévere, y es esa tranquilidad de ya estar por encima del bien y del mal. La emocionalidad es más madura, ya uno no les pone mucho cuidado a las cosas, sino que se las divierte, las coge por el lado bueno”.
Aunque los síntomas y los cambios no fueron fáciles, la hija del director Jaime Botero y hermana de la también actriz María Cecilia Botero, los abrazó con amor y ahora se ríe de los sofocos de esa etapa: “el calor fue lo más duro que me dio. Yo toda la vida he sufrido de calor, nunca me ha gustado. La emocionalidad sí cambia, pero si uno la sabe manejar no es tan grave, no es tan difícil. El sueño también me afectó. Yo ya prefiero estar en mi camita, viendo televisión a las 8 o 9 de la noche, ya uno elige dormir que es lo más rico de todo, entonces en ese lado estoy muy contenta por eso y los dolores aquellos de las muchachas ya no los tengo, cosa que le agradezco a la vida. Los sufría mucho y ahora no, ¡qué rico!, un dolor menos, a nosotras las mujeres nos toca cosas muy difíciles”.
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Ana Cristina Botero
Los cambios de Ana Cristina Botero con la menopausia
Con el tiempo, Ana Cristina ha aprendido a soltar las presiones externas y a abrazar una versión más auténtica de sí misma. Hoy vive con tranquilidad, sin el peso de los comentarios, aceptando sin culpa ni complejos, su cuerpo, su ritmo y sus gustos. Esta etapa, más que un simple cambio físico, ha sido un despertar emocional:
“El pasado es eso, pasado. Ya lo que se hizo, se hizo, lo que no se pudo, no se pudo. Ahora estoy en un momento muy chévere, encontrarse con uno mismo, conocerse a uno mismo, aceptarse, es lo mejor. Cuando uno está más joven es difícil el qué dirán, el cómo me visto, ya en este momento no, ya con lo que me sienta cómoda estoy bien y lo que a mí me guste, si me gustan los colores, pues me visto de colores, si no me gustan, pues no y ya. Si algún día tengo la oportunidad, me siento cansada, no tengo nada que hacer y me quiero quedar en mi casa viendo una película acostada, pues me quedo, no sufro por eso y eso es lo chévere de esta etapa. Cuando uno está más joven sí vive pensando en el qué dirán. Yo usaba muchos tacones porque soy muy bajita y ese era uno de mis complejos grandes, mi estatura. Pero en este momento digo: ‘soy chiquita y qué se le hace. Soy bajita, no me importa’. También me maquillo poco, solo para trabajar, pero para mi vida normal no, ya no me da pena salir sin maquillaje, no me importa. Son cosas que uno va descubriendo y que yo no hacía”.
Esta nueva actitud le ha permitido descansar tanto física como emocionalmente. Mientras el humor la acompañe, sabe que todo -incluso lo difícil- se puede llevar mejor. “El tema de la estatura me hacía sentir muy insegura, entonces soportaba los dolores en los pies por los tacones, no poder caminar y vivir temerosa de que me tronchara el tobillo, no, ya no. Ya me pongo tacones cuando toca, cuando la ocasión lo amerita y si puedo evitarlo, mejor. Siempre he tenido problemas en la visión y usar gafas era impensable, ya no, antes tengo de varios colores y según la ropa que tenga, me pongo la gafa y ya me parece linda, ya me parece chévere”.

