Turismo

Roma, Sevilla y Asís: Ciudades hechas museo

Recorrer Europa es una experiencia para la memoria, pero hay algunos destinos que simplemente se convierten en los más recomendados para los días de la Semana Santa.

Edwin Bohórquez Aya / Luis Guillermo Ordóñez
28 de marzo de 2012 - 11:48 a. m.

Roma

Está llena de detalles. Está cargada de una sumatoria inconclusa de colecciones de arte. Está, en cada esquina, bellamente decorada con milimétricos marcos de yesos, mármoles y cerámicas que dan lugar a pequeñas obras de los grandes maestros italianos de la pintura, la escultura, la arquitectura. “Es –en palabras de los millones de turistas que atraviesan minuto a minuto iglesias, jardines, fuentes, plazoletas, monumentos y construcciones que se empezaron a levantar bajo el gran imperio de Julio César– uno de los museos a campo abierto más hermosos e impactantes del mundo entero”. Eso es Roma, una ciudad de pensadores y ejecutores.

En un vistazo rápido, la colina de Gianicolo y el mirador sobre la Ciudad Eterna le dejarán ver una capital que jamás se queda quieta, de aquellas que abre sus puertas a los ríos de personas ansiosas de tocar, de probar, de oler la victoria que la historia dice, vivió la Roma Antigua, la que se abriga bajo la distinción de ser considerada cuna de la civilización occidental. Distinción que está enmarcada y subrayada con epígrafe italiana.

Roma, lugar de diseño y de inmensidad, es también de recogimiento, de religión, de catolicismo. Es la ciudad del papado, es la casa de la Santa Sede. Un Estado dentro de Italia y que se divide de Roma tan solo por una calle adoquinada. Lugar que ha sido motivo de inspiración para varios literatos quienes en sus publicaciones relatan centenares de hipótesis sobre los secretos de la Iglesia.

Espacio religioso

En la mañana, frente a la Plaza de San Pedro del Vaticano, donde el Papa ofrece su tradicional misa dominical, docenas de guías que hablan todos los idiomas posibles, están dispuestos para hacer el recorrido por los museos y la Capilla Sixtina. El precio depende del tamaño del grupo, pero lo más recomendable es hacer un convenio y pagar su servicio junto con la entrada: 60 o 70 euros por persona. Una, dos y hasta tres horas son necesarias para hacer la fila y cruzar los controles de seguridad que tiene la propiedad, semejante en su exterior a una muralla de aquellas que construían los imperios en el siglo I. Esa, para desconsuelo de muchos, es la única posibilidad para el turista de ingresar al ‘espacio santo’ del Papa Benedicto XVI.

Un par de escaleras eléctricas le dan la bienvenida con detectores de metal y rayos X. La Colina Vaticana es el abrebocas de este lugar. Jardines, estatuas, registros de quienes fueron cercanos a la Iglesia, manifestaciones culturales de todo tipo, invaluables y originales.

En la sala Redonda –porque son muchas las salas del Vaticano– hay piedras de hace 2.000 años unidas entre sí como pequeñas hilachas que han sido tejidas milimétricamente en el piso. Mosaicos e imágenes forman el piso de la Santa Sede. Superficies que capturan en su memoria y en sus cámaras fotográficas los admiradores del arte, los hombres de fe, los amantes de la historia que buscan llevarse un retrato de muchos de estos trozos. El destino al que todos quieren llegar es la Capilla Sixtina, que está por la ruta de la sala de la Corte Greca. Hay que caminar los pasillos en los que reposan los sarcófagos originales de Santa Helena y Santa Constanza, la mamá y la hija de Constantino.

Los guías no se detienen en advertir que cada pieza de las presentes es auténtica. La sala de los candelabros, la contigua que es de 1820, aquellas que no permiten sacar fotografías con flash porque desgastan los murales y tejidos, soportan el argumento de los expertos que se han dedicado a contarles a los viajeros los secretos de cada una de las piezas exhibidas. Hay murales hechos con hilo, con pintura, hay salas con los tapices de Miguel Ángel y Rafael, hay una sala de mapas considerada la más larga de todo el Vaticano: 220 metros. Hay, también, un espacio dedicado a proteger los restos de aquellos que han llegado a ser papas y en el que, especialmente, se enfilan un grupo de guardias que vigilan segundo a segundo la que lleva una placa tallada con el nombre de Juan Pablo II.

Pero el lugar al que todo el mundo quiere llegar es la Capilla Sixtina. “Hay que entrar en grupo, 15 minutos, admiren los frescos de Miguel Ángel y recuerden, está prohibido tomar fotografías y grabar con video”, sentencia Paolo, el guía experto en historia del arte y quien lleva una sombrilla rosada para que lo ubiquemos. Es necesario, pues en la Capilla Sixtina (sede del Cónclave, donde los cardenales eligen el Papa) pueden estar tantos grupos a la vez que perderse es tan posible como el recorrido mismo que se acaba de hacer. El juicio final, considerada la mayor expresión artística de Miguel Ángel, domina toda la pared del altar, tiene un fondo azul y sus dibujos representan la segunda venida de Cristo y el Apocalipsis. Dicen los expertos que allí también hay un autorretrato del pintor.

A la iglesia de San Pedro y a la Capilla Sixtina el Papa tiene una puerta con acceso directo. El humo blanco, símbolo de la elección papal, sale justo al lado de la capilla. En esa zona, en la parte pública, está la fuente de agua bendita, donde los turistas toman una porción para llevar. Aparecen dos hombres vestidos con coloridas prendas y boínas militares. Es la Guardia Suiza, la vigilancia privada.

En el exterior, el camino conduce a la Basílica de San Pedro. Enorme. Es la más larga del mundo (186 metros), tiene 4 puertas que nunca se abren, solo cada 25 años, que es cada año santo. El próximo será en el 2025. A la derecha, está La Piedad, también de Miguel Ángel. En el exterior, en la parte alta de todo el frente del Vaticano, hay una hilera enorme de estatuas. Cada una de ellas representa un papa o un santo.

Patrimonio en cada calle

Un buen recorrido por la ciudad exige mínimo tres días. Se disfruta con guía o sin él, pues en la mayoría de lugares turísticos, como sucede en París o Nueva York, por unos 5 euros se puede rentar una audioguía que le dará toda la información necesaria. En el Coliseo Romano lo puede hacer, aquella construcción en donde el emperador Julio César tomaba decisión sobre las vidas de quienes estaban en la arena. Las escaleras, tan empinadas como las de las pirámides que hay en México, se convierten en un reto para el viajero. Cada bloque es del tamaño de una persona promedio. Los arcos tienen unos 7 metros de alto y llegó al albergar 50.000 personas. Hoy es considerada uno de los monumentos más importantes de la antigüedad clásica.

A su lado está el Arco de Constantino. Muy cerca los rastros del Congreso de la Antigua Roma, caminando llegará al Victoria Emanuelle II. El Castillo de Sant’Angelo, la primera residencia de los papas en Roma tiene el último domingo del mes gratis la entrada. El Panteón o Megacripta es el templo mejor conservado de la Roma Antigua y frente a él están algunos de los mejores restaurantes de la zona. Es la Plaza de la Rotonda. Iglesias hay por doquier, pero entre las más recomendadas está la de San Ignacio de Loyola, de proporciones amplias y con una pequeña maqueta en su interior donde aparecen, en su mayoría, todas las iglesias del mundo.

La Fontana di Trevi (la leyenda dice que si tira una moneda con la mano derecha hacia atrás por el hombro izquierdo, regresará en un año. Si tira dos, conseguirá pareja y si tira tres monedas de oro, se podrá separar en un año sin necesidad de hacer trámites legales ante la Iglesia) y Trastevere son dos espacios únicos, este último ideal para beber unas buenas birras y cocteles locales, donde además se preparan pastas excepcionales y se siente la bohemia romana en cada negocio.

Así es Roma, culta, artística, antigua, renacentista y moderna, apasionante, religiosa, turística, lujosa. Roma es el Vaticano, el Coliseo, es Miguel Ángel. Roma es una ciudad hecha museo.

Sevilla

Milenaria y rica heredera de distintas culturas que se asentaron a orillas del río Guadalquivir, Sevilla, la capital de la provincia de Andalucía, es una de las ciudades más bellas de España y un destino turístico imperdible, pues queda apenas a dos horas de Madrid. Su arquitectura, que mezcla magistralmente los estilos celta, fenicio, romano, cartaginés y musulmán, es uno de sus principales atractivos, así como su ambiente bohemio y romántico que muchos escritores describieron en obras como Don Juan, El barbero de Sevilla y Carmen.

Sevilla es el centro artístico, cultural, financiero y social del sur de España, lo que le ha permitido desarrollarse y modernizarse a la par con Madrid y Barcelona. Eso y su ubicación privilegiada la ha convertido en escenario de congresos y convenciones. Es la única ciudad interior de la península con puerto de gran dimensión y su estación de ferrocarriles, Santa Justa, cumple con los estándares de las mejores de Europa.

El mejor medio para transportarse dentro de la ciudad es el autobús. Sevilla cuenta con una compleja red de líneas que llevan a todos los rincones de la ciudad. Existe una tarjeta turística de uno a tres días (cuesta entre 5 y 10 euros), con la que además se puede utilizar la única línea de metro existente. Claro que si usted es bueno para caminar, también lo puede hacer. De la estación del tren al centro de la ciudad, en donde se encuentran casi todos los atractivos turísticos, al trayecto dura unos 45 minutos.

Es obligatorio conocer la ribera del Guadalquivir; la Catedral, con su famosa Giralda, que es la torre del campanario; los Reales Alcázares, la Plaza de España, el Archivo de Indias, la Torre del Oro, la Casa de Pilatos, el Parque de María Luisa, el Museo de Bellas Artes y la Calle Sierpes y la Plaza de Toros de La Maestranza.

La ciudad, como cualquier gran metrópoli, ofrece una amplia variedad de posibilidades para comer o divertirse. Hay restaurantes de todo tipo y bares y discotecas para todos los presupuestos. Obviamente hay que visitar alguno de los muchos que ofrecen espectáculos de música flamenca, la tradicional de la zona. Durante la Semana Santa se realizan diversas actividades religiosas y la municipalidad organiza recorridos para turistas y feligreses.

Si por casualidad su visita coincide con algún partido del Sevilla o el Betis, los dos clubes de fútbol, aproveche y viva uno de los deportes que más apasionan a los españoles, sobre todo ahora que lucen orgullosos su título de campeones del mundo.

Asís


La tierra de San Francisco de Asis es medieval. Es pequeña. Es de monjes jóvenes que caminan en grupo. Es de bicicletas que se ajustan a las proporciones de movilidad. Es tierra de paz y tranquilidad. De laberintos que conducen siempre a las mismas plazuelas. De docenas de tiendas en las que se habla inglés, italiano, español y francés, pero también, en las que todo el mundo coincide con un solo objetivo: reencontrase con sí mismo y compartir la devoción del catolicismo en todas sus formas.

Aunque no está en el Vaticano, si es una de las sedes italianas del Episcopado y junto a eso, es considerada uno de los destinos más interesantes para los días de Semana Santa. La basílica de San Francisco de Asis es una de las iglesias más atractivas de toda Italia. Detalles en cada uno de sus espacios dejan ver la fuerza que la comunidad concentra en la religión y el poder del legado que ha logrado mantener unida a la sociedad franciscana. Tiene varios niveles y a los que ingresa no se permiten las fotografías y, en cuanto a la decoración, como muchas edificaciones de Europa, cuenta con los frescos de algún artista de talla mayor. En ésta caso es Giotto, quien en varias obras se encargó de retratar algunos momentos memorables del santo.

El ascenso no es fácil y recorrer Asis requiere un poco de buen físico. Llegar hasta la iglesia de Santa María La Mayor, que es considerada la más antigua, es una de las prácticas que acostumbran los viajeros en días de Semana Mayor, que con fiestas alegóricas, también le rinden un homenaje.

Recorridos llenos de magia, de historia que los podrá hacer, con calma, en dos días, pero si tiene poco tiempo, con un día será suificiente.

Aerolíneas y frecuencias

Varias rutas disponibles desde Colombia. Bogotá-Madrid-Roma, o reemplazando la capital española por París. Los vuelos son diarios y las opciones están entre Iberia, Air France, Avianca y British Airways.

Hoteles

Los precios varían de acuerdo con la ubicación, 70 u 80 euros la noche, con tres y cuatro estrellas; 400 euros en las tradicionales cadenas.

Transporte


Por 10 Euros puede comprar un triquete que le servirá para alternar el uso de los buses locales y las dos líneas de metro.

Gastronomía


En cada esquina podrá encontrar la más tradicional de Italia. Arancio di riso y Spiedino di carne.

Por Edwin Bohórquez Aya / Luis Guillermo Ordóñez

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