Turismo

La fría y cálida Bariloche

Desde hace décadas este lugar se ha erigido como un centro de actividades de invierno. Pero el turismo de aventura, especialmente diseñado para el verano, viene posicionándose también como otra opción para disfrutar de un paraíso bendecido por la naturaleza.

Diana Carolina Durán Núñez *
10 de diciembre de 2014 - 12:58 a. m.
Para llegar a Bariloche, LAN tiene dos vuelos diarios. Otras empresas como Aerolíneas Argentinas también vuelan a la región. / Diana Durán
Para llegar a Bariloche, LAN tiene dos vuelos diarios. Otras empresas como Aerolíneas Argentinas también vuelan a la región. / Diana Durán

Pensar en Bariloche lleva, por lo general, a pensar en temperaturas bajas, montañas encapotadas por la nieve, actividades como el esquí y el cruce de lagos con el que se amanece en Argentina y se anochece en Chile. Esa ha sido la imagen tradicional que se ha vendido creando, con mucha acogida por cierto, de este maravilloso lugar ubicado en el sur de Argentina. Si uno quiere conocer la cara amable de la Patagonia, San Carlos de Bariloche es sin duda el lugar para ir.
Bariloche lleva décadas siendo uno de los destinos favoritos de quienes quieren hacer actividades de invierno, especialmente de turistas de Brasil, Uruguay y la propia Argentina. Entre los colombianos, sin embargo, todavía no se ha hecho tan popular como podría serlo. He aquí algunas de las razones por las cuales usted podría animarse a conocer esta población arropada por la imponente cordillera de Los Andes y en donde la inmigración europea fue fundamental no sólo para su desarrollo, sino para el establecimiento de dos íconos de la región: el chocolate y la cerveza.

Hay invierno y verano

No importa si tiene la experiencia de un esquiador olímpico o si nunca se ha puesto si quiera un par de patines. Rodeando esta pequeña ciudad patagónica se encuentran varios centros invernales en los que podrá hacer o aprender esquí de fondo, de travesía, practicar snowboard, subirse en los trineos o caminar por los recovecos de los picos de nieve. En los centros de esquí siempre va a dar con instructores que pueden guiarlo. Pero si definitivamente esta actividad no le resulta tan atractiva, está el plan B: paseos guiados por el bosque en cuatrimotos equipadas para la nieve.

El espectáculo que brinda la naturaleza en Bariloche deja sin palabras a cualquiera, y un camino seguro para perder el habla ante la belleza majestuosa que ofrece esta parte de la Patagonia son los paseos por el lago. Puede hacer un circuito de todo el día o llegar hasta San Martín de los Andes —un municipio cercano a Bariloche que tiene su mismo espíritu—. El principal lago de la región es el Nahuel Huapi, que tiene una extensión de 560 kilómetros cuadrados y hasta cuenta con su propia leyenda urbana: un monstruo de agua dulce conocido como Nahuelito. Es un mito tan popular en Argentina como el del monstruo del lago Ness en Escocia.

Sus aguas son de origen glaciar y si permanecen cristalinas —lo cual garantiza un espectáculo de colores— es, en buena medida, porque el lago hace parte de un parque nacional que lleva el mismo nombre, en el cual la intervención humana está bastante restringida con el fin de proteger la vegetación y los animales. También hace parte de esta reserva la Isla Victoria, que se puede conocer en un paseo guiado desde el agua o quedándose unos días en el único hotel: la hostería Isla Victoria, que hasta los años 80 era propiedad gubernamental y luego pasó a manos de una familia que lleva varias décadas en Bariloche trabajando en turismo: los Lachetti.

Ir a la Isla Victoria permite tomarse un momento lejos de la humanidad. Es un lugar donde la calma, el silencio y la naturaleza reinan. Los huéspedes de la hostería pueden realizar actividades como cabalgatas, paseos en kayak, recorridos en bicicleta o disfrutar de la deliciosa cocina. Para llegar se toman embarcaciones desde Puerto Pañuelo o Puerto Tunquelén, un espacio privado del otro hotel de la familia Lachetti en Bariloche que lleva el mismo nombre. Ambos lugares son de lujo, tienen piscinas climatizadas y una oferta de planes y programas que permiten disfrutar de la belleza natural de la región.

