Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Científicos del Centro de Investigación Biomédica en Red Salud Mental (CIBERSAM), pertenecientes a la Universidad del País Vasco (UPV), en Portugal, explicarían la razón por la cual el uso continuado de fármacos para tratar la esquizofrenia causa daños cognitivos.
De acuerdo con un estudio publicado en la revista Nature Neuroscience, los antipsicóticos atípicos (que también tratan otros trastornos psiquiátricos) activan una importante vía inflamatoria en el cerebro, que puede generar dificultades en la memoria de trabajo y capacidad para distinguir entre objetos. (Lea: En Bogotá hay 78.000 personas en riesgo de padecer esquizofrenia)
Los cientificos detectaron anomalías que inducen alteraciones de tipo cognitivo mediante ensayos realizados en modelos celulares, tejido cerebral de fallecidos con esquizofrenia y animales modificados genéticamente y sometidos a tratamientos con fármacos, y evidenciaron que estos déficits se deben a una "remodelación de la expresión cerebral de diferentes genes".
Según explica el investigador de la UPV, Javier Meana, “este hallazgo nos abre el camino para avanzar en el diseño de fármacos, aún en fase experimental, que logren inhibir a estas proteínas y bloquear de esta manera los daños cognitivos provocados por los tratamientos antipsicóticos”.
Entre los problemas cognitivos asociados a los tratamientos para la esquizofrenia, y que podrían contribuir a su cronificación, figurarían los problemas de atención sostenida, la falta de flexibilidad mental en la realización de tareas y las dificultades para planificar pendientes futuros.
Relacionados con enfermedades metabólicas
El tratamiento con fármacos antipsicóticos atípicos, más modernos que los denominados típicos, ha supuesto igualmente la desaparición de problemas en la actividad locomotriz de los enfermos, pero también parecer generar, además de problemas cognitivos, un mayor riesgo de enfermedades metabólicas como la obesidad y diabetes tipo 2, incrementando así el riesgo cardiovascular.
Sin embargo, explica Javier Meana, “estos tratamientos no pueden ser retirados precozmente porque facilitan la reaparición de alucinaciones y delirios. El reto es evitar los efectos adversos manteniendo la importante eficacia antipsicótica que presentan”.