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Guatemala, la tierra de los cultos

Lagos, volcanes y selvas hacen parte del patrimonio del país centroamericano donde cada pueblo conserva el legado ancestral de los mayas en medio de templos y rituales.

Jahel Mahecha Castro *
21 de octubre de 2013 - 08:38 a. m.
Antigua Guatemala fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco en 1979.  / 123rf
Antigua Guatemala fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco en 1979. / 123rf

Cuenta la historia que en tierras mayas, hombres sabios hacían la imagen de un árbol sagrado. Horas después el cansancio se apoderó de sus cuerpos. Sus pensamientos eran confusos. No entendían qué estaban haciendo. De pronto apareció un anciano que les dio de comer y beber. Con sus palabras los animó a que continuaran trabajando mientras él tomaba licor de un tazón de barro. Al despertar del trance, los hombres se dieron cuenta de que habían tallado sin querer el rostro del anciano. Nunca más lo volvieron a ver. No les tomó mucho tiempo entender que se trataba de una deidad. Así fue como, al margen del catolicismo popular, nació la figura de Maximón, una expresión de la identidad cultural y religiosa de Santiago Atitlán, el pueblo de las montañas del oeste de Guatemala. Hoy, con más 300 años, la imagen sigue intacta.

No está en la plaza principal. No es un monumento nacional. Es una efigie cargada de simbolismos que cada Semana Santa cambia de hogar. Para conocerla es necesario tener el aval de un líder espiritual. Si él acepta, hay que caminar por unos cuantos callejones que conducen a una casa humilde. Allí, entre gallinas y perros, se llega al salón principal. A un costado está la imagen de Jesucristo caído de la cruz. Santos, velones y música local ambientan el lugar. En el centro está Maximón, de baja estatura. Fuma puros y cigarrillos. Lleva sombrero y de su cuello cuelgan pañuelos de colores y billetes. Sólo pueden verse su rostro y sus zapatos. Le rinden culto dándole de beber ron y aguardiente. Nadie sabe a dónde va a dar. Al frente, dos oriundos y una niña le piden en lengua maya salud y prosperidad. Así, durante veinticuatro horas, día tras día, la familia lo cuida y le da ofrendas.

Aunque tiempo atrás los sacerdotes católicos lucharon contra Maximón, por considerarlo una figura malévola, la resistencia del pueblo guatemalteco a perder sus creencias de origen maya llevó a un sincretismo que hasta hoy rige las costumbres y el modo de vida de su gente.

Para llegar a Santiago y conocer de cerca estos rituales basta con tomar una lancha desde Panajachel para atravesar las aguas del lago de Atitlán. Rodeado de imponentes volcanes, sus calles inclinadas acogen el trabajo de los zutujiles, la etnia principal del municipio que vive de la agricultura y la artesanía. Todos los viernes instalan un mercado de tomates, pescados, maíz, fríjol, especias y tortillas. Un festín lleno de aromas y sabores. En lo alto del pueblo, pequeñas tiendas exhiben cientos de cuadros hechos por artistas locales que, bajo los fundamentos de la pintura impresionista y del realismo, cuentan las tradiciones y creencias de los atitecos.

En cada rincón de Guatemala se respira historia y cultura. Por eso, la primera capital de Centroamérica, Antigua Guatemala, es muestra de la rica herencia de la época colonial. Calles empedradas, casonas familiares e iglesias llenan el lugar de misticismo y belleza. Desde el cerro de la Cruz se puede apreciar cómo la ciudad se extiende a los pies del volcán de Agua, que alcanza una altura superior a los 3.700 msnm.

Declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco, Antigua Guatemala cuenta con una arquitectura única, producto de la influencia hispana y nativa. La fe y la espiritualidad de sus pobladores se mezclan con los templos, ermitas, conventos y monasterios que siglos atrás estuvieron a cargo de distintas congregaciones religiosas. Uno de los emblemas de la ciudad es el arco de Santa Catalina, que conectaba al convento de monjas con una escuela. Desde allí se puede apreciar el volcán de Agua en todo su esplendor.

La ciudad que tiempo atrás logró ser el centro político y cultural del país, fue víctima en 1976 de un terremoto de 7,5 grados que destruyó una buena parte de sus edificaciones y obligó a sus pobladores a buscar nuevas tierras. Poco a poco fue reconstruida y hoy la envuelve un sinnúmero de leyendas que llenan de misticismo y embrujo sus noches. Una de las más populares es la del Sombrerón, un pequeño hombre al que no se le ve el rostro y camina por las calles tocando su guitarra para enamorar. Cuando encuentra a la mujer que quiere le peina el cabello silenciosamente hasta conquistar su corazón. Los habitantes de Antigua cuentan que las más bellas jóvenes de la región han amanecido con el cabello trenzado sin explicación alguna.

Al norte de Guatemala un tesoro natural guarda los secretos de una civilización milenaria. El Parque Nacional Tikal, en el departamento de Petén, es uno de los lugares más apetecidos por turistas de todo el mundo. Con un área de 576 kilómetros cuadrados, esta reserva natural cuenta con una gran variedad de especies de flora y fauna que se funden con la majestuosidad de los vestigios mayas. Cerca de 4.000 estructuras evocan el desarrollo cultural, arquitectónico y agrícola de ese pueblo. Estelas, altares esculpidos y edificios ceremoniales conforman la Gran Plaza, uno de los siete complejos más grandes de Tikal, donde se celebró en 2012 el fin del calendario maya.

En el corazón de la selva, el Gran Jaguar hace su aparición. Se trata de un templo de 45 metros de altura donde se encontraron los restos del gobernante Jasaw Chan K’awiil. Otro atractivo es el templo de la Serpiente Bicéfala, la construcción más alta de todo el parque. Desde la base de la crestería puede verse una panorámica pintada de azul y verde. A unos cuantos kilómetros, etnias locales se instalan cerca de las pirámides gemelas para rendirles culto a sus ancestros. Bajo los símbolos del fuego, del agua y de cantos solemnes recuerdan aquel legendario mensaje del Popol Vuh que explica que los hombres, fin último de la creación, son la metáfora de la búsqueda de la perfección, pues los dioses aseguran su inmortalidad en la memoria de la humanidad.

jmahecha@elespectador.com

@jahelmahecha

* Invitación del Instituto Guatemalteco de Turismo (Inguat) y Copa Airlines.

Por Jahel Mahecha Castro *

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