Ocho horas de entrenamiento, sesiones psicológicas y trasnochadas frente a la pantalla. Esa es la rutina diaria de Winifer Padrino, más conocida como ‘Andrehs’ en el mundo gamer, jugadora profesional de MYVRA eSports, uno de los equipos colombianos que está marcando el ritmo en los deportes electrónicos.
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“Me levanto a las 10 de la mañana, desayuno, reviso el itinerario del equipo y entre las 12 y las 2 aprovecho para almorzar. Luego dedico casi ocho horas a entrenar. No es solo jugar algunas partidas de Valorant, también entrenamos momentos específicos del juego y tenemos sesiones con la psicóloga del equipo. Entre las 9 y 10 de la noche ceno, y de ahí hasta las 12 o 2 de la madrugada hago streaming”, relata.
Su jornada no dista mucho de la de cualquier otro atleta de alto rendimiento. Y no es para menos: en 2025, los eSports fueron incluidos oficialmente en el Sistema Nacional del Deporte en Colombia. Lo que alguna vez fue visto como un pasatiempo, hoy representa una profesión en auge para cientos de jóvenes y una industria con alto potencial económico. Solo en agosto de este año, la Copa Mundial de eSports —celebrada en Arabia Saudita— repartió 70 millones de dólares en premios, casi el triple de lo que recibe el ganador de la final de la Copa Libertadores.
“Cuando comencé a jugar Valorant lo vi desde el inicio como un trabajo. Fui de las primeras jugadoras en probar la beta y competí en torneos de 100 dólares, pero también en los de 1.000 y 5.000. Fue ahí cuando esto se convirtió en mi profesión”, recuerda ‘Andrehs’, una venezolana de 30 años, licenciada en Educación por la Universidad Central de Venezuela.
El videojuego que la llevó al circuito profesional es Valorant, un shooter táctico por equipos, lanzado en 2020 y convertido en disciplina de eSports pocos años después. En él, dos equipos de cinco jugadores se enfrentan en partidas donde la estrategia y la precisión lo son todo. Andrehs compite desde los 18 años y hoy forma parte de una generación que está cambiando el significado de “jugador profesional”.
Actualmente, su equipo, MYVRA eSports, compite en Game Changers LATAM, un torneo que solo es la punta del iceberg de un negocio que le está dando la vuelta al mundo y a Colombia.
Solo para darse una idea, El Mundial de League of Legends (LoL), otro videojuego convertido en deporte electrónico, reunió a casi siete millones de personas en 2024. De acuerdo con datos del sector, la tasa de crecimiento de los eSports en el mundo es de doble dígito, 32%, y el año anterior generó más de US$ 1.600 millones.
“La oportunidad es inmensa. Estamos hablando de un negocio que cada año crece a doble digito. En 2024, estuvo valorado en US$ 500 millones”, asegura Javier Jaramillo, gerente del Movistar Game Club. La empresa española desde hace un tiempo le está apostando con fuerza a los eSports en el país.
Ejemplo de ello es el Movistar Game Club, ubicado en Bogotá, que según Jaramillo es la mejor arena de batalla en Colombia para este tipo de competencias. Desde julio de 2024, ha sido escenario de casi 100 competencias en las que han participado entre 1.500 y 2.000 de jugadores de Valorant, League of Legends (LoL), Fortnite y recientemente, eFootball.
“El fútbol es el deporte que más masa atrae y por eso Movistar, aparte de patrocinar este nuevo torneo de eSports de la Federación Colombiana de Fútbol (FCF), también es patrocinador oficial de la Selección Colombia. Por eso, apoyamos la convocatoria que busca el mejor jugador de consola y dispositivo móvil en este juego. Ellos representarán al país en las eliminatorias rumbo al Mundial de Fútbol virtual”, reseña el gerente del Movistar Game Club.
En esencia, un equipo de deportes electrónicos funciona como un club de fútbol. Compite en ligas nacionales, regionales, se beneficia de la venta de jugadores formados en su interior y constantemente están en búsqueda de nuevos talentos. Usualmente, pueden venir de recomendaciones de otros gamers, otros equipos e incluso jugadores destacados en los servidores de algunos juegos.
“Mi trabajo está centrado en sondear las posibles contrataciones y fichajes de cara a una competencia, sean agentes libres o gamers con contrato. Todo esto de la mano del entrenador, quien da el visto bueno. Lo hacemos en los momentos de la temporada en los que la liga en la que participamos lo permita. En ese sentido, funcionamos muy parecido al fútbol o cualquier otro deporte convencional”, explica Sebastián García, director deportivo de MYVRA y administrador de empresas de la Universidad Antonio Nariño.
Sebastián hizo una titulación en gestión de eSports en la Universidad a Distancia de Madrid. Hace siete años trabaja en este sector y dice que siempre tuvo la visión de enfocarse al 100% en este mercado. “Ha sido una apuesta para mí y para mi familia, pero honestamente nunca he tenido que recurrir a otros trabajos para mantenerme económicamente. Con lo que hago dentro de esta industria me basta para vivir”, asegura.
A pesar del crecimiento, el panorama profesional de los eSports en Colombia aún está lejos de alcanzar la estabilidad de disciplinas como el fútbol masculino. Los contratos, por ejemplo, suelen ser temporales: de cuatro a seis meses, o incluso limitados al tiempo de una competencia. No es habitual encontrar vínculos laborales a un año o más, una realidad parecida a la que enfrentan muchas futbolistas en el país, ellas siguen luchando por condiciones contractuales estables y a largo plazo con sus clubes.
Aun así, el caso de ‘Andrehs’ es distinto. Dice que solo en premios puede ganar entre 4.000 y 6.000 dólares al año, sin contar los salarios de sus equipos. Además, juega hasta ocho torneos en ese tiempo. “De los 12 meses del año, me mantengo compitiendo y recibiendo ingresos por 11. El mes restante lo tomó como vacaciones. Y aunque no estoy con el mismo equipo durante todo el año, si voy firmando contratos con diferentes organizaciones, dependiendo del salario que me ofrezcan, el entrenador, mis compañeras y el staff del equipo”, señala la gamer profesional.
Para Javier Jaramillo, gerente del Movistar Gamer Club, el hecho de que los eSports fueran incluidos en el Sistema Nacional del Deporte formaliza este espacio y abre una oportunidad todavía más grande para que los deportistas puedan profesionalizarse.
Para Andrehs, el futuro de los eSports está estrechamente ligado al compromiso de las empresas que los respaldan. La estabilidad de un jugador, afirma, depende tanto del título que elija como de la compañía que lo desarrolla, ya que es esta la cual organiza los torneos y sostiene la estructura económica detrás de cada competencia. Una realidad que no solo define el panorama en Colombia, sino que se replica en toda Latinoamérica y el mundo, y que cada vez resulta más difícil de negar, minimizar o ignorar.