Últimamente Bariloche viene trabajando en demostrar su potencial como lugar de veraneo entre octubre y mayo. Para desligarse de la idea de que aquí sólo se puede esquiar, existen ahora otras opciones como el bicimontañismo. Lo único que se necesita son las ganas de recorrer este punto patagónico sobre un caballito de acero. Encontrará planes que incluyen caminos rodeando el lago Gutiérrez, viajes hasta Colonia Suiza —una localidad cuyo nombre y oferta gastronómica viene de los inmigrantes suizos en el área—, o dar la vuelta al cerro Otto. Con guía, amigos o solo, pedalear para contemplar lo que brota de la tierra en esta región es una experiencia inolvidable.

Las travesías a caballo o en pequeñas embarcaciones son otra alternativa para disfrutar del verano no sólo en Isla Victoria sino en varios puntos de San Carlos de Bariloche. Y si usted es de los que busca un poco de adrenalina, entonces el rafting puede ser la respuesta. Se ofrecen programas por los ríos Manso o Limay, en medio de aguas cristalinas que van variando de color, bosques patagónicos, vegetación abundante y picos de nieve. Si se anima, podrá agregar a su álbum de recuerdos que remó entre rápidos en el corazón de Los Andes.

Barriga llena…

Bariloche tiene una marcada ascendencia de inmigrantes italianos, alemanes y suizos, lo que ha derivado en una interesante oferta gastronómica. Uno de los sitios claves para simbolizar esa mezcla europeo-argentina en la mesa es el restaurante Cassis, que tiene un ventanal frente al lago Gutiérrez para contemplar la majestuosidad que lo rodea mientras se prueban los deliciosos inventos que salen de la cocina de Mariana Müller y Ernesto Wolf, quienes dejan en cada plato una huella de su ascendencia alemana y austro-húngara. El restaurante cuenta además con una huerta orgánica, de la cual salen sus famosos aderezos hechos con frutos de la región como el cassis.

Existe otro placer siempre recurrente, pero que nunca se puede pasar por alto en San Carlos de Bariloche: los chocolates. Hacen parte también de la herencia europea, especialmente de Suiza. Ir a comprar chocolates es toda una experiencia, así que tómese su tiempo y reserve al menos una tarde para hacerlo. Recorra la calle Mitre, entre a cada tienda y permita que lo sorprendan con muestras de chocolate blanco relleno de frambuesa o de mousse de limón, bombones, ramas, alfajores, mazapán de amareto, entre otras delicias.

Las casas más famosas son Mamuschka, Rapa Nui, Del Turista, Abuela Goye, Frantom, Fenoglio y Benroth, pero seguro se pueden encontrar más en el camino. Y como la herencia europea no estaría completa sin cerveza, Bariloche cuenta con su propia ruta cervecera y varias compañías pequeñas fabricantes de esta bebida. Por lo general, cada cervecería tiene su propio pub y se consiguen cervezas de diversos estilos: pilsen (clara, ligera); bock (fuerte, con mucha malta), stout (oscura, de sabor tostado); Kolsch (tipo Ale), etc. Hay casas fabricantes emblemáticas de la región como Bachman, Berlina, Konna, Manush o La Barraca, entre otras.

De esta manera, Bariloche ha ido estableciéndose como un epicentro del turismo que tiene mucho más que ofrecer que solamente clases de esquí. Para quienes, como nosotros en Colombia, hemos estado acostumbrados a los parajes típicos del Trópico, la selva patagónica y las aguas glaciares de este lugar conforman un paraíso exótico e imperdible.

*Invitación de LAN, con colaboración de la hostería Isla Victoria y el restaurante Cassis.

Por Diana Carolina Durán Núñez *

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