Turismo
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El renacer de la laguna

El clima, los paisajes y actividades acuáticas convierten a este destino del Tolima en un excepcional lugar para divertirse y descansar.

El Espectador
24 de julio de 2012 - 09:09 p. m.

En 1961, cuando durante el gobierno de Alberto Lleras Camargo se decidió que algunas compañías alemanas y japonesas iniciarían trabajos para inundar una extensión de 4.310 hectáreas, es decir, 28 kilómetros cuadrados del departamento del Tolima, para crear una represa que surtiera de energía a una buena parte del país, nadie se imaginó que la obra terminaría siendo una composición artística natural que atrajera la atención de cientos de turistas, que cada mes se escapan de sus ajetreadas ciudades para encontrar sosiego en sus cálidas aguas.

Nadie se imaginó tampoco que los problemas de violencia y narcotráfico escogieran como blanco a esta hermosa zona en la que, por años, se escucharon retumbar entre sus montañas los ecos de las balas y los gritos de la guerra. La laguna estuvo relegada. Los turistas y habitantes salieron despavoridos a buscar nuevos destinos.

Durante su reclusión, la represa de Prado no se marchitó. De hecho, su belleza floreció y logró llegar a su máximo esplendor, como si se hubiera estado conservando y renovando para cautivar a los visitantes a su regreso. Hoy, los imponentes islotes, que parecen un monumento natural finamente tallado; los laberintos, las cuevas, los acantilados y las piscinas volvieron a escuchar unas voces , las voces de los nuevos y antiguos dueños de casas y fincas y turistas que volvieron para disfrutar de la tranquilidad que transmite este inigualable lugar.

Si hay algo que realmente llama la atención de esta laguna es su singular capacidad de poseer aguas con distintas temperaturas, lo cual la ha convertido en un reconocido espacio terapéutico contra el estrés, que también ofrece la posibilidad de practicar la natación, el canotaje, el esquí náutico y el wakeboard, deportes que se han convertido en un imán que atrae cientos de aficionados a la adrenalina de todo el país.

Para hospedarse hay excelentes alternativas que van desde hoteles, los cuales disponen de una capacidad para 1.200 personas, hasta amplias cabañas para grandes grupos. Los más aventureros y descomplicados tienen la opción de acampar a la orillas del lago, pues su buen clima permite dormir plácidamente, eso sí, no deben olvidar el repelente contra los mosquitos.

Llegar a este paraíso, en el que además se pueden visitar la Laguna Encantada, el Cañón de los Enamorados, los laberintos de Yucupi y la cueva del Mohán, toma aproximadamente cinco horas desde Bogotá.

Por El Espectador

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