Turismo

Un siglo entre rieles

La majestuosa terminal de Nueva York ha sido escenario de grandes producciones del cine. Historia de uno de los íconos urbanísticos del mundo.

Redacción Buen Viaje
23 de octubre de 2013 - 08:33 a. m.
La estación de trenes Grand Central, vecina del edificio Chrysler, recibe aproximadamente 750.000 personas al día. / 123rf
La estación de trenes Grand Central, vecina del edificio Chrysler, recibe aproximadamente 750.000 personas al día. / 123rf

Ruidosa, legendaria, visionaria. Así se imaginó Cornelius Vanderbilt la primera gran estación ferroviaria de Manhattan. El empresario, que hacia 1870 ya había hecho su fortuna gracias al negocio del transporte, decidió seguir sus impulsos y en sociedad con el ferrocarril de Nueva York y New Haven construyó una terminal en la calle 42, en pleno corazón de la ciudad. (Vea: Galería de imágenes)

La Gran Bodega Central, como fue bautizada, no tardó en convertirse en el principal centro de movilidad de los neoyorquinos. Sin saberlo, ‘El Comodoro Vanderbilt’, como le llamaban, creó las bases de uno de los símbolos más importantes del desarrollo urbano de Estados Unidos. Tres décadas después, el ingeniero William J. Wilgus convenció a los directores de la estación de demolerla para diseñar una nueva, capaz de acoger los trenes eléctricos.

El resultado, un complejo de grandes ventanales y de techo abovedado que sirvió de lienzo al francés Paul César Helleu para pintar una constelación donde se suspenden Piscis y Pegaso. Una imponente escalera de mármol engalana el recinto, mientras su fachada renacentista se mezcla entre modernos complejos y rascacielos. Taquillas de la época y un reloj de cuatro caras embellecen aún más el lugar, que recibe al día a cerca de 750.000 personas.

Debajo del vestíbulo, un sinnúmero de tiendas y restaurantes ofrecen los mejores quesos, pescados, frutas y repostería. Uno de sus íconos más antiguos es el Gran Central Oyster Bar, famoso por su menú de mariscos.

Hollywood también se ha rendido ante la belleza de la estación y la ha aprovechado como locación de películas. Se destacan Supermán (1978), Los intocables (1987), Teoría de la conspiración (1997) y Los vengadores (2012), en la que se convirtió en un campo de batalla.

Hoy, tras un siglo de historia, el espíritu de la estación Grand Central sigue contagiándose de arte y cultura urbana. El próximo viernes, por ejemplo, en la antigua sala de espera Vanderbilt se realizarán tributos musicales y teatrales desde las 11:00 a.m. hasta la una de la tarde.

A pesar de que los vehículos se apoderaron de Nueva York, el tren sigue siendo un magnífico medio de transporte para desplazarse entre ciudades. En medio de gente corriendo, de tiendas y recuerdos, los andenes en concreto guardan los vestigios de la constante transformación de la Gran Manzana.

Lo cierto es que esta estación, que enamora cada año a miles de turistas, es un referente alrededor del cual se han construido décadas de la historia estadounidense. “Cada metrópolis tiene su gran estación […], pero la más grande, la más gloriosa de todas es, sin duda, Grand Central Terminal”, dijo alguna vez Tom Wolfe, uno de los más reconocidos exponentes del nuevo periodismo.

Por Redacción Buen Viaje

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