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San Pedro Consolado: el rincón de México en los Montes de María

No lejos de Cartagena, a solo hora y media, en la zona de los Montes de María, existe un lugar que vive en un permanente abrazo con la cultura mexicana. Allí se mezcla la brisa del Caribe con el picante y las rancheras. En una entrada, hasta hace poco, había un letrero: “Este es un rincón de México en Colombia”. Se trata de San Pedro Consolado, un corregimiento del municipio de San Juan Nepomuceno, enclavado en los Montes de María. ¿Qué onda, güey?

Pedro Mendoza

14 de diciembre de 2025 - 08:09 p. m.
Foto: Cortesía
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Terminando el año, Cartagena sigue siendo un referente para el turismo mexicano. “Recibió un volumen significativo de turistas, consolidando a ese país como uno de los mercados internacionales con mayor dinamismo para nosotros”, afirma Liliana Rodríguez Hurtado, presidenta ejecutiva de la Corporación de Turismo de Cartagena.

Agrega que la mayoría ingresó al país por motivos de turismo, “con un total de 56.067 registros, lo que evidencia el fuerte interés del viajero mexicano por la oferta cultural, gastronómica y de entretenimiento que caracteriza a la ciudad”.

No lejos de Cartagena, a solo hora y media, en la zona de los Montes de María, existe un lugar que vive en un permanente abrazo con la cultura mexicana. Allí se mezcla la brisa del Caribe con el picante y las rancheras.

En una entrada, hasta hace poco, había un letrero: “Este es un rincón de México en Colombia”.

Se trata de San Pedro Consolado, un corregimiento del municipio de San Juan Nepomuceno, enclavado en los Montes de María. ¿Qué onda, güey?

Foto: Cortesía

Noraida Luz Yepes representa a la Asociación de Turismo de San Pedro Consolado, una organización dedicada a visibilizar la identidad única de este corregimiento.

“Somos un microcosmos cultural, es una comunidad pequeña e íntima, de aproximadamente 1.200 habitantes, donde la identidad se ha preservado casi intacta”, le dice a este diario.

Y es que, al ser tan pequeño, la inmersión es total. Sostiene que no hay multitudes anónimas; son una gran familia que comparte rancheras, corridos y tradición.

Noraida destaca que su cultura es un tejido de identidades. “Tenemos alma mexicana, un corazón costeño y profundas raíces ancestrales”.

Con amabilidad dice que comparten con México la gastronomía. “Un gusto particular por transformar el maíz en diversos platos: el mondongo colorao, la masa guisada; todo crea un puente cultural natural entre nuestra herencia indígena y la cocina del norte”.

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Jorge Vergara tiene 55 años viviendo bajo la sombra del sombrero de ala grande con bordados. Le dice a El Espectador que su pueblo se transformó por amor y migración, según cuenta la historia.

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“El extranjero se enredó con una mujer local, y con él se quedaron las costumbres que son el alma del corregimiento: el sombrero, el caballo, la ranchera, el picante y hasta el lenguaje con los sentaditos: órale, cuate, qué onda”.

Vergara asegura que esta identidad no es solo un recuerdo, sino una práctica diaria. No es raro encontrar fachadas pintadas inspiradas en la bandera azteca. La propia casa de Jorge luce un verde con blanco.

En la gran mayoría de las viviendas preparan y almacenan ají en botellones, bien bravo, rindiendo honor a la fuerte tradición gastronómica mexicana y a una cultura propia de los Montes de María.

Dice que la música los une; en su tienda se puede escuchar más a Antonio Aguilar y Vicente Fernández que algún tema de reguetón.

Recuerda que hace poco se hizo en el pueblo el “Festival de la Ranchera”. Había cantantes de sitios cercanos, pero en San Pedro Consolado no hay mariachis.

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De las catrinas a la ciudad de las murallas

El número de turistas mexicanos a la ciudad del Caribe colombiano se ha incrementado y, en parte, se debe a la ruta aérea diaria con Cartagena.

“Aeroméxico ha ido aumentando su presencia en el mercado entre ambos destinos, lo cual se refleja en los factores de ocupación que se encuentran en un rango de entre 70 % y 90 %, siendo el vuelo de CTG hacia MEX el que muestra mayor fortaleza”, le dice a El Espectador Esperanza Téllez, gerente comercial de Aeroméxico Colombia y Ecuador.

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La demanda ha ido incrementando de forma sólida, con un estimado del 15 % en los últimos tres meses, en comparación con el inicio de operaciones el pasado 20 de febrero.

Agrega que en este diciembre y enero de 2026 la ruta Ciudad de México–Cartagena mantendrá operaciones diarias con equipos Boeing 737 MAX 8, los cuales tienen capacidad para 166 pasajeros.

“Sin embargo, a partir del 18 de diciembre de 2025 y hasta el 11 de enero de 2026, operaremos esta ruta con aviones Boeing 737 MAX 9, conformados por 181 asientos, lo que nos permitirá satisfacer la demanda adicional”.

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Espera seguir posicionando la ruta debido a la respuesta muy favorable del mercado desde la apertura del vuelo, con una demanda que refleja el interés creciente de los viajeros en ambos países por conectar con destinos culturales, gastronómicos y de playa.

“Nuestro objetivo es fortalecer la conectividad entre México y Colombia; asimismo, seguiremos trabajando con el sector turístico para estimular la demanda durante todo el año y posicionar a Cartagena como un destino clave en Colombia”.

Un vuelo de más de cuatro horas trajo a Cartagena a José Rizo, director del mariachi “Orgullo de Arandas”. Por primera vez, con sus 10 músicos, cruzó fronteras para estar en la Heroica. Escogió la ciudad por lo que le habían contado y cierta fascinación por la historia y esos amores en el tiempo del cólera.

“El mariachi lo usamos siempre para festejar algo. Aquí, en Cartagena, la verdad, todos son alegres. Van caminando por la calle y parecen bailando, cantando”. Me pregunta qué ranchera me gusta.

“El Rey”. Entonces sonríe y canta un estribillo: “Con dinero y sin dinero yo hago siempre lo que quiero…”.

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En ocho días de visita se presentaron en diferentes sitios, como la plaza de la Trinidad, en Getsemaní.

El calor de la ciudad parece que no fue un impedimento para las guitarras, violines y trompetas. Todos vestían el traje de charro: saco corto, pantalón ajustado, las hileras de botonaduras metálicas y el sombrero de ala ancha y, por supuesto, el moño en el cuello color naranja.

“El público coreó las canciones icónicas de Vicente Fernández y José Alfredo, demostrando que la música mexicana es un lenguaje universal que trasciende fronteras”, dice orgulloso. Extrañó el picante en la comida, pero confiesa que un plato lo cautivó: “El mejor invento del mundo, el arroz de coco”.

José y sus compañeros alistan las maletas para su regreso. Están en el Patio Corao, el primer Heritage Hotel Boutique del Grupo Hotelero Mextizo, ubicado en la calle San Pedro Mártir del Centro Histórico. Dice que fue como estar en casa.

Garcilaso de la Vega, cofundador y gerente, le dice a El Espectador que, más que un hotel, Patio Corao es una experiencia viva: un homenaje a la historia compartida entre Colombia y México, que enlaza el Caribe con el mestizaje cultural de Jalisco.

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“Hay una conexión muy especial con México, en particular con Arandas, Jalisco, gracias a nuestros cofundadores y socios. Esta relación nos permite intercambiar cultura, tradiciones y hospitalidad, haciendo que los visitantes mexicanos se sientan como en casa en Cartagena”.

Para México, como para Colombia, el turismo es uno de sus renglones más importantes. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el país de las rancheras se posicionó como el sexto más visitado del mundo tras recibir en julio de 2025 más de 8,4 millones de visitantes internacionales, lo que representó un incremento del 12,3 % en comparación con julio de 2024.

Como lo informó este diario, el turismo receptivo en Colombia vive uno de sus mejores momentos. Entre enero y agosto de 2025, el país registró la llegada de 3.137.210 visitantes no residentes, la cifra más alta de la última década para este periodo, consolidando al país como uno de los destinos más atractivos y competitivos de la región.

El sello mexicano en la hotelería

Foto: Cortesía

Francisco Hernández es mexicano y gerente general del Hyatt Regency Cartagena. Le dice a este diario que su país y Colombia son como hermanos gemelos, “lo que facilita la adaptación al llegar a un destino como lo es la ciudad heroica”.

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Su acento es marcado y la amabilidad lo caracteriza. Solo lleva tres años en la ciudad. Nos sentamos y traen un café.

Sostiene que el vuelo directo Ciudad de México–Cartagena es el catalizador que “pone los platos sobre la mesa”. A partir de ahí, la estrategia se complementa con una intensa promoción en las principales ciudades mexicanas, buscando posicionar a Cartagena como el “destino perfecto”.

Es consciente de que los mexicanos que visitan la ciudad extrañan el picante y las tortillas. “El huésped mexicano no solo disfruta de los ingredientes locales de Colombia, sino que también encuentra ese sabor familiar en el desayuno y la cena, con la disponibilidad constante de tortillas”.

El hotel ha desarrollado una salsa especial que combina la receta tradicional mexicana con ajíes colombianos. Sonríe y dice que no se mete en la cocina; sin embargo, se atreve a dar guías para una salsa.

“Dorar ají, ajo, cebolla y tomate rojo, y luego licuarlos con limón y sal”.

Hace una pausa. Han sido muchos años en la hotelería. Conoce el significado cultural y turístico de su país, así como el de los huéspedes de otras nacionalidades que llegan al hotel de lujo.

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“Terminamos la ampliación con 95 habitaciones y las cinco Caribbean Suites construidas entre los pisos 34 y 38. ¿Sabes lo que más me gusta de mi trabajo y el de mi equipo? Que, gracias al servicio que ofrecemos, le podemos tocar el alma a los huéspedes sin importar de dónde vienen”.

La tarde llega a Cartagena, las luces de Navidad ya se encendieron. Cerca, en ese pequeño pueblo que adoptó el alma de México, esperan que las rutas turísticas los incluyan y puedan promover el maíz, entre otras cosas, con sus casas de colores y la música de Pedro Infante y Agustín Lara, entre otros.

Es la magia del Caribe con su rincón azteca en San Pedro Consolado, la misma que, con las catrinas y el pan de muerto en una casa al sur de la Ciudad de México, Gabriel García Márquez escribiera Cien años de soledad.

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Por Pedro Mendoza

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