“ Si yo me vacuno mi sistema inmune va a reaccionar muy rápido para destruir el virus, evito complicaciones que me lleven a un hospital, o a la muerte, y no me convierto en trasmisor e infecto a otros”. Con este mensaje, a puertas de la vacunación masiva en Colombia, Juan José Yunis, médico genetista y coordinador de la Maestría en Genética Humana de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), enfatiza que con la vacuna se busca romper la cadena de trasmisión.
Para el docente, las vacunas no deberían causar en la población ninguna alerta o alarma porque la investigación biomédica se basa siempre en no generar daño a las personas. Al respecto, recuerda que con la nueva tecnología ya no es necesario introducir un organismo completo, como un virus, para generar respuesta inmune, pues con una pequeña molécula basta.
El doctor Yunis recalca que el argumento de que las vacunas contra el COVID-19 se hicieron muy rápido no es un argumento válido para no vacunarse, ya que el trabajo de muchas compañías y centros de investigación en el mundo para desarrollarlas ha avanzado mucho y ahora se tiene un conocimiento amplio.
“La tecnología que se está usando viene siendo investigada desde hace unos 20 o 30 años, mucha de ella ha sido usada en terapia génica. Esa tecnología también se ha usado en el desarrollo de la vacuna contra el ébola, y todo ese conocimiento acumulado ha servido para hacerle frente a una crisis global”, subraya.
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Vacunas de ARNm
En el interior del núcleo de las células se encuentra la información genética, o el ADN, pero no es la única información genética, también se encuentra el ARN mensajero, que, como dice su nombre, se encarga de llevar el mensaje genético a unos organelos llamados ribosomas, que en últimas son una fábrica que entiende esas “instrucciones” y puede crear las proteínas que necesita el cuerpo –como la melanina– para proteger de la luz; la amilasa salival –para digerir alimentos– y la insulina –para el metabolismo del azúcar–, entre otras.
Algunas de las vacunas que llegarán a Colombia se componen de una pequeña cadena de ARN mensajero que hace que el sistema inmune reconozca al nuevo coronavirus como algo extraño y cree anticuerpos y linfocitos T (células del sistema inmune), de manera que cuando la persona se vea expuesta al virus ya tenga defensas y pueda combatir la enfermedad.
ARN mensaje no altera el genoma
Actualmente se puede saber la secuencia del genoma de una persona en un día. La fracción de ARN que compone el virus es mucho más pequeña y ha sido ampliamente analizada desde que este apareció.
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Los investigadores han visto ese genoma y han estudiado qué fragmentos se podían usar para generar vacunas. El profesor Yunis subraya que no es posible que el fragmento de ARNm de las vacunas se integre al genoma de la persona.
“Las vacunas con esa tecnología no lo pueden modificar, no va a volver estériles a las personas, no va a producir malformaciones, solo va a inducir la producción de anticuerpos contra una proteína específica del virus para que cuando la persona tenga contacto con el virus real lo neutralice rápidamente”.
El profesor Yunis indica además que son esperables ciertos efectos secundarios que ocurren con cualquier vacuna, como dolor donde la aplican, enrojecimiento, algo de calor, sintomatología como la de la gripa, dolor muscular, fiebre, y muy pocos casos de reacciones alérgicas que son manejadas de manera inmediata.
Romper la transmisión
El médico Yunis explicó que “hay dos formas de romper la transmisión: por aislamiento de las poblaciones, pero la gente ya está cansada de los confinamientos, y la vía rápida que es la vacunación. El problema es que si no se rompe tendremos más oleadas de contagios y veremos las UCI saturadas más tiempo; mientras más personas estén vacunadas, menor será la trasmisión del virus y más rápido se volverá a las actividades cotidianas”.
Por último, el llamado del doctor Yunis es recordar que buena parte de la población se ha vacunado contra sarampión, viruela, tuberculosis, polio, fiebre amarilla, tétano, rabia y otras enfermedades casi sin cuestionar, que hay suficiente información para confiar en la vacunación masiva y, en cambio, no vacunar pone en riesgo a la persona, sus familiares y amigos.