Diego Rengifo: sobrevivir a la estafa de Elite

Rengifo perdió $1.930 millones que invirtió en bonos de libranzas. Lucha por su dinero y por el de miles de afectados más.

Leonardo Botero Fernández - @LeonardoBotero4
25 de marzo de 2019 - 09:00 p. m.
Diego Rengifo es una de las más de 6.000 víctimas de Elite.  / Gustavo Torrijos - El Espectador.
Diego Rengifo es una de las más de 6.000 víctimas de Elite. / Gustavo Torrijos - El Espectador.

“En 2018, con todas las deudas encima, decidí que o me levantaba o me quedaba ahí. Armé un grupo con las víctimas que sabían que era el único capaz de decirles la verdad a esos señores de Elite. Me he ido levantando y aquí estoy, al frente de todo. Así peleemos contra molinos de viento, contra Goliat, nosotros tenemos que sentar el precedente histórico de que vamos a lograr justicia”. Así, Diego Rengifo, una de las más de 6.000 víctimas de Elite, relata la lucha que ha dado durante los últimos tres años para recuperar su dinero y el de miles de personas más que vieron en el mercado de libranzas una oportunidad, pero encontraron una estafa.

Era 2012. Rengifo trabajaba, con éxito, como proveedor de tecnología y otros insumos para empresas. Había empezado décadas atrás con dos papelerías, que luego lo ayudaron a convertirse en distribuidor de distintas organizaciones. Ese año lo contactó una representante comercial de Elite International, una empresa que en 2011 se había conformado y se perfilaba como una de las organizaciones con más dominio en el mercado de libranzas.

Escuchó la oportunidad de invertir en este modelo de negocio y, animado, le pidió a la agente comercial que lo contactó que le organizara una reunión con el entonces gerente de Elite: Alejandro Navas Vengoechea. Y así fue. Una tarde de ese año se reunió con Navas y con los otros dos dueños de la empresa, Marino Constantino Salgado y Francisco Javier Odriozola Juan. Fue tal la seguridad con la que le presentaron la “oportunidad”, que decidió invertir los ahorros que durante más de tres décadas había juntado: $350 millones.

(Lea aquí: Entre la vida y Elite, uno de los mayores desfalcos financieros).

Durante los siguientes cuatro años, Diego puso todas sus esperanzas en la promesa de un negocio que parecía rotundo. Invirtió no solo sus ahorros, sino todo ingreso que tenía, hasta llegar a dar entre $10 y $20 millones mensuales. Para 2016 ya se había convertido en representante comercial de Elite International, así como en proveedor de tecnología de la empresa y hasta había pedido dos créditos bancarios, ambos por $100 millones: uno a Helm Bank (ahora Itaú) y otro a Davivienda. En total, sumaban $1.930 millones.

El 30 de junio de 2016, cuenta, la situación cambió. Ese día invirtió $53 millones. Fue la última vez. Meses atrás había estallado el escándalo de Estraval (otro fondo de libranzas) y se rumoreaba que Elite también tendría problemas. “Me di cuenta de que algo no estaba bien y paré mis inversiones y no hice ninguna otra como comercial. El 19 de julio nos llegó un correo a todos los clientes diciéndonos que no nos podían pagar aún por un descalce (iliquidez). Entonces empezaron los impagos”.

La promesa de las directivas de Elite fue que para comienzos de septiembre de ese año se superaría el impasse, que volverían los pagos y, con ellos, todo a la normalidad. Pero el 3 de septiembre de 2016, la fecha pactada, el dinero no llegó. “Lo primero es que entendí que era otra estafa más”, dice, y hace una pausa en la casa donde ahora está su oficina en el norte de Bogotá. “Me di cuenta de la realidad: lo perdí todo. Bueno, no, no puedo decir eso: (los recursos) quedaron en las manos equivocadas y luchamos por recuperarlos”.

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Fue tan grave el golpe, ver que el dinero con el que pensaba jubilarse ya no estaba y saberse responsable no solo de las deudas con los bancos, sino de la supervivencia de su familia -incluyendo la matrícula universitaria de sus dos hijos-, que su estabilidad se vio afectada. Durante el año siguiente de lo que califica como “una tragedia” tuvo que empezar un tratamiento psiquiátrico que incluyó antidepresivos.

El caso de Rengifo no es el único. Elite, con la promesa a los inversionistas de una rentabilidad del 12,4 % anual, vendió casi 60 mil títulos de libranzas y captó, según cuentas de la Fiscalía, más de $1,2 billones. De ese dinero se ha recuperado apenas el 10 % ($41 mil millones), pues pocos recursos se han rastreado, debido a que la mayoría habrían sido enviados a sociedades del exterior o estarían en manos de testaferros.

“Yo estaba derrotado, en el piso. Es una situación muy dura, hay un dicho que dice que cuando el hambre toca la puerta, el amor sale por la ventana. Mi familia no me dejó solo, ellos me cobijaron, pero había ciertos momentos de angustia, de mucho dolor, donde llorábamos porque pasé de ser un hombre rico a uno quebrado”, relata.

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Lo que lo ayudó a salir de ese hueco, irónicamente, fue una discusión que tuvo con Alejandro Navas en un grupo en Whatsapp donde estaban también otros inversionistas. Recuerda que fue el “primero que le cantó la tabla. Le dije que ellos sabían desde antes lo que pasaba, que ellos permitieron esta tragedia, que no obraron de forma correcta, y me retiraron del chat. Sentí tanta rabia, tanta impotencia, que dije “esto no se queda así”, lo convertí en algo personal”. Era febrero de 2018.

A partir de ese momento empezó a hablar con otras víctimas y a conformar el llamado Grupo del Plantón para exigir justicia. No ha sido fácil, asegura. Con una sola litigante representándolos, esposa de una de las víctimas, se han tenido que enfrentar a algunos de los abogados más reconocidos en Colombia, contratados por Elite. También han detectado dificultades para que el proceso judicial avance y, con frustración, ven que el juicio va a paso de tortuga.

“Estos señores que nos estafaron han tenido el dinero nuestro para pagarles a los abogados más importantes de este país. Nuestra abogada nos ofreció un grupo de investigadores privados que contratamos, porque el doctor Pedro David Verdugo, nuestro fiscal, nos dijo que no tiene ni el tiempo ni un equipo interdisciplinario para investigar”.

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Rengifo ha recuperado el 0,08 % de lo que invirtió, poco más de $7 millones, y sigue trabajando como comercializador de tecnología. Dice que ahora su principal responsabilidad es la “deuda moral” que tiene con las demás víctimas, “que es mi deuda, porque he debido darme cuenta de la estafa y ahora no puedo permitir que se rían de nosotros”. Y concluye que lo suyo no es un asunto de esperanza, sino de certezas: “Esto lo sacamos adelante, el aparato estatal va a responder sus omisiones, estos señores pagarán sus crímenes y nos devolverán el dinero”.

Por Leonardo Botero Fernández - @LeonardoBotero4

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