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São Paulo, lienzos de concreto

El gigante suramericano hizo del grafiti uno de sus mayores atractivos turísticos. Las paredes cubiertas de colores y formas abstractas parecen tener voz.

Pilar Cuartas
18 de noviembre de 2013 - 06:52 p. m.
Las 33 columnas que componen el Museo Abierto de Arte Urbano, creado hace dos años, fueron diseñadas por más de cincuenta artistas. / Caio Pimenta
Las 33 columnas que componen el Museo Abierto de Arte Urbano, creado hace dos años, fueron diseñadas por más de cincuenta artistas. / Caio Pimenta

Apenas empezaban a sonar los beats del hip hop en Latinoamérica y las primeras ruedas de las tablas de jóvenes que practicaban el skate giraban por las calles del continente cuando un niño con el talento para dibujar rodaba en su patineta y miraba fijamente las paredes de São Paulo, que entonces empezaban a tener voz. Así podría empezar la historia artística de Binho Ribeiro, uno de los primeros grafiteros de Brasil, quien transformó la ciudad más grande de Suramérica en una galería urbana y un referente en esta materia a nivel mundial. (Ver video)

A primera vista, São Paulo podría ser una urbe más en el continente, con los mismos problemas de tráfico que afligen a Bogotá. Pero basta con adentrarse en sus calles para encontrar un universo construido con aerosol. Desde los años setenta se empezó a forjar la cultura del arte callejero, de obras hechas con plantillas y rodillos de pintura, que fusionadas una década después con el hip hop y el skateboard darían vida al grafiti.

Desde entonces, decenas de artistas urbanos, entre los que se encuentran Los Gemelos, Minhau, Chivitz, Rui Amaral y Nunca, se unieron a Binho para romper con el silencio en las calles, crear iniciativas legales de esta expresión artística y extender sus propuestas estéticas por toda América Latina.

Hoy los visitantes deben agradecer el legado de estos jóvenes transgresores que huyeron en un comienzo de la policía señalados de vándalos y delincuentes porque pintaban las paredes. Cientos de historias que se escribieron en los túneles del metro, usados como lienzo, limpiados una y otra vez por orden de las autoridades, están condensadas en el Museo Abierto de Arte Urbano de la ciudad, único en el mundo.

Fue creado hace dos años como un proyecto de recuperación y embellecimiento de la zona, liderado por Chivitz y Binho y avalado por el Ministerio de Cultura. Alrededor de 33 columnas sostienen el metro en la avenida Cruzeiro do Sul. En ellas, más de cincuenta artistas plasmaron sus creaciones de colores y figuras que parecieran tener vida propia.

En medio de los callejones del barrio Vila Madalena, 54 muros diseñados se confunden con la vegetación y las casas bohemias. Los transeúntes se sienten trasladados de un mundo a otro con tan sólo caminar por este lugar. Las calles reales se vuelven imaginarias y los visitantes se reducen a invasores de escenas pintadas con aerosol.

El túnel de la Paulista, con sus característicos robots y monstruos amarillos; la plaza Paulo Kobayashi, con diez metros de concreto llenos de figuras; la avenida 23 de Mayo, una escena paulista de la década del 20, y el barrio Liberdade, cubierto de trazos finos que bosquejan los mangas japoneses, son otros de los puntos grafiteros más conocidos de la ciudad, llenos con mosaicos de expresiones que toman personalidad y se renuevan cada año.

Esta es una de las caras de São Paulo, una ciudad estampada por la que se transita y de pronto una obra inesperada aparece al doblar la esquina. Allí los habitantes instintivamente alzan la mirada a las paredes y reconocen al artista: Minhau, con su fábrica de gatos de distinto aspecto y tamaño; Los Gemelos, con su desbordado amarillo y sus personajes de ojos rasgados y ovalados ,o Binho, con sus animales coloridos y en movimiento, con un toque surrealista, para ser interpretados desde cualquier óptica.

Cada uno con una marca que recorre de norte a sur y de este a oeste, un arte urbano que inunda a São Paulo. “Una urbe cosmopolita y superhabitada que mezcla las dificultades sociales y culturales con información y mucha rebeldía, convirtiéndose en el lugar ideal para el arte, una voz anónima que protesta y se muestra viva, un estilo fuera de los patrones y prejuicios”, asegura Binho.

Es así como los paulistas y visitantes que confluyen en estas zonas terminan atraídos, en medio de su rutina, por lo que los murales susurran a sus oídos.

*Invitación del Comité Descubra Brasil - Colombia

Por Pilar Cuartas

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