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Cultura al sur de Polonia

Cracovia es una de las ciudades más importantes del mundo por su arquitectura. La historia que esconde detrás de sus castillos, iglesias y calles la convierten en un atractivo destino.

Redacción Buen Viaje
08 de enero de 2013 - 09:00 p. m.
Más de ocho millones de turistas llegan cada  año a Cracovia para disfrutar de los castillos, catedrales y museos que engalanan la ciudad. / 123rf
Más de ocho millones de turistas llegan cada año a Cracovia para disfrutar de los castillos, catedrales y museos que engalanan la ciudad. / 123rf

Considerada una de las ciudades más bellas del mundo, por su arquitectura, historia y arte, Cracovia es uno de los destinos más apetecidos por los turistas que quieren pasar unas vacaciones fuera de lo común y disfrutar de la cultura. Sus calles empedradas, sus castillos — hogar de los reyes de Polonia—, sus museos y catedrales la convierten en un lugar espectacular que mezcla la antigüedad de estos sitios con la modernidad de bares, restaurantes y el agitado ritmo de vida que se siente durante todo el año.

La primera parada del recorrido debe ser el Centro Histórico, declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en 1978. Aquí se encuentra la Plaza de Mercado, construida en el siglo XIII y antiguo epicentro de la economía de Polonia e incluso de Europa; ahora repleta de turistas que se dejan seducir por cafés, restaurantes y tiendas que se extienden a lo largo de sus cerca de 200 metros.

También se destacan las estructuras más antiguas y espectaculares del país. Una de ellas es la basílica de Santa María, en donde el Papa Juan Pablo II realizó su carrera episcopal. Este santuario de estilo gótico empezó a construirse en el siglo XIII, pero sólo hasta el XV se inauguró. Tiene dos torres desiguales con vista panorámica de la ciudad; la más alta, de 81 metros, termina en una cúpula puntiaguda y desde el siglo XVII está decorada con una corona.

Cuenta una leyenda que durante la Edad Media en esta torre permanecía un trompetista para vigilar la entrada de Cracovia. En el siglo XIII, cuando los tártaros invadieron la ciudad, comenzó a sonar la melodía Hejnat Mariacki para alertar sobre la presencia del enemigo, pero el vigilante murió mientras cumplía su tarea a causa de un flechazo en la garganta.

Desde entonces todos los días, cada hora, un trompetista interpreta la melodía, que se replica en la radio por toda Polonia. En el sur de la Plaza de Mercado se encuentra el barrio más popular de la ciudad, el Kazimierz. Este fue uno de los sitios más atacados durante la Segunda Guerra Mundial, ya que allí vivían aproximadamente 70.000 judíos.

Visitar sus sinagogas permite conocer un poco más la cultura judía. Una de ellas, The High Synagogue, fue destruida casi en su totalidad por el ejército alemán. En 2005, después de un gran trabajo de reconstrucción, se abrieron nuevamente sus puertas al público. Al recorrerla se ven murales originales que resistieron los ataques, el cuarto en donde rezaban quienes se refugiaban de las bombas y una galería de fotos que exponen cómo era la vida durante esos dolorosos años. Al final hay una biblioteca en donde se pueden comprar libros sobre de la historia y cotidianidad judía en Cracovia.

Después de estar en las sinagogas una buena opción es tomarse un café en los restaurantes o bares de este barrio en el que se grabaron algunas escenas de la película La lista de Schindler, del director Steven Spielberg.

A 30 minutos a pie de Kazimierz está uno de los atractivos de Cracovia, la fábrica de Oskar Schindler, llamada Emalia. Este lugar y su dueño permitieron que más de 1.100 judíos se salvaran durante la Segunda Guerra Mundial. A lo largo de l a visita, que dura una hora, se pueden observar el despacho de Schindler y los sectores en donde los judíos trabajaban fabricando utensilios de cocina. También se proyecta un documental que relata la vida durante la ocupación nazi. Al final está el museo, en el cual se aprecian la claqueta de la película de Spielberg y fotos del dueño de la empresa con los trabajadores.

Después del recorrido por la fábrica, la colina Wawel es el último destino de este viaje. El acceso a este territorio es a través de una puerta cubierta por el verde de las plantas que año tras año han crecido sobre la madera. A 228 metros de altura, en la cima de la colina sobresale el Castillo Real, hogar de los reyes polacos hasta el siglo XVII cuando la capital del país dejó de ser Cracovia. Se pueden visitar las Salas Reales, que eran los aposentos de los antiguos monarcas y apreciar la arquitectura renacentista que enamora por su elegancia.

Cracovia ha sabido aprovechar su pasado como un mecanismo de seducción para los que quieren conocer y aprender acerca de la historia de un país que sufrió la tragedia de la guerra, pero ha logrado convertirse en un interesante y atractivo destino de Europa.

Por Redacción Buen Viaje

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