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El 24 de febrero de 2022, Rusia invadió Ucrania. En ese momento, el hijo de Leksii Sukhorukov, un hombre ucraniano dedicado a la industria del entretenimiento, tenía apenas 12 años. En medio del caos que significa una guerra, el menor encontró una salida en Minecraft, un videojuego de mundo abierto y construcción desarrollado por Mojang Studios, hoy propiedad de Xbox. Pero no era un caso aislado. Muchos niños ucranianos, incluso los que vivían bajo la ocupación rusa, se conectaban cada noche a jugar juntos.
Sukhorukov, quien había estudiado psicología, se convirtió en moderador de la División de Ciberpsicología y Práctica Psicológica en Entornos Digitales de la Asociación Nacional de Psicología en Ucrania. Un año después del inicio del conflicto, creó HealGame Ukraine, un proyecto que explora el uso del gaming en beneficio de la salud mental y el bienestar emocional.
Estos esfuerzos llegaron a oídos de Ellie Finch, una psicóloga en Reino Unido, quien creció jugando juegos de la Mega Drive, la consola más exitosa en la historia de SEGA. De inmediato, comenzó un plan piloto en una escuela en Londres usando Minecraft durante las sesiones terapéuticas. “Empecé a hablar con los niños sobre qué tipo de títulos les gustaban y todo esto me ayudó a comprender mejor a estos jóvenes y también les mostró que estaba interesada en su mundo. Pude ver rápidamente el beneficio de estar realmente en el juego con ellos”, le dijo Finch al diario inglés The Guardian.
Por ejemplo, Minecraft tiene una estructura abierta y creativa. Los jugadores pueden crear paisajes desde cero, recolectar materiales, construir cosas y explorar a su antojo. Sin embargo, no es solo Minecraft. Fortnite, Roblox y Animal Crossing también pueden dar un vistazo sobre el interior de los hijos. Una vida en Ucrania atravesada por el dolor, el miedo, la injusticia y la muerte.
El fenómeno de los videojuegos, aunque claramente no es reciente, sí ha comenzado a atravesar otras esferas, y se ha vuelto mucho más masivo de lo que era hace algunos años. Solo por dar un número: la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional de drogas en España estima que el 91% de los menores entre los 12 y los 17 años juegan o han jugado videojuegos en algún momento de su vida.
Y al tratarse de una actividad recurrente entre los menores de edad, también se ha convertido en un tema de conversación entre padres e hijos. La pregunta que surge en este punto es ¿cómo hablarlo?, ¿cuáles son los límites?, ¿qué tanto se debe involucrar un padre en el universo de videojuegos de su hijo?
Nohemí Galvis Romero, psiquiatra infantil, tiene una respuesta clara al respecto: “Es absolutamente necesario que un padre hable con su hijo o hija sobre videojuegos. Se debe tratar como cualquier otro tema importante. No hablar de las cosas no significa que no existan. Abordar sus problemáticas hace ver con más claridad los peligros y prevenirlos”.
Galvis sostiene que un niño no puede ponerse límites a sí mismo, por lo que es importante que un adulto lo acompañe, sea jugando con él o simplemente indagando que tipo de juegos está consumiendo. “Compartir jugando sería lo ideal, pero esto también está mediado porque ambos compartan los mismos gustos. Cualquiera sea el caso, los padres deben acercarse a conocer, mínimamente, qué clase de videojuegos están jugando sus niños”, sostiene la experta.
No es un tema menor, sobre todo si se tiene en cuenta que también hay que estar atentos al tiempo en pantallas. Y acá entra otro dato clave: de acuerdo con la Academia Americana de Pediatría (AAP) durante los 12 y los 17 años de edad, el tiempo expuesto a pantallas se debería limitar a no más de dos horas diarias.
Sin embargo, este parámetro puede cambiar dependiendo de muchos factores, especialmente el tipo de juegos que consume el menor. Nunca será igual un juego de deportes, que aquellos que involucran armas de fuego. “Hay niños que por características biológicas o sociales se vuelcan más de lo normal hacia el mundo de los videojuegos. Entender por qué un hijo se aficiona o se involucra tanto con un videojuego es el primer paso para comprenderlos a fondo y tomar mejores decisiones como padres”, asegura Nohemí Galvis.
¿Cómo abordar el tema de videojuegos con sus hijos?
De acuerdo con Helena Rodríguez, psicóloga clínica, se recomienda trabajar con los padres, tutores o cuidadores de los niños y adolescentes para que desarrollen habilidades y herramientas en patrones de crianza apropiados. Todo esto les dará maneras de acercarse a los hijos en medio de un pasatiempo que, por lo general, los menores de edad disfrutan solos y no recibe la atención de los adultos.
“Los padres son los mejores y mayores guías para los niños. Si el menor siente que el padre lo acompaña, invierte algo de su tiempo en estas actividades, le explica cómo se maneja el perder, el ganar y también le enseña a poner límites, son aprendizajes que perdurarán en su vida para siempre”, asegura.
Aunque el mejor escenario para interactuar con un niño o niña en estos espacios es jugando junto a él o ella - también porque es la mejor manera de entender un videojuego-, el hecho de simplemente preguntar el nombre del juego o de qué se trata, es un gran primer paso. El paso a seguir es investigar, sea preguntando al hijo, si es que muestra el interés de seguir hablando del tema, o por medio de internet.
“Se trata de que el niño/niña aprenda a tener confianza en sus padres, no porque los vea como sus iguales, sino como personas responsables, maduras y con criterio que lo pueden guiar para que afronte las dificultades del juego, pero también de la vida”, explica Rodríguez.
¿Qué beneficios trae jugar videojuegos?
Limitando el tiempo de exposición y conociendo el tipo de videojuegos, el gaming puede ayudar a desarrollar ciertas habilidades. Rodríguez explica, por ejemplo, que los videojuegos de fútbol ayudan a aprender estrategia, análisis y observación, mientras que los títulos de rol (RPG) pueden enseñar a resolver problemas y acertijos de diferentes maneras.
“El acompañamiento y la supervisión pueden evitar que aparezcan síntomas que siempre serán señales de alerta; como irritabilidad, bajo rendimiento escolar y pérdida de horas de sueño”, concluye Helena Rodríguez.
Por otro lado, los videojuegos pueden ser un beneficio latente para un menor de edad, especialmente aquellos que les permiten ser creativos, explorar su imaginación, aprender y fortalecer procesos cognitivos. Por ejemplo, LittleBigPlanet, una entrega al estilo Mario Bros de la PlayStation 3, le ayudó a Zac Stuart, un niño con autismo, a relacionarse mejor con su padre, con quien jugaba, y a romper barreras de socialización naturales de su condición sintiéndose igual a sus amigos.
Esta historia la cuenta Keith Stuart, el papá de Zac, a través de una serie de columnas y un libro en los que narra cómo los videojuegos le permitieron encontrar un nuevo espectro de comunicación con su propio hijo, una suerte de terreno común que le había sido esquivo anteriormente. Stuart (padre) es un reconocido periodista británico, quien encabezó el cubrimiento de la industria de los videojuegos durante años para el periódico The Guardian.
Recomendaciones a la hora de jugar videojuegos
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reconocido la adicción a los videojuegos como una enfermedad, específicamente como un trastorno. Esto implica un patrón de comportamiento de juego persistente o recurrente que puede ser en línea o fuera de línea, y que lleva a un deterioro significativo o malestar en diversas áreas de la vida del individuo.
De acuerdo con la OMS, para que se diagnostique el trastorno del juego, “el patrón de comportamiento debe ser lo suficientemente grave como para provocar un deterioro significativo en las áreas personales, familiares, sociales, educativas, laborales u otras áreas importantes del funcionamiento, y normalmente debe haber estado presente durante al menos 12 meses”.
La organización también ha hecho algunas recomendaciones para reducir el riesgo y prevenir la pérdida auditiva entre los usuarios de videojuegos.
- Que todos los dispositivos, sean consolas, PC’s o dispositivos móviles, sean regulados en volumen, intensidad y tiempo de uso por los padres, tutores o un adulto responsable.
- Todos deben tener controles para subir y bajar el volumen tan sencillos como para que cualquier niño pueda aprender a utilizarlos.
Los expertos recomiendan estar atentos a señales de alerta como:
- Si comienza a dejar de lado partes de su vida real por estar inmerso en este mundo.
- Si siempre prefiere conectar y hablar con sus amigos en línea, y no en espacios físicos, esto puede representar una bandera roja.
- Cambios de estado de ánimo repentinos o que se moleste cuando se le pide hacer otro tipo de actividades.
Consejo: Un menor de edad con estas características posiblemente estará lidiando con algo que no puede manejar y su única manera de sortearlo es jugando, y aunque el Gaming es un espacio para socializar y tener amigos, nunca debe ser el único. Se trata de una actividad muy estructurada que debe tener una rutina con horarios fijos que se respeten y estén vigilados por un adulto responsable. Un pasatiempo que complemente su vida, pero no sea todo en ella.