La Organización de la Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) publicó su informe más reciente sobre el estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo. Aunque muestra leves avances, las cifras siguen siendo alarmantes: se estima que el 8,2 % de la población mundial, cerca de 673 millones de personas, sufrió hambre en 2024.
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A pesar de que la cifra representa una leve mejora frente al 8,5 % de 2023 y el 8,7 % de 2022, la FAO advirtió que la recuperación es desigual. Algunas regiones, como el sur de Asia y América Latina, han registrado avances importantes. En Asia, por ejemplo, la subalimentación bajó del 7,9 % al 6,7 %, mientras que en América Latina y el Caribe disminuyó hasta el 5,1 %.
El informe fue elaborado en conjunto con el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En documento se alertó que, aunque hay progresos, la desnutrición sigue creciendo en muchas partes de África y Asia occidental, y si la tendencia se mantiene, para 2030 cerca de 512 millones de personas podrían estar desnutridas, la mayoría en África.
“El descenso global es una buena señal, pero no podemos bajar la guardia”, afirmó QU Dongyu, director general de la FAO y añadió que “estos datos nos recuerdan que debemos redoblar esfuerzos para que todas las personas tengan acceso a alimentos suficientes, seguros y nutritivos”.
El alto costo de comer bien
La pandemia por el COVID-19, las crisis económicas, los conflictos internacionales y los efectos del cambio climático han agudizado la crisis alimentaria. A esto se suman las consecuencias de la guerra en Ucrania, que dispararon los precios de los alimentos entre 2021 y 2022.
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En América Latina y el Caribe, el costo promedio de una dieta saludable en 2021 fue de USD 3,89 diarios por persona, el más alto entre todas las regiones en desarrollo. Esto dejó a 131 millones de personas sin capacidad para costear una alimentación adecuada. Según proyecciones, ese valor podría subir a USD 4,46 diarios por persona en 2024, lo que dificultaría aún más el acceso en los países con ingresos más bajos.
La FAO también advirtió que desde 2020 la inflación de los precios de los alimentos ha superado a la inflación general en casi todo el mundo. El pico se alcanzó en enero de 2023, cuando la inflación alimentaria llegó al 13,6 %. En los países de bajos ingresos, el golpe fue aún más fuerte, pues alcanzó un máximo del 30 % en mayo de 2023.
Aunque es un panorama bastante complejo, la FAO señaló que el número global de personas que no pueden acceder a una dieta saludable bajó de 2.760 millones en 2019 a 2.600 millones en 2024. Esta mejora, sin embargo, también fue desigual. En los países de menores ingresos, donde el costo de los alimentos subió con más fuerza, la cantidad de personas sin acceso creció de 464 a 545 millones en ese mismo periodo.
“El informe trae algunas noticias positivas, pero también señala claramente quiénes están quedando atrás. Debemos enfocar los esfuerzos en cerrar esas brechas”, dijo Tedros Adhanom Ghebreyesus, director de la OMS.
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América Latina avanza, pero aún hay desafíos
Según la FAO, América Latina y el Caribe enfrenta una de las mayores crisis alimentarias de las últimas décadas. En 2022, la prevalencia de inseguridad alimentaria moderada o grave en la región superó el promedio global con desigualdades muy marcadas manifestadas en una incidencia significativamente mayor de pobreza e inseguridad alimentaria en las zonas rurales.
Además, las cifras de la entidad muestran que 6 de cada 10 personas en América Latina y el Caribe no pueden acceder a una dieta saludable, lo que equivale a 131 millones de personas. Aunque la región ha visto una mejora leve en la inseguridad alimentaria desde 2021, sigue siendo superior a los niveles prepandemia.
Sin embargo, la FAO señaló que la región está en un momento estratégico para llevar a cabo acciones que promuevan un mejor futuro agroalimentario y, para ello, sugirió que se debe llevar a cabo intervenciones integrales y multisectoriales que aborden de manera coordinada las diversas necesidades.
El informe también sugiere transformar los sistemas agroalimentarios para hacerlos más sostenibles e inclusivos; y mejorar las políticas públicas para garantizar dietas saludables asequibles. Además, propone promover programas de protección social que integren seguridad alimentaria y nutricional y que se fomente la producción local diversificada y sostenible de alimentos.
Para Álvaro Lario, presidente del FIDA, esta oportunidad es fundamental para intensificar las inversiones en la transformación rural y agrícola. En su opinión, “estas inversiones no solo son esenciales para garantizar la seguridad alimentaria y nutricional, sino que también son cruciales para la estabilidad mundial”.
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