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Si desea conocer de una forma diferente Rumanía, la Vía Transilvánica le ofrece una ruta que no se recorre solo con los pies, sino también con la mirada, la memoria y el corazón. A lo largo de 1400 kilómetros, este sendero conecta el noreste y el suroeste del país a través de bosques, aldeas, montañas y llanuras, revelando una Rumanía que muchas veces escapa a las guías turísticas: más auténtica, más silenciosa, más humana.
Detrás de esta experiencia se encuentra un proyecto ambicioso y profundamente simbólico. La Vía Transilvánica nació en 2018 como una forma de conmemorar el centenario de la Gran Unión de Rumanía, y rápidamente se transformó en una apuesta por reconectar territorios, comunidades y formas de vida. Impulsada por la ONG Tășuleasa Social —con más de dos décadas dedicadas a iniciativas medioambientales, educativas y culturales— esta ruta diagonal, que va de Putna a Drobeta Turnu Severin, se diseñó como una infraestructura abierta al senderismo, el ciclismo y la equitación, pensada para invitar al movimiento lento, al descubrimiento íntimo y a la revitalización de las zonas rurales del país.
La Vía trasciende de su función como simple ruta turística para convertirse en un catalizador de desarrollo social y económico. Desde sus inicios, el proyecto tuvo como objetivo principal revitalizar comunidades rurales que habían quedado marginadas y parcialmente despobladas por razones económicas. El modelo de turismo que impulsa es sostenible y respetuoso, centrado en ofrecer experiencias auténticas, es por esto que buscan un tipo de viajero que no busca lujos, sino conexión con el territorio, además que valora los productos locales, respeta los ritmos de vida de las comunidades y muestra un interés genuino por su cultura.
El desarrollo de la Vía Transilvánica fue notablemente ágil para un proyecto de esta magnitud. Aunque inicialmente se preveía una duración de diez años, la ruta se completó en apenas cuatro años y medio, gracias a una planificación estratégica y a un esfuerzo colectivo sin precedentes. La construcción comenzó en 2018 en el condado de Bistrița-Năsăud y avanzó rápidamente en los años siguientes, conectando progresivamente los extremos de la ruta hasta alcanzar su totalidad en 2022. La inauguración oficial, celebrada el 8 de octubre de ese año en Alba Iulia, reunió a más de 10.000 personas en un evento simbólico que marcó la culminación de un proyecto que transformó el territorio que atraviesa.
Este logro fue posible gracias a una red diversa de colaboradores que unió a comunidades locales, autoridades, empresas, organizaciones civiles y miles de voluntarios. Coordinados por la ONG Tășuleasa Social, el proyecto canalizó el compromiso social hacia la protección ambiental y la revitalización rural. En lugar de limitarse a trazar un camino, la Vía Transilvánica articuló una visión más amplia de desarrollo territorial sostenible, integrando a poblaciones históricamente marginadas en una dinámica de oportunidades. Aldeas que enfrentaban el abandono han comenzado a ver nuevos signos de vida, como en Șapartoc, donde la llegada de caminantes reactivó la economía local y devolvió a la comunidad un sentido de continuidad.
El impacto del proyecto ha sido contundente: en sus primeros dos años, la ruta atrajo a cerca de 40.000 excursionistas, con un promedio de siete días de caminata. Los organizadores estiman que este número podría crecer hasta 300.000 visitantes anuales en el futuro. Esto se debe a que la accesibilidad ha mejorado significativamente con la apertura del nuevo Aeropuerto Internacional de Brașov-Ghimbav y la ampliación del aeropuerto de Cluj-Napoca, facilitando la llegada de viajeros internacionales.
¿Qué ofrece la ruta?
Uno de los aspectos más singulares de la Vía Transilvánica es su propuesta artística integrada al paisaje. Cada kilómetro del sendero está marcado con una piedra de andesita tallada individualmente por alguno de los más de 80 artistas que participaron en el proyecto, dando lugar a una monumental galería de arte al aire libre de 1400 esculturas. Esta intervención convierte el trayecto en una experiencia estética continua, donde el arte y el entorno natural dialogan de forma armónica, aportando una dimensión cultural al acto de caminar.
Esta fusión de arte, naturaleza y patrimonio no solo realza el valor del recorrido, sino que ha posicionado a la Vía Transilvánica como una embajadora cultural de Rumanía. Su atractivo ha trascendido fronteras, atrayendo caminantes y ciclistas de lugares tan lejanos como Australia, Japón, Canadá o Sudáfrica, todos en búsqueda de una experiencia auténtica, pausada y profundamente conectada con el territorio.
El recorrido presenta una extraordinaria diversidad geográfica y cultural, ya que atraviesa diez condados rumanos: Suceava, Bistrița-Năsăud, Mureș, Harghita, Sibiu, Brașov, Alba, Hunedoara, Caraș-Severin y Mehedinți. Esta diversidad se complementa con una división en siete regiones histórico-culturales que reflejan la compleja historia y la rica herencia cultural del país: Bucovina, Highlands, Terra Siculorum, Terra Saxonum, Terra Dacica, Terra Banatica y Terra Romana. Con un total de 107 unidades administrativo-territoriales en su recorrido, el sendero ofrece un muestrario completo del patrimonio natural, arquitectónico y cultural de Rumanía, permitiendo a los viajeros experimentar las particularidades de cada zona sin perder la continuidad del trayecto.
La Vía Transilvánica guía al viajero por algunas de las regiones más pintorescas y menos exploradas de Rumanía, conectando doce sitios declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. La ruta se sumerge en bosques y praderas del corazón de Transilvania, donde aún perviven escenas auténticas de la vida rural: campesinos que cultivan sus propios alimentos, se trasladan en carros tirados por caballos o recogen heno con métodos tradicionales. Esta combinación de naturaleza, cultura viva y legado histórico convierte a la Vía en una alternativa sostenible y profundamente significativa frente a las rutas turísticas convencionales de Europa. Su lema, “el camino que une”, resume su espíritu: unir personas, territorios y memorias a través del viaje lento y consciente.
Pensado para ofrecer experiencias personales y culturales transformadoras, el camino está cuidadosamente planificado y señalizado. Cada tramo incluye indicadores que calculan el tiempo estimado de caminata según una velocidad media de 3 a 4 km/hora, con márgenes de ajuste dependiendo del terreno, el estado físico del viajero y las condiciones climáticas. Las marcas circulares de color naranja con una “T” garantizan orientación constante a lo largo del recorrido, lo que minimiza el riesgo de extravío. Aunque la ruta puede recorrerse en bicicleta o a caballo, algunos tramos, como el de Bucovina, exigen experiencia técnica avanzada y equipo especializado, especialmente en ciclismo de montaña.
La ruta atraviesa cerca de 400 pueblos, ofrecinedo una inmersión directa en la diversidad cultural y gastronómica del país. Como comenta Alin Ușeriu, uno de los fundadores del proyecto, “literalmente, podrías probar 400 variaciones de la misma sopa”. Y es que compartir una comida preparada con ingredientes locales en la casa de un aldeano se convierte en una forma de conexión auténtica, donde la hospitalidad comienza con un chupito de pălincă y se prolonga en conversaciones y festines caseros. Esta dimensión culinaria del viaje no solo enriquece la experiencia del caminante, sino que ha impulsado nuevas iniciativas económicas en las comunidades rurales, desde pequeñas peluquerías hasta salones de masajes y puntos de interés gastronómico, revitalizando de manera tangible la vida local.
Recomendaciones para vivir la experiencia
Para aprovechar al máximo la experiencia en la Vía Transilvánica, se recomienda planificar el viaje entre los meses de mayo y octubre, cuando las condiciones climáticas son más favorables. Durante el invierno, el terreno nevado dificulta el paso y muchos alojamientos permanecen cerrados. Aunque no se necesita una condición física excepcional, los organizadores aconsejan recorrer el sendero en grupos de dos o más personas, dado que es relativamente nuevo y algunas zonas aún conservan un carácter silvestre. Para una experiencia segura y placentera, es importante tener en cuenta lo siguiente:
- Equipamiento adecuado: ropa cómoda, calzado resistente, protección para la lluvia y elementos básicos de seguridad.
- Buena hidratación: especialmente en días calurosos, para evitar agotamiento.
- Precauciones en días lluviosos: caminos embarrados o resbaladizos pueden representar un riesgo.
- Disposición para el esfuerzo: aunque accesible, el recorrido exige constancia y resistencia.
Con la preparación adecuada, el senderismo en la Vía Transilvánica se convierte en una práctica accesible para personas de todas las edades. De hecho, quienes lo realizan de forma regular descubren en esta actividad un ritmo pausado que favorece la reflexión, adquiriendo con el tiempo un carácter casi meditativo.
a ruta también ha sido respaldada por figuras internacionales como Christine Thürmer, una excursionista alemana de larga distancia y autora de bestsellers, quien completó todo el recorrido antes de su inauguración oficial. Thürmer, que ha caminado cerca de 65.000 km a pie, considera que el mayor activo de su viaje por la Vía Transilvánica fue la hospitalidad rumana, resumiendo su experiencia con la frase: “Llegué como una extraña y me fui como una amiga”.
Para quienes desean recorrer este sendero único, es fundamental una planificación cuidadosa. La guía completa disponible en la página oficial de la Vía Transilvánica es una herramienta esencial, ya que proporciona descripciones detalladas de las rutas, recomendaciones de alojamiento, opciones gastronómicas y consejos prácticos para el viaje. Entre los aspectos más importantes a tener en cuenta se encuentran:
- Interacción con la fauna local: Rumanía alberga la mayor concentración de osos pardos de Europa (aproximadamente 8.000 ejemplares), por lo que se recomienda tomar precauciones, especialmente al caminar después del atardecer.
- Presencia de perros pastores: comunes en zonas rurales, estos animales están entrenados para proteger rebaños de lobos. La guía sugiere llevar correa si se viaja con perro y aprender algunas frases útiles en rumano para comunicarse con los pastores, como “TIE LA OI!” o “CHEAMĂ-ȚI CÂINII!” (llamadas para que retiren a sus perros).
- Respeto por el entorno: es clave adoptar una actitud responsable con la naturaleza y las comunidades locales, evitando dejar residuos y siguiendo las recomendaciones del sendero.
Con la preparación adecuada y una actitud respetuosa, la Vía Transilvánica se revela como una puerta abierta a la Rumanía más auténtica, ofreciendo una experiencia transformadora lejos de los circuitos turísticos convencionales.
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