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Simple Relajación

El Hotel Karmairí, hoy en proyecto de expansión, es un rincón dedicado al bienestar personal.

Andrés Páramo Izquierdo
25 de junio de 2014 - 03:05 a. m.
La oferta gastronómica es una de las más fuertes apuestas.
La oferta gastronómica es una de las más fuertes apuestas.

Hay camino. No solamente es salir de las inmediaciones de la ciudad de Cartagena (y todo lo que esto implica en términos turísticos) sino recorrer, también, derecho, las carreteras Vía al mar y Manzanillo del mar, a la sazón de los cangrejos y zorrillos que adornan los andenes aún hechizos que se construyeron a lado y lado de la vía. Así, el turista va dejando atrás la ciudad amurallada, la torre del reloj, los bares atardecidos a la orilla del mar... Todo. ¿Vale la pena? Vale la pena.

Mauricio Martínez, el gerente del proyecto Karmairí (un hotel spa que lleva en su entraña lo que él denomina ‘un concepto’), resume su idea hotelera con una frase bastante simple: “no todo es trago. No todo es rumba. Hay más cosas que hacer”. La idea le surgió en medio de ese irse muy lejos a vivir en otras partes los experimentos que en su oficio —el de hacer hoteles ladrillo a ladrillo— otros dueños implementaron: brindar al visitante una situación plena, armónica. Un todo.

Y eso implica juntar muchas cosas al mismo tiempo: desde la música que suena, hasta las opciones que el bar brinda, con sus infusiones y cocteles de jugos naturales exóticos. Desde sus masajes a cuerpo completo con sonidos de agua al fondo, hasta su oferta gastronómica de riguroso cuidado. La calidad está en el detalle.

Repitiendo esa misma travesía en Colombia, y buscando finalmente una réplica de esos espacios, Martínez encontró que la experiencia siempre estaba incompleta: si estaba el spa no la música y si había ambos, faltaba el detalle mínimo la comida. No había, a su modo de ver y entender el mundo hotelero, “un hilo conductor”.

Y bueno, echó para arriba su hotel. Los datos: tiene 14 habitaciones. Es para mayores de 15 años. Da la posibilidad de programar masajes desde la una hasta las cinco de la tarde. La vista al mar y el acceso a la playa son impecables. Además llegó a ocupar un puesto dentro de los 121 mejores nuevos hoteles del mundo según la revista Traveler de Condé Nast.

De todo esto, entonces, viene la expansión: 12.000 metros cuadrados y un área construida de 16.600 metros cuadrados que llenarán con 154 habitaciones frías a punta del aire acondicionado que circulará con el agua que encontraron a 90 metros de profundidad. El negocio lo hacen a través de 1.304 derechos fiduciarios con poco menos de 800 inversionistas.

Una oportunidad y lo mejor, a 20 minutos de la Cartagena que se quedó atrás.

 

aparamo@elespectador.com

@paramoandres

Por Andrés Páramo Izquierdo

 

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