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Pichingo de ‘MasterChef’ convirtió el dolor de la guerra en humor: “no fue fácil”

El comediante antioqueño, quien fue víctima del conflicto armado, cuenta cómo se vio obligado a silenciar su talento durante años. El humor se convirtió en su forma de sanar.

Por Cindy Katerine Martínez López
26 de octubre de 2025
El comediante antioqueño, quien fue víctima del conflicto armado, cuenta cómo se vio obligado a silenciar su talento durante años. El humor se convirtió en su forma de sanar.
Fotografía por: Cortesía RCN

Detrás del humor espontáneo de Pichingo se esconde una historia profunda llena de resiliencia, adversidad y un amor inmenso por la vida. Su verdadero nombre es Diego Alexánder Gómez, y aunque muchos lo conocen por su sentido del humor, sus ocurrencias en el escenario y su participación en MasterChef Celebrity, pocos saben el camino que ha recorrido desde su natal Granada, Antioquia, un municipio que vivió los años más difíciles del conflicto armado en Colombia.

El comediante se crio con una familia que, aunque no tenía lujos ni comodidades, estaba llena de amor: “Nací en el campo, donde fui criado hasta los 18 años. Mis papás netamente campesinos, una pareja de esposos muy humilde, muy bonita, nos crio con muchas necesidades, pero a la vez teníamos todo, antes creo que, sin tanta comodidad, sin tanto lujo, vivíamos más tranquilos. De pronto había carencias en algunas cosas, pero vivíamos una vida muy bonita”, contó para este medio.

Pichingo fue víctima de la violencia

Sin embargo, la paz que se respiraba en el campo, en medio de cafetales y montañas, fue interrumpida por la guerra. Entre 1997 y 2007, Granada se convirtió en el escenario de tomas guerrilleras, enfrentamientos y asesinatos que dejaron una huella profunda no solo en la historia de la región, sino también en la vida de Pichingo, quien apenas era un niño. “Tuve que ser espectador de muchos momentos difíciles en Granada en el tiempo de la guerra, una violencia bastante dura para nosotros. Afortunadamente, en la vereda donde nosotros vivíamos nos golpearon fuerte, pero no tuvimos que desplazarnos; sin embargo, sí tuvimos que ser testigos de todos estos homicidios, de todas estas tragedias”.

El comediante antioqueño hace parte del top 9 de 'MasterChef Celebrity'.

El comediante antioqueño hace parte del top 9 de 'MasterChef Celebrity'.

Fotografía por: Cortesía RCN

En ese momento ya improvisaba, pero su talento fue silenciado: “Era un joven alegre, tenía esa habilidad que cuando hablaba o hacía un comentario causaba risa, pero hubo una pausa porque la guerra no nos permitió mostrar ese talento”, recordó. Debido a eso, la supervivencia se convirtió en la única meta, mientras la violencia apagaba las risas de su pueblo. “En esa época se perdieron todas las esperanzas de ser artista. La única esperanza que medio podría uno alcanzar era la de sobrevivir, que realmente a eso nos dedicamos todos. Era tratar de sobrevivir en los enfrentamientos armados y en la hambruna, porque hubo un momento también de escasez bastante difícil cuando las tomas de los grupos armados decían: ‘Si sales al pueblo entonces te matamos’. Los grupos armados no permitían el transporte público hacia las veredas, entonces conseguir alimentos se volvía una odisea. Ese artista por un tiempo murió, estuvo en un estado de coma, ese artista no tuvo posibilidad alguna de presentarse, no tuvo escenario alguno, realmente estaba esperando la oportunidad de poder sobrevivir para poder salir a los escenarios y explotar ese potencial que tenía. No fue fácil. Yo creo que para sobrevivir a esto me sirvió mucho la unión de mis padres, creo que sentirse uno cobijado por una familia te transmite un poco de tranquilidad”.

El dolor se transformó en risa

Cuando la calma empezó a regresar a Granada, Diego desempolvó su talento. “El tema artístico sí estuvo ahí guardado, protegido, hasta que ya hubo un momento de paz y todo comenzó a reorganizarse, y comencé otra vez en la trova. Mi mundo artístico empezó en improvisación en la trova. En el campo me mantenía trovando hasta que tuve la oportunidad de presentarme en una tarima pública y de ahí para adelante ya no hubo quién me parara, ni siquiera la guerra. Comencé a ir a festivales de trova y a buscar la manera de encontrar un trabajo en la ciudad para proyectarme como artista”.

Lo que hacía especial a Pichingo no era solo su habilidad como trovador, sino algo mucho más profundo: su autenticidad. “Cada que yo me encargo de hacer una improvisación, de coger un instrumento, de hablar al público, de crear un monólogo, un libreto o de pararme en un teatro, lo disfruto demasiado, y creo que eso me ha llevado también a que de pronto la gente empiece a identificar que es un humor muy natural, espontáneo. Eso me llevó incluso a los grandes escenarios de la trova a competir en grandes festivales a nivel nacional, pero más allá de ser un buen trovador era que el público valoraba mucho ese disfrute que tenía en el escenario”.

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“Chiquito, pero juguetón”

Aunque su historia no fue fácil, se convirtió en una voz que transformó el dolor en humor. En Chiquito, pero juguetón, su monólogo teatral, el comediante cuenta cómo esas tragedias le permitieron convertirse en lo que es hoy. “Toda la vida me hicieron bullying por la estatura, a mí me decían ‘chichón de piso’, ‘medio litro’. Siempre tuve problemas con eso. A mi mamá le decían: ‘¿Ese niño por qué no crece?’ Entonces de ahí nace el nombre de mi monólogo, que además es un refrán popular, ‘es mejor ser chiquito, pero juguetón, que grande y dormilón’. Es una radiografía de todo lo que es Pichingo. Aquí cuento muchas escenas con humor: cómo hace un campesino para llegar a la ciudad, cómo fue mi primer amor, cómo nos tocaba a nosotros como campesinos en varias ocasiones desocupar nuestras camas en el campo porque llegaba un grupo de guerrilleros y decía: ‘Nos tienen que preparar alimento y dar dormida’, era obligatorio. A nosotros nos tocaba hacernos a un rincón. La gente tiene la oportunidad de identificarse, porque muchas personas hemos pasado por este proceso de la guerra, de venir del pueblo a la ciudad y es una historia muy bonita”, aseguró.

Para el artista, el humor ha sido mucho más que solo un trabajo: es una herramienta de supervivencia, una manera de abordar el dolor sin temor y una puerta que le ha abierto oportunidades en la radio, la televisión y el teatro. “Soy una persona muy tímida, aunque no parezca. El humor me ayuda a romper el hielo siempre en esos momentos de tensión, donde no sé cómo entrar en un grupo, cómo romper el hielo. Para mí el humor y la trova han sido como el inglés, es ese talento el que se ha encargado de abrirme muchas puertas gracias a Dios y puedo asegurar que no solo antes, cuando era niño o cuando era joven, sino que todavía utilizo el humor para afrontar muchos retos de la vida”.

Cindy Katerine Martínez López

Por Cindy Katerine Martínez López

Comunicadora Social y Periodista de la Universidad Sergio Arboleda con 10 años de experiencia en medios de comunicación, generación de contenidos digitales, reportería e investigación. cmartinez@elespectador.com
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