Turismo

Explore Santa Helena, la isla en la que murió Napoleón

En medio del océano Atlántico se esconde Santa Helena. Un pedazo de tierra de 420 kilómetros cuadrados, lugar estratégico en los tiempos en que el emperador galo libraba guerras en Europa. Su patrimonio es apreciado por cientos de turistas.

Redacción Especiales
31 de enero de 2017 - 12:14 a. m.
El fuerte High Knoll fue construido por los franceses en 1799. Actualmente está siendo restaurado. / Foto: Flickr Marc Lavaud
El fuerte High Knoll fue construido por los franceses en 1799. Actualmente está siendo restaurado. / Foto: Flickr Marc Lavaud

Es tan pequeña que se pierde en la inmensidad del Atlántico. Pero lo que tiene la isla de Santa Helena en historia es más grande que los casi tres mil kilómetros que la separan de la costa oeste de Angola, en África, y la convierten en uno de los lugares más aislados del mundo. Descubierta hace más de 500 años por el navegante español João de Nova, al servicio de la corona de Portugal, conserva un equilibrio entre la grandeza natural y el patrimonio histórico que permanece desde cuando fue punto estratégico para la navegación entre Europa y el Lejano Oriente y recibió a Napoleón Bonaparte hasta su muerte en 1821.
 
La isla de Santa Helena, llamada así en honor a la madre del emperador Constantino el Grande, es uno de los territorios británicos de ultramar, también conformados por Ascensión y Tristán de Acuña. Después de haber sido descubierta, gracias a su agradable clima fue utilizada como un lugar de recuperación para los miembros de las tripulaciones que caían enfermos. También fungió como refugio de los esclavos africanos que eran liberados y lugar de exilio de más de seis mil prisioneros de las guerras de los Bóeres. 
 
El primer residente de Santa Helena fue el portugués Ferñao López, mutilado por el magnate Alfonso de Albuquerque por ser considerado un traidor. López prefirió el exilio antes que vivir en Portugal en malas condiciones. Llegó a la isla en 1513, en donde vivió hasta 1530. Unos 50 años después arribarían los primeros ingleses. Pero fue hasta 1815 que el gobierno británico escogió la isla como lugar de detención de Napoleón Bonaparte, tiempo en el que se vio habitada por tropas regulares y transporte naval. En este recóndito punto del Atlántico fue donde el emperador pronunció sus famosas últimas palabras: “France, armée, Joséphine”.
 
Luego de que se abriera el Canal de Suez, que conecta el mar Rojo con el Mediterráneo, la isla perdió importancia para la navegación, pues dejó de ser necesario rodear África para llegar a Europa. Actualmente, como el aeropuerto está en construcción, el único acceso es a través del Royal Mail Ship St. Helena. Un barco que realiza variadas rutas para conocer de cerca las riquezas naturales de la isla. Uno de los trayectos inicia en Ciudad del Cabo, Sudáfrica.
 
Son 21 días de viaje, en los que además de gozar de las actividades a bordo se puede apreciar el atractivo de la flora y la fauna a través de excursiones botánicas y unas horas con Jonathan, posiblemente la tortuga más vieja del mundo, nacida en 1832. Otra opción muy apetecida es el Tour de las estrellas, que incluye una visita guiada a través de la historia astronómica de la isla, a la que en 1677 llegó Edmund Halley, conocido por calcular la órbita del cometa que lleva su apellido, y de un recorrido por el observatorio.
 
¿Dónde hospedarse?
 
Dentro de los tres hoteles principales de Santa Helena se destaca el Consulate, un edifico del siglo XVIII en el centro de la capital, Jamestown, considerado patrimonio histórico. La noche cuesta alrededor de US$230. También se recomienda el Farm Lodge Country House, construido como una casa de la Compañía Británica de las Indias Orientales. Un lugar con frondosos jardines tropicales a unos nueve kilómetros de Jamestown. La mayoría de productos del restaurante son cultivados en el hotel. 
 
Algunos atractivos
 
Las casas de Napoleón: Visitar las propiedades del emperador francés es uno de los planes favoritos de los turistas. No deje de conocer la casa de Longwood, donde vivió Napoleón, el pabellón Briars y su tumba. 
 
Escalera al cielo: Con 600 pies de alto y 699 escalones, la escalera de Jacob, que conecta Jamestown, la capital de la isla, con la guarnición en Ladder Hill, es uno de los lugares más visitados entre quienes quieren disfrutar de una increíble vista y hacer algo de ejercicio. 
 
El fuerte High Knoll: Reabierto en 2010, fue construido en 1799 a 584 metros sobre el nivel del mar para defender a la isla de invasores franceses. Actualmente se encuentra en proceso de restauración. 
 

Por Redacción Especiales

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