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El casco antiguo de Ciudad de Panamá, un encuentro multicultural

Historia, tradiciones y música de varias naciones confluyen en el barrio de San Felipe. En sus dos avenidas y 16 calles se preservan las memorias de 193 años de vida.

Marcela Díaz Sandoval *
13 de agosto de 2014 - 04:21 a. m.
Al otro lado de los edificios, los centros comerciales y grandes cadenas de restaurantes se esconden los 193 años de historia de Panamá en el barrio de San Felipe.
Al otro lado de los edificios, los centros comerciales y grandes cadenas de restaurantes se esconden los 193 años de historia de Panamá en el barrio de San Felipe.
Foto: Andres Henao

La historia de Panamá se concentra en el barrio de San Felipe. Dos avenidas y 16 calles guardan las memorias de los 193 años que han transcurrido desde su fundación. Las tradiciones y expresiones de los pueblos que hicieron parte de su construcción se ven plasmadas en cada fachada, en cada esquina y en cada monumento: algunos edificios son herencia de españoles, otros de franceses; varios mantienen su estilo art déco, mientras otros conservan la cultura barroca. Aquí la vida tiene tonalidades cafés y coloridas.

Hacia 1920 fue la capital del país, la zona de mayor tránsito comercial. Hoy los recuerdos se evidencian en cuatro plazas, cinco iglesias, seis edificios oficiales y cinco de tipo civil, incluido el Palacio de las Garzas, sede del Poder Ejecutivo de la República de Panamá, donde se encuentra el despacho del presidente, así como su residencia oficial. Alrededor de estos lugares, los pobladores pasan las tardes charlando, jugando ajedrez y cartas o vendiendo frías bebidas que refrescan los 29°C de temperatura.

Las personas que viven en el casco antiguo tienen alto poder adquisitivo, dicen los panameños. Sin embargo, basta con dar unos pocos pasos para darse cuenta de que también habita gente de clase media y población vulnerable. La ropa colgada en los balcones, que en el pasado eran escenario de tertulias y hoy, decorados con flores, se usan para saludar a los transeúntes; las calles pobladas de gatos y las matas que cuelgan de las casas forman un paisaje extraordinario. Los hoteles boutique, los locales de artesanías y los espacios culturales son las principales fuentes de ingreso.

En el casco urbano se encuentran las tarifas más altas en hospedaje debido a la exclusividad. Hay albergues que solo cuentan con 20 habitaciones y la noche cuesta cerca de US $200, también posadas para los que prefieren la economía por encima del lujo con diseños antiguos y rústicos.

Aunque en 1997 el corregimiento de San Felipe fue incluido en la lista de sitios Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, el deterioro de la mayoría de construcciones es notable. Dicen sus habitantes que las restauraciones corren por cuenta de compañías privadas que después venden los terrenos y que el Gobierno solo se encarga de las calles y plazas que le pertenecen. Debido al valor histórico de las edificaciones las fachadas deben conservarse intactas.

Por eso los cafés al aire libre, restaurantes y bares en los que lugareños, viajeros y migrantes se deleitan con música y espectáculos se encuentran en construcciones de piedra. También la Avenida Central, en donde está el restaurante Diablicos o Manolo Caracol, perfectos para degustar la cocina de autor y las delicias típicas panameñas. En el día esta área comercial es transitada sólo por peatones.

Aquí lo antiguo y lo moderno conviven en armonía, haciendo de la visita una experiencia inolvidable y grata. Los recuerdos permanecen gracias a souvenires como el famoso sombrero de Panamá, que a pesar del nombre es fabricado en Ecuador. Durante la construcción del Canal fue importado para el uso de los trabajadores y desde entonces se convirtió en un clásico.

Hay otros recuerdos intangibles que solo existen en la memoria de quien ha recorrido el romántico paseo Esteban Huertas en la Plaza de Francia, que bordea el mar y no sólo evoca la época de la conquista, sino que ofrece una vista espectacular que incluye el Cerro Ancón, el Puente de las Américas, el Biomuseo, la Calzada de Amador, la bahía de Panamá y la ciudad moderna.

 

 

* Invitación de VivaColombia

 

mdiaz@elespectador.com

@MarceDiaz20

Por Marcela Díaz Sandoval *

 

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