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Descifrando el mundo animal

Conocerlos e interactuar con ellos es una experiencia inolvidable para niños y adultos.

Mariana Suárez Rueda / Orlando
17 de julio de 2012 - 10:06 p. m.

La travesía comienza cuando se rompe el cascarón. Son varios los metros que faltan para llegar al mar y en el camino muchos los obstáculos, empezando por los cangrejos y aves que buscan saciar su apetito. Finalmente, ya en el agua es imposible no sentirse a salvo. Las más de 50 personas que están disfrutando de esta travesía en tercera dimensión y experimentando por varios minutos cómo es la vida de una tortuga marina no pueden evitar sonreír cuando se topan con delfines y peces.

Más adelante la tención reina en el auditorio. Una red de pesca aparece amenazante. Y luego, en medio de un banco de medusas apenas logra distinguirse un par de bolsas plásticas. Decenas de tortugas se las comen por error y mueren casi a diario. Sin embargo, este viaje tiene un final feliz y ver a la salida el gigantesco acuario en el que habitan por lo menos una veintena de estos animales, de todos los tamaños y edades, junto con una familia de manatíes (también en peligro de desaparecer) es reconfortante.

Turtle Trek es el nombre de esta nueva atracción del parque SeaWorld, reconocido por su espectáculo de las ballenas orcas. No recordar la famosa película Liberen a Willy cuando se ingresa a este lugar es prácticamente imposible. Pero a medida que avanza el recorrido —y se alimenta a las morsas y a las focas o se entra a un túnel de cristal para observar tiburones— y después de conocer los otros parques de la compañía (Aquatica, Busch Gardens y Discovery Cove), las orcas pasan a un segundo plano. Descifrar el mundo animal se convierte en la verdadera experiencia.

Al igual que la mayoría de personas que viajan a Orlando, las montañas rusas y los personajes salidos de los cuentos de hadas eran lo que más me generaba expectativa. Además, por supuesto, de visitar los outlets y aprovechar sus increíbles precios. Pero en tan sólo una semana descubrí un atractivo todavía más cautivante, sus animales.

Así es. En estos parques se tiene contacto con las más maravillosas criaturas que aún existen en nuestro planeta. En Busch Gardens, por ejemplo, se puede hacer un safari y además de ver rinocerontes, ñúes, elefantes y cebras, es posible darles de comer a las jirafas. Son varias y muy amistosas. Acariciarlas y tenerlas tan cerca es una vivencia inolvidable. Al igual que la posibilidad de comprobar el lazo afectivo que existe entre una chita llamada ‘Kasi’ y una labrador que desde hace un año viven juntos.

A ‘Kasi’ la rechazó su mamá y los expertos decidieron que la mejor compañía para que la estimulara durante su crecimiento sería un cachorro labrador. Desde entonces son inseparables. También resulta impactante recorrer el centro de cuidado animal, ver una cirugía en vivo o aprender cuáles son los requerimientos nutricionales de cada especie, prepararles la comida y presenciar cómo la saborean.

En Aquatica, un divertido parque de agua, con 32 toboganes, se roban la atención un grupo de delfines de color blanco y negro. Son muy parecidos a una orca, pero no tan fáciles de observar. Se dice que habitan en el océano Índico y justo uno de los toboganes atraviesa el acuario en el que se encuentran.

En Discovery Cove las aves, los delfines (esta vez se trata de los grises tradicionales) y muy pronto los castores son el centro de atención. A este parque sólo se puede entrar con reservación, funciona con la modalidad todo incluido y diariamente ingresan máximo mil personas. Uno de los planes imperdibles es dejarse llevar por la corriente de un río que recorre el lugar y pasa justo en medio de una reserva de aves tropicales.

La interacción con los delfines también es un programa que gusta mucho, especialmente a los niños. Pero tal vez lo más impactante es SeaVenture. Una atracción inaugurada recientemente que consiste en caminar en medio del océano, o por lo menos eso es lo que se siente cuando te ponen un traje de buzo, una escafandra, desciendes cerca de tres metros de profundidad y de repente estás rodeado de peces de colores, corales, mantarrayas, estrellas y caballitos de mar. Al fondo, a través de un vidrio de cristal, que a veces pareciera no existir, hay por lo menos una decena de tiburones, muchos en peligro de extinción.

Es precisamente el tener cerca a aquellos animales que se encuentran en riesgo de desaparecer y que la mayoría de nosotros si acaso hemos visto por televisión o internet lo que hace tan especial este recorrido por algunos de los parques de Orlando.

No es simplemente diversión. El mensaje de la conservación, de la importancia de contribuir con las acciones diarias a evitar que estas especies dejen de existir está latente durante todo el recorrido, y lo mejor es que no desaparece cuando se regresa a casa.

Por Mariana Suárez Rueda / Orlando

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