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“Desintoxicarse” una semana de redes sociales podría aliviar síntomas de ansiedad y depresión

Un nuevo y pequeño estudio con datos reales de teléfonos inteligentes muestra que no es el tiempo en redes sociales lo que más afecta la salud mental de los jóvenes, sino cómo se usan. Tras una semana de “desintoxicación digital”, los síntomas de depresión, ansiedad e insomnio disminuyeron, especialmente en quienes estaban peor al inicio.

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25 de noviembre de 2025 - 01:08 p. m.
El estudio combinó tres fuentes de información: fenotipado digital, basado en datos objetivos del teléfono; autoinformes validados, para medir el uso problemático de redes; y evaluaciones momentáneas de síntomas de salud mental y encuestas estandarizadas.
El estudio combinó tres fuentes de información: fenotipado digital, basado en datos objetivos del teléfono; autoinformes validados, para medir el uso problemático de redes; y evaluaciones momentáneas de síntomas de salud mental y encuestas estandarizadas.
Foto: Freepik
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Un pequeño estudio, publicado en la revista científica JAMA Network Open, encontró que reducir el uso de las redes sociales durante solo una semana se asoció con reducciones en los síntomas de depresión, ansiedad e insomnio. Pero hay detalles muy importantes.

La asociación entre el uso de las redes sociales y la salud mental juvenil es muy compleja, ha entretenido a la ciencia y aún se comprende poco. Aunque se han hecho múltiples revisiones sistemáticas y metaanálisis, las conclusiones muchas veces son inconsistentes y contradictorias: algunos estudios encuentran efectos negativos, otros no ven ningún impacto claro y otros incluso reportan hallazgos contradictorios. Parte de estas diferencias puede deberse a que los jóvenes usan las redes de formas muy distintas. Pero otro problema importante es que la mayoría de investigaciones dependen solo de autoinformes, especialmente del famoso “tiempo frente a la pantalla”, que no siempre es confiable, introduce sesgos y puede confundir la interpretación de las asociaciones.

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Dado que el tiempo de pantalla reportado por los jóvenes no ha mostrado una relación sólida con su salud mental, los expertos ahora están proponiendo utilizar métricas mucho más precisas, como medir la compulsividad o la dependencia emocional hacia las redes.

Además, combinar esto con datos objetivos (por ejemplo, uso real registrado por el teléfono) y con evaluaciones psicológicas para ayudar a entender de manera más completa cómo las redes sociales afectan el bienestar. No solo importa cuánto se usan las redes sociales, sino también los comportamientos que acompañan ese uso. Hoy en día, por ejemplo, los teléfonos inteligentes pueden además registrar de forma pasiva señales como patrones de sueño, movilidad, tiempo de pantalla o hábitos de comunicación.

Estas señales se han asociado con síntomas de salud mental y permiten observar cambios en tiempo real, sin depender de la memoria o la percepción subjetiva de las personas. Aquí entra en juego algo llamado “fenotipado digital”: una forma de medir, minuto a minuto y en el contexto real, distintos aspectos de la conducta humana a partir de los dispositivos digitales personales. Este enfoque combina datos de uso real de redes sociales, señales pasivas del teléfono y autoinformes breves de salud mental mediante métodos como la evaluación ecológica momentánea (EMA). La nueva investigación usó entonces un diseño sencillo: primero, dos semanas de observación para establecer el comportamiento normal de cada uno de los 373 participantes, y luego una semana de desintoxicación de redes. Con ello buscaban entender cómo cambia la salud mental cuando disminuye su uso.

El estudio combinó tres fuentes de información: fenotipado digital, basado en datos objetivos del teléfono; autoinformes validados, para medir el uso problemático de redes; y evaluaciones momentáneas de síntomas de salud mental y encuestas estandarizadas.

Durante las dos semanas previas al experimento, el 94% de los participantes usaba al menos una de las cinco redes incluidas (Facebook, Instagram, Snapchat, TikTok y X). Los 295 participantes que aceptaron dejar redes sociales completaron la semana de desintoxicación. Durante ese periodo, su tiempo promedio diario bajó a 0,5 horas, una caída muy grande frente al uso inicial de 1,9 horas. En total, redujeron en promedio 9,2 horas de uso acumulado, y casi el 90% logró disminuir su tiempo en redes. Sin embargo, no todas las plataformas fueron igual de fáciles de abandonar. Instagram y Snapchat fueron las más difíciles, con más gente que siguió usándolas durante la desintoxicación. Por el contrario, TikTok, X y Facebook fueron las que más personas lograron reducir.

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El estudio confirmó algo que ya habían sugerido otras investigaciones: la cantidad de tiempo que una persona pasa en redes sociales no está fuertemente relacionada con su salud mental. Usando datos objetivos (no encuestas, sino información real extraída de los teléfonos) los investigadores encontraron que variables como el tiempo de pantalla, el número de notificaciones o la frecuencia con que alguien desbloquea el celular apenas se relacionan con síntomas de depresión, ansiedad, insomnio o soledad.

Sin embargo, cuando el uso de redes se vuelve problemático, por ejemplo, cuando la persona se compara negativamente con otros, siente necesidad compulsiva de revisar las apps, o experimenta malestar si no puede conectarse, la historia cambia mucho. Estos usos problemáticos sí muestran una relación más clara y consistente con peores indicadores de salud mental. En otras palabras, no importa tanto cuánto usa una persona las redes, sino cómo y desde qué estado emocional las usa.

La desintoxicación de una semana tuvo efectos importantes. Reducir de forma estructurada el uso de redes disminuyó los síntomas de depresión, ansiedad e insomnio. Y lo más interesante: los mayores beneficios los obtuvieron quienes comenzaban el estudio con síntomas más altos, especialmente quienes tenían depresión moderadamente grave. Esto sugiere que una pausa breve pero controlada puede aliviar la carga mental en quienes más lo necesitan. Por otro lado, la soledad no mejoró significativamente, lo que puede deberse a que dejar de usar redes también reduce contactos y señales de conexión social.

Los investigadores creen que las mejoras no se dieron por usar menos el celular en general, sino por evitar los patrones más dañinos, como compararse con otros o desplazarse compulsivamente por contenido sin propósito. Esto coincide con el hallazgo de que el tiempo total de pantalla, por sí solo, tiene poca relación con el bienestar.

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A pesar de reducir su uso de redes, los participantes pasaron más tiempo en casa y más tiempo total frente a pantallas. Esto puede deberse a variaciones normales del día a día o a que, al no usar redes, pasaban más tiempo en otras actividades digitales. Los autores sugieren que futuros estudios incluyan un período de adaptación para que los participantes se familiaricen con los procedimientos antes de iniciar la medición formal.

El estudio tiene fortalezas muy importantes, como el uso de datos objetivos extraídos de los teléfonos, métodos validados para medir síntomas y un enfoque que integra fenotipado digital, informes momentáneos y métricas clínicas para capturar una imagen muy completa del comportamiento. Sin embargo, también tiene limitaciones que hay que mencionar. La muestra estaba compuesta mayoritariamente por mujeres, estudiantes universitarios y usuarios de iOS, lo que dificulta extrapolar los resultados. Algunas mediciones dependían del autoinforme, lo que puede generar sesgos. Además, no hubo un seguimiento a largo plazo ni un grupo de control aleatorizado, lo que impide asegurar que las mejoras se debieron exclusivamente a la desintoxicación. Incluso es posible que algunos participantes modificaran su comportamiento simplemente por saberse observados.

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Juan Borda(30412)25 de noviembre de 2025 - 01:48 p. m.
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