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¿Consume comida chatarra? Debería saber lo que encontraron nuevos estudios

Dos estudios independientes publicados en una prestigiosa revista de medicina concluyen que el elevado consumo de ultraprocesados aumenta el riesgo de padecer cáncer de colón en los hombres, así como incrementan el riesgo de muerte por enfermedades cardiovasculares. Un editorial que acompaña las investigaciones, apunta las medidas que deben adoptarse para disminuir el consumo de estos alimentos.

01 de septiembre de 2022 - 06:48 p. m.
En Colombia, el 21,5 % de los hogares consume alimentos ultraprocesados.
En Colombia, el 21,5 % de los hogares consume alimentos ultraprocesados.
Foto: Getty Images/iStockphoto - Prostock-Studio

Dos investigaciones publicadas este miércoles (31 de agosto) en la prestigiosa revista British Medical Journal (BMJ) demuestran los efectos adversos que los alimentos ultraprocesados tienen para la salud de los seres humanos. El primero de ellos indagó por la relación entre el consumo de estos alimentos y la probabilidad de padecer cáncer de colón. El segundo, abordó cómo se comportaba el riesgo entre comer más ultraprocesados y morir por una enfermedad cardiovascular. (Puede leer: El enredado camino para poner sellos de advertencia a la comida chatarra en Colombia)

En el primer trabajo, un grupo de científicos de diversas partes del mundo, evaluaron los datos de tres grupos de personas en Estados Unidos. El primero de ellos, estaba compuesto por 46.341 hombres que hacían parte del Estudio de Seguimiento de Profesionales de la Salud que contenía datos entre 1986 y 2014. El segundo y tercero contemplaba solo mujeres (67.425 y 92.482, respectivamente), del Estudio de Salud de las Enfermeras entre 1986 y 2014 y 1991 y 2015.

Del total de personas estudiadas, los investigadores recopilaron 3.216 participantes que habían desarrollado cáncer colorrectal o de colón. Lo que encontraron fue que los hombres que tenían un elevado consumo de alimentos ultraprocesados, poseían un 29% de riesgo más de desarrollar ese tipo de cáncer, frente a otros hombres que tenían consumos menores de estos alimentos. Por su parte, el estudio concluyó que “no se observó ninguna asociación entre el consumo general de alimentos ultraprocesados y el riesgo de cáncer colorrectal entre las mujeres”. (Le puede interesar: Riesgo de obesidad visceral es 63 % mayor entre adolescentes que ingieren comida chatarra)

El segundo estudio se llevo a cabo en Italia, por investigadores de este país y contó con los datos de 22.895 personas, de las cuales el 48% eran hombres y el promedio de edad rondaba los 55 años. Allí evaluaron la dieta de los participantes basándose en dos medidas. La primera es Nutriscore, un sistema de etiquetado frontal que permite identificar rápidamente el valor nutricional de un alimento. El segundo, NOVA, que categoriza los alimentos según si son naturales (categoría 1) o ultraprocesados (categoría 4).

En este caso, lo que lograron concluir los autores del estudio, es que los adultos que tenían una dieta de mejor calidad y a su vez consumían mayores cantidades de alimentos ultraprocesados, “presentaban el mayor riesgo de mortalidad por todas las causas y cardiovascular”. Según indicaron en el trabajo, una parte importante de ese mayor riesgo se podía explicar por el alto grado del procesamiento de los alimentos. En otras palabras, los alimentos ultraprocesados tenían un peso importante en la relación que descubrieron los científicos. (También puede leer: Así afecta el consumo infantil de alimentos ultraprocesados a su salud a largo plazo)

“¿Qué hay que hacer?” se pregunta el editorial de la misma revista al reseñar las dos investigaciones presentadas. “Todo el mundo necesita alimentos, pero nadie necesita alimentos ultraprocesados”, afirman Carlos Monteiro y Geoffrey Cannon, ambos investigadores de la Universidad de São Paulo (Brasil) y autores del editorial.

Monteiro, quien ha liderado el sistema NOVA, y Cannon son dos referentes mundiales en estos temas. A la pregunta que se plantean, responden: “La solución racional son las políticas públicas oficiales, incluidas las directrices y la publicidad que aconsejan evitarlo; y las acciones, incluidas las leyes, destinadas a reducir la producción y el consumo de alimentos ultraprocesados y a restringir o, preferiblemente, prohibir su promoción”.

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