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A menos de dos horas de Bogotá se esconden cuatro destinos que, pese a su cercanía, revelan mundos completamente distintos: montañas sagradas, pueblos coloniales, catedrales subterráneas, paisajes de aventura y valles cálidos donde el tiempo parece ir más despacio.
Estos no solo forman una ruta perfecta para quienes desean vivir en un solo día la diversidad natural, sino que ofrecen actividades que lo invitara a descubrir la extraordinaria variedad que rodea a la capital del país.
Zipaquirá
Zipaquirá, ubicada a pocos kilómetros al norte de Bogotá, combina historia ancestral, legado colonial y una riqueza cultural que la convierte en un destino imprescindible. Su joya más reconocida es la Catedral de Sal, una imponente obra subterránea situada a 180 metros bajo tierra, donde espiritualidad y arquitectura se fusionan.
Sin embargo, no solo tiene esta atracción, pues si las personas quieren pasar un día encantador en un pueblito, el centro histórico, con su arquitectura colonial, la Plaza de los Comuneros y más de veinte iglesias y templos, refleja el pasado precolombino, la época comunera y la tradición religiosa que se vive con fuerza en el municipio.
La ciudad también resguarda espacios que celebran la cultura y la naturaleza, como el Centro Cultural Gabriel García Márquez, antiguo colegio del Nobel colombiano, y la Reserva Forestal Don Benito, un territorio de más de 850 hectáreas que invita a recorrer la sabana y contemplar su biodiversidad.
Villeta
La ubicación estratégica de Bogotá permite acceder rápidamente a municipios cálidos y rodeados de naturaleza, como Villeta, conocida como “La Ciudad Dulce de Colombia” por su producción de panela. Este pueblito se ha convertido en uno de los más populares para pasar un fin de semana, gracias a sus senderos ecológicos, cascadas y oferta hotelera, que lo convierten en un destino ideal para el descanso.
Entre los lugares más emblemáticos se encuentran el parque principal con su iglesia de San Miguel Arcángel, la histórica ruta del Camino Real hacia Guaduas y el entorno cultural que gira alrededor del trapiche y la tradición panelera. Además, ofrece escenarios naturales destacados como los Saltos del Mico, una serie de siete cascadas de gran belleza, y la Bocatoma de Bagazal, un conjunto de caídas de agua artificiales.
Suesca
Suesca, ubicada a solo 59 kilómetros al noreste de Bogotá, es un destino que combina historia, cultura y aventura. Con un legado que se remonta a la época muisca, este municipio conserva sitios emblemáticos como la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario y la Laguna de Suesca, antiguo adoratorio indígena.
Reconocido como la cuna de la escalada en roca en Colombia gracias a sus imponentes farallones de arenisca, que atraen a deportistas de todo el mundo, la ciudad también ofrece otras actividades como senderismo, ciclomontañismo, bungee jumping, rapel y navegación por el Cañón de las Lechuzas. También destaca la riqueza natural del Parque Nacional Chingaza y sus ecosistemas de páramo, ideales para el ecoturismo.
Nemocón
Nemocón, ubicado a unos 65 kilómetros al norte de Bogotá, es un municipio de clima templado y profunda tradición minera que se remonta a tiempos prehispánicos. Su casco urbano conserva una arquitectura colonial pintoresca, mientras que museos y espacios culturales narran la historia de una región marcada por la explotación de la sal. El principal atractivo es la Mina de Sal de Nemocón, un complejo subterráneo compuesto por túneles, cavernas y formaciones naturales que ha sido fundamental para el desarrollo económico y cultural del municipio desde el siglo XVIII.
Los visitantes pueden disfrutar de relatos históricos y geológicos compartidos por los guías, así como de la excursión en tren que conecta con el municipio. Además, la ciudad combina historia, naturaleza y tradición, brindando una aventura subterránea ideal para quienes buscan conocer a fondo el patrimonio cultural de Cundinamarca.
Ruta para recorrerlos durante un día
Nuestra recomendación es que comience el recorrido temprano en Zipaquirá, donde la visita a la Catedral de Sal le permitirá explorar uno de los espacios subterráneos más emblemáticos del país. Luego continúe hacia Nemocón, ubicado a pocos minutos, para complementar la experiencia salinera con un enfoque más histórico y tranquilo.
Después del mediodía, diríjase hacia Suesca para disfrutar de sus paisajes y actividades suaves de aventura. Dejé la actividad más relajada al final, pues pasar la noche en Villeta es único, siendo un destino perfecto para descansar, tomar calor y disfrutar de un ambiente más tropical.
Esta ruta ofrece una mezcla equilibrada de historia minera, aventura andina y descanso en clima cálido, ideal para quienes desean experimentar distintos paisajes y ambientes en un solo día.
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