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ONUSIDA, el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida y principal organismo encargado de coordinar la respuesta global frente al virus, advirtió esta semana que el mundo atraviesa el mayor retroceso en décadas. ¿La razón?: fuertes recortes de financiación y un deterioro preocupante de los derechos humanos que están afectando seriamente los servicios de prevención y tratamiento en numerosos países.
Según las previsiones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la financiación externa para la salud podría reducirse entre un 30 % y un 40 % en comparación con 2023. El impacto ha sido inmediato y grave, especialmente en los países de ingresos bajos y medios muy afectados por el VIH, dice la entidad.
“La crisis de financiación ha puesto de manifiesto la fragilidad de los avances que tanto nos ha costado conseguir”, explicó Winnie Byanyima, directora ejecutiva de ONUSIDA, en una intervención en Ginebra. “Detrás de cada dato de este informe hay personas (...) bebés que no han podido someterse a pruebas de detección del VIH, mujeres jóvenes que se han visto privadas de apoyo para la prevención y comunidades que de repente se han quedado sin servicios ni atención. No podemos abandonarlas”.
Las cifras son inquietantes. ONUSIDA advierte que los programas para prevenir, detectar y atender el VIH están siendo interrumpidos en muchas partes del mundo. En 13 países, el número de personas que inician tratamiento ha disminuido, lo que preocupa porque iniciar la terapia a tiempo es clave para controlar el virus y evitar nuevas infecciones. En algunos lugares, los problemas son más graves. Etiopía y la República Democrática del Congo han reportado desabastecimientos tanto de kits de diagnóstico como de medicamentos para el tratamiento. Sin pruebas ni fármacos, es imposible sostener una respuesta efectiva.
La prevención también está sufriendo un retroceso dramático, agrega la entidad de la ONU. La distribución de medicamentos profilácticos (una herramienta fundamental para evitar nuevas infecciones) se ha desplomado: cayó 31 % en Uganda, 21 % en Vietnam y 64 % en Burundi. Además, alrededor de 450.000 mujeres del África subsahariana han perdido acceso a las “madres mentoras”, mujeres de la comunidad que las acompañan y conectan con los servicios de salud materna y de VIH. Estas figuras son muy importantes, dice la ONU, para garantizar un seguimiento adecuado durante el embarazo y la lactancia.
La situación tampoco es mejor para herramientas básicas como los preservativos. En Nigeria, por ejemplo, su distribución ha caído un 55 %, reduciendo una de las barreras más sencillas y eficaces contra la transmisión del VIH. Todo esto ocurre en un contexto donde las adolescentes y mujeres jóvenes ya estaban en alto riesgo: cada día, 570 mujeres entre 15 y 24 años adquieren el VIH. ONUSIDA alerta que, si los programas de prevención se desmantelan, este grupo —que ya es vulnerable— quedará aún más expuesto.
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Las organizaciones comunitarias, que son el corazón de la respuesta al VIH porque llegan a las personas más difíciles de alcanzar, también están en crisis. Más del 60 % de las organizaciones lideradas por mujeres afirman haber tenido que suspender servicios esenciales por falta de recursos. Las proyecciones de ONUSIDA son contundentes: si los esfuerzos de prevención no se restablecen y fortalecen de inmediato, entre 2025 y 2030 podrían producirse 3,3 millones de nuevas infecciones por VIH.
La crisis de financiación del VIH está ocurriendo en un momento especialmente delicado: muchos países están imponiendo restricciones cada vez más duras a la sociedad civil y aprobando leyes punitivas que afectan directamente a los grupos más vulnerables al VIH. Por primera vez desde que ONUSIDA hace seguimiento de estas leyes, en 2025 aumentó el número de países que penalizan las relaciones entre personas del mismo sexo y la expresión de género. A escala mundial, el panorama legal es especialmente restrictivo:
- 168 países criminalizan algún aspecto del trabajo sexual
- 152 países penalizan la posesión de drogas a pequeña escala
- 64 países penalizan las relaciones entre personas del mismo sexo
- 14 países penalizan a las personas transgénero
Además, las restricciones dirigidas a la sociedad civil (como procesos de registro complejos, vigilancia, o limitaciones para recibir financiamiento internacional) debilitan aún más la respuesta al VIH. Muchas organizaciones comunitarias que trabajan directamente con poblaciones clave están viendo reducida su capacidad para operar, justo cuando más se necesitan. “Este es nuestro momento de elegir”, afirmó Byanyima, directora ejecutiva de ONUSIDA. “Podemos permitir que estas crisis echen por tierra décadas de logros conseguidos con mucho esfuerzo, o podemos unirnos en torno a la visión compartida de poner fin al sida. Millones de vidas dependen de las decisiones que tomemos hoy“.
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