Un estudio publicado recientemente en la revista especializada Nature nanotechnology muestra las primeras evidencias de que las células cancerosas pueden impulsar su propio crecimiento al robar mitocondrias (fundamentales para la generación de energía) de células inmunes cercanas, como las células T, encargadas de combatirlas.
Según la investigación, las células cancerosas utilizan tubos diminutos, conocidos como nanotubos, para alcanzar a esas células inmunitarias cercanas. Una vez llegan hasta ellas, pueden capturar sus mitocondrias y usarlas a su favor.
“El hecho de que las células cancerosas envíen tentáculos a nanoescala y succionen las mitocondrias es un hallazgo bastante sorprendente”, aseguró Shiladitya Sengupta, coautor del artículo e investigador de la Escuela de Medicina de Harvard a New Science.
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Sengupta y sus colegas pusieron células inmunes y células cancerosas de ratones en un mismo cultivo durante 16 horas. Las mitocondrias que se encontraban dentro de las células inmunes, o células T, se etiquetaron con un marcador químico fluorescente.
Al paso de las 16 horas, y gracias a unas fotografías especiales realizadas con un microscopio, el equipo de investigadores pudo ver que las mitocondrias se habían transferido hacia las células cancerosas por medio de los nanotubos, pues los puntos fluorescentes se habían movido de un lado hacia el otro. Asimismo, pudieron observar las interacciones entre ambos tipos de células, y se encontraron con que, en promedio, cada célula cancerosa formaba un nanotubo con una célula T.
“A las 16 horas posteriores al cocultivo, observamos niveles sustanciales de fluorescencia verde punteada en las células cancerosas, en consonancia con la transferencia de mitocondrias de la célula inmunitaria a la célula cancerosa”, señalaron los investigadores en el estudio.
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Pero no fue lo único que evidenciaron. A raíz de esa transferencia también pudieron ver que las células cancerosas consumieron aproximadamente el doble de oxígeno que consumirían normalmente, y que se reprodujeron con más frecuencia tras ponerse en contacto con las células T. Por el contrario, las células T consumieron menos oxígeno y disminuyeron en número cuando se cultivaron en contacto con las células cancerosas.
Esto sugiere, señalan los investigadores, que el secuestro de mitocondrias ayudaría a las células cancerosas a generar energía y crecer. Y también, que la pérdida de mitocondrias redujo la capacidad de las células inmunitarias para sobrevivir y crecer.
“Demostramos que la transferencia de mitocondrias mediada por nanotubos desde las células inmunes a las células cancerosas potencia metabólicamente las células cancerosas y agota las células inmunes”, expresaron en el artículo.
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“Quedan muchas preguntas abiertas, por ejemplo, qué impulsa la formación de estos nanotubos hacia células específicas o qué hace que las mitocondrias se muevan preferentemente de las células inmunes a las células cancerosas”, señalaron los investigadores. “Aunque estas preguntas están más allá del alcance del presente estudio, responderlas puede conducir a una nueva generación de inmunoterapias”, afirmaron